Cuando le encendieron la vela en la torta de mousse de chocolate y dulce de leche, su hermano le dijo que pidiera tres deseos. Había otras dos tortas, pero sin velas.
"Que ninguno de ellos sea volver a robar", aclaró su esposa Nancy. El Gordo Luis Alberto Valor –el ex líder de la superbanda que robaba bancos y blindados en los años 80 y 90- sopló con rapidez y recibió el saludo y el aplauso de los invitados, sentados a una mesa en el jardín de su casa de Villa Rosa, cerca de Pilar. Así celebró sus 65 años. "33 de ellos los pasé encerrado, estoy arrepentido", se lamenta.
"No recuerdo cuándo fue la anterior vez que lo festejé en libertad, siempre era en la cárcel", le dijo Valor a Infobae. Entre los invitados estaban uno de sus hermanos, su cuñada, su hija, su nieto, su esposa y un amigo que conoció en prisión hace 15 años y están retirados como él.
El menú del agasajo incluyó un asado hecho por su hermano (chorizo, morcilla, vacío, chinchulines y pechito de cerdo), una picada, empanadas de pollo y restos de cabeza de cerdo. Hubo cerveza, vino y gaseosas. De un equipo de música sonaba Creedence (la banda preferida de Valor), Dire Straits, y hasta Damas Gratis.
Valor lleva poco más de cinco meses en libertad. En ese tiempo se dedicó a pasar sus días con la familia, a dar entrevistas por la aparición de "Mi vida", su autobiografía editada por Planeta y a tener reuniones con productores que planean llevar su historia al cine.
"Ya lo dije mil veces. No vuelvo más a robar. Se lo prometí a mi esposa y a mis hijos. Además si quisiera robar, caería enseguida porque hoy la tecnología vence al ladrón. Mi familia me pide que no vuelva a delinquir. Me tienen más rodeado que la Bonaerense en mi época de gloria criminal", dice Valor.
Uno de los mensajes especiales que recibió el bandido fue del músico Andrés Calamaro, quien escribió el prólogo del libro de Valor y había sido invitado al cumpleaños, aunque estaba en Madrid. Desde allí le dijo por un mensaje de WhatsApp: "Querido Valor, te mando un abrazo fuerte y que tengas un cumpleaños en libertad y en familia, han esperado y soñado. A respirar la libertad, cumplir un año más y en tu casa. Van mi respeto y mi amistad. Nos debemos un asado y unos mates".
"Tengo mucho respeto por los bandidos. Tenaces, atrevidos, arriesgados, valientes aun amigos de lo ajeno. Nadie puede decir que esté libre de estas tentaciones, pero pocos pueden jactarse de estas virtudes. Valor es nuestro bandido mediático. A principios de siglo solo se hablaba de una banda, además de las bandas de rock; era aquella liderada por Valor, la superbanda. Pero Valor escribe una vida anterior a la superbanda que le dio fama. Militante en Montoneros y la Juventud Peronista, fue a recibir a Perón a Ezeiza. Fue un montonero solidario… y fue preso", escribe el ex miembro de Los Abuelos de la nada y Los Rodríguez en el prólogo del libro.
La hija de Valor, Sonia, aprovechó para poner canciones de Calamaro (Tuyo siempre, una de ellas) y dio un dato: "El último cumpleaños que había festejado con papá fue hace mucho. Yo era una niña", dijo la mujer de 45 años.
Luis Valor nació el 15 de octubre de 1953 en San Fernando, una ciudad que creció frente al río y basa su economía en los astilleros y las industrias. De chico soñaba con ser como su padre Cirilo Nicolás Valor, un obrero que trabajaba 14 horas por día en un aserradero de Tigre y tuvo que retirarse después de que una astilla lo dejara tuerto del ojo derecho.
"Pobrecitos, mi viejito Cirilo y mi viejita Rosa, ellos están acá de alguna manera", dijo Valor mientras miraba el cielo. "Son más los ausentes que los que quedaron", agregó con un tono de melancolía.
"Robábamos cinco blindados por mes. La Superbanda respetaba los códigos de la calle y la vida de la gente. No mataba, no violaba, no secuestraba. No le afanábamos a un pobre. Robamos mucho dinero: teníamos para vivir en un cinco estrellas, pero lo hacíamos en un fitito bajo el puente. Había que vivir oculto o escapando, siempre al acecho para el próximo golpe", cuenta Valor.
"La plata con sangre no sirve", era la frase de cabecera de la banda. Cuando uno de ellos caía preso o era abatido por la policía, los que estaban vivos o libres se comprometían a llevarle dinero a la familia del compañero caído en desgracia.
El 16 de septiembre de 1994, Valor vivió otro hito en su carrera delictiva: se fugó de la cárcel de Devoto, en Buenos Aires, junto a cuatro cómplices. A los tiros y disfrazados de guardias y médicos. Saltaron un muro con sábanas anudadas y escaparon en auto. Una semana antes, una vidente le había dicho a su esposa Nancy: "Su marido saldrá libre". Contra Valor pesaba una condena de 25 años.
Tras la huida, Valor estuvo prófugo 244 días. No pasó más de dos noches seguidas en un mismo lugar. Más de 300 policías lo buscaban por todo el país y su afiche con oferta de recompensa (300 mil dólares) rezaba: "Enemigo Público Número 1".
Lo detuvieron cuando pasaba la noche en un refugio de General Rodríguez, una ciudad situada a 55 kilómetros de Buenos Aires. "Entregate, Valor", le ordenó un policía. El Gordo se entregó sin disparar. El motivo: a su lado estaba su esposa. Desde entonces pasó sus días en prisión.
"Todo eso, por suerte, quedó atrás. Es pasado", dice.
El 5 de julio salió en libertad de la cárcel de Urdampilleta. "No vuelvo más a la tumba, elijo esta vida. La libertad en familia, respirar este aire, ver el sol, sentarme bajo un árbol", asegura Valor. Luego brindó con su esposa Nancy y le dijo: "Te amo, gracias por todo, que Dios te bendiga".
SEGUÍ LEYENDO: