Zamira Domínguez tenía 5 años y era sordomuda. Con señas, como pudo, dijo varias veces lo que le estaba pasando, intentó hacérselo saber a los adultos que la rodeaban. Nadie hizo nada para salvarla. Al menos no lo suficiente.
El pasado viernes 28 de septiembre, Zamira llegó muerta al Hospital Santamarina de Monte Grande, partido de Esteban Echeverría. Tenía hemorragias internas en el hígado y los riñones de acuerdo a un informe posterior. Su mamá, Brenda, de 21 años, dijo que cuando fue a verla al sillón donde dormía notó que había vomitado varias veces, que le salía espuma por la boca y la lengua "se le había dado vuelta".
Esa tarde, Zamira había quedado al cuidado de la pareja de su madre, un joven de 19 años llamado Brandon Damián González. Brenda había dicho que su hija "se había caído", no dio demasiados explicaciones.
Así, la Justicia salió a buscar un responsable: Brandon fue detenido por la DDI de Lomas de Zamora de la Policía Bonaerense un día después de la llegada del cadáver de Zamira al hospital. Su causa está a cargo de la UFI Nº 3 de Esteban Echeverría con la fiscal Verónica Pérez. Brandon permanece en una celda hasta hoy, incomunicado. La acusación en su contra: golpear a la hija discapacitada de su novia hasta causarle la muerte.
Brandon y Brenda eran del mismo barrio, vivían a pocas cuadras de diferencia, y habían comenzado su relación hacía al menos seis meses luego de que el padre biológico de Zamira -que tiene una hermana melliza- falleciera. Los testimonios en la causa, por el momento, no favorecieron al joven. González fue señalado por todos los familiares que declararon hasta ahora. Ya había tenido problemas con la ley cuando era menor de edad, según pudo contastarse.
La hermana melliza de Zamira quedó al cuidado de una tía paterna. El testimonio de la tía ante la UFI Nº 3 fue particularmente desgarrador: aseguró que ambas nenas eran golpeadas por González. Las dos se lo hicieron saber durante visitas los fines de semana. Zamira se lo dijo con sus manos, con lenguaje de señas. La mujer mostró incluso fotos que tenía en su celular como prueba de la violencia.
Sin embargo, la tía nunca presentó una denuncia formal contra Brandon. Tampoco hubo una denuncia desde la Escuela Especial 501 de La Unión a donde asistía Zamira, en Ezeiza, cuya directora venía advirtiendo -según la tía paterna- que la alumna "llegaba golpeada, mal alimentada y sucia", indicaron fuentes de la investigación a Infobae.
Brenda podría ser una víctima más de Brandon, pero hasta el momento tampoco lo denunció. Por el contrario, en su primera declaración ante la policía intentó justificar los golpes que presentaba su hija diciendo que la nena se le había caído a su pareja y que González la había pisado sin querer.
Los padres de Brandon, entre la angustia y el temor a una represalia
Brandon y Brenda, hijos de familias de clase trabajadora del barrio 9 de Abril, no convivían de forma regular, pero casi. Algunas noches dormían juntos en la casa de ella y sus padres, en otras Brandon volvía al domicilio de sus papás, a unas cinco cuadras sobre la calle Primo Tricotti, donde fue finalmente detenido. Ninguno de los dos tenía un trabajo en blanco; ella cobraba una asignación universal, un plan social para solventar su garrafa. "Mi hijo iba y venía. Se cambiaba, se iba a jugar al fútbol. Pero últimamente estaba más allá que acá", cuenta Claudia, la madre del presunto asesino, a Infobae.
La mujer de 49 años no sabe qué pasará con su hijo. Le cuesta creer que sea capaz de matar a una nena de esa forma, si es que realmente es culpable. Asegura que nunca lo vio pegarle ni maltratar a sus sobrinos. "Es cerrado, un poco nervioso a veces, pero es bueno", dice.
Lo vio por última vez el sábado en que lo arrestaron. Brandon se apareció en la casa familiar, Claudia notó enseguida que algo no andaba bien. Cuando le preguntó, él se sentó en el comedor y dijo: "Se murió Zamira". Cruzó los brazos sobre la mesa, dejó caer su cabeza sobre los puños cerrados y lloró. "No paró de llorar y con él lloramos todos. Aunque a la nena no la conocíamos", dice la madre.
"Cuando le preguntamos qué le había pasado, dijo que sabía que la nena estaba mal, descompuesta, que vomitaba. Pero juró que no le había hecho nada", señaló Claudia. Tras esa conversación el chico se encerró en una pieza y no salió más, ni siquiera para comer. Quería ir con Brenda, pero ella le decía que no, que su familia lo iba a matar.
De hecho, Hernán, el padrastro de Brandon, hace una suerte de guardia en la puerta, preocupado porque, según le dijo el joven antes de ser detenido, un familiar de su novia lo amenazó de muerte y le prometieron que iban a quemar la humilde vivienda que el hombre construye poco a poco vendiendo tortillas en la calle.
La fiscal Pérez esperaba este martes por la tarde los resultados de la autopsia al cuerpo de Zamira. En principio, el cuerpo de la nena no presenta signos de abuso sexual, una de las principales preguntas planteadas por la UFI Nº 3 a los forenses de la morgue judicial de Lomas de Zamora. La acusación contra Brandon González es de homicidio agravado por el vínculo, calificado por alevosía y violencia de género. Brenda, por su parte, permanece como testigo, sin sospechas para ser imputada. La familia de Zamira, mientras tanto, la recuerda con un crespón negro con su nombre en sus perfiles de Facebook.
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