Morir como un animal: lo golpearon, lo tiraron a las vías y lo arrastraron para que lo pisara el tren

Ubaldo Gorostiaga, un albañil de 39 años, fue asesinado a golpes en la madrugada del 20 de septiembre cuando volvía de pescar en la costanera. Las imágenes del crimen fueron registradas por las cámaras de seguridad de la estación y todavía se desconocen los motivos del ataque del homicida

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Ubaldo Gorostiaga tenía pocos amigos. Pablo era uno de ellos. Lo había conocido en la escuela primaria y mantuvieron una relación durante más de 30 años. El miércoles 19 de septiembre repitieron una actividad ya rutinaria: se fueron a pescar a la costanera de Buenos Aires. La idea era poder atrapar algunos ejemplares para cocinar a la parrilla los días posteriores o incluso para venderlos dentro del humilde barrio El Callao en Grand Bourg donde ambos vivían.

Mientras Pablo terminaba de recoger las cañas y otros materiales, Gorostiaga, de 39 años, se despidió de repente y se fue. Sin mediar más palabras, sin dar explicaciones. Pablo lo estuvo buscando por la zona pero a los pocos minutos desistió: cada uno volvería por su cuenta a sus hogares.

El jueves 20 al mediodía, Pablo se quedó intrigado con lo que había ocurrido con su amigo. Así, fue a buscarlo a la casa en la que Ubaldo todavía vivía con su madre, Teresa, y su hermano menor, Darío. Sin embargo, Gorostiaga nunca llegó a su hogar.

Durante esas horas de la madrugada, el albañil y pescador aficionado había sido asesinado en el medio del andén de la estación Boulogne Sur Mer del Ferrocarril Belgrano Norte. Un hombre de la zona llamado Leonardo Zapata fue detenido por el hecho un día después.

Ubaldo Gorostiaga en un cumpleaños
Ubaldo Gorostiaga en un cumpleaños familiar.

El crimen fue espeluznante. Las cámaras de seguridad de la estación registraron la golpiza. Todo pasó en menos de 30 segundos: el poco tiempo fue suficiente para ver en el video cómo Zapata arrojaba a las vías a Gorostiaga después de golpearlo de manera brutal y luego descendía para acomodar el cuerpo y que sea arrollado luego por alguna formación que llegara a la estación.

Pasaron ya diez días del crimen y todavía nadie sabe qué condujo a Zapata a propinar el ataque, nadie tiene idea sobre lo que ocurrió en ese breve diálogo que mantuvieron entre ambos antes de que se desatara el caos.

"A mi hermano Ubaldo le gustaba mucho ir a pescar. Iba al menos una vez por semana y siempre iba con Pablo", relató María Gorostiaga, la hermana de la víctima a Infobae.

"Yo no sé mucho de peces, pero creo que casi siempre pescaba bagres. Cuando volvía, nos invitaba a los otros cinco hermanos y toda la familia iba a comer su pescado a la parrilla. Si llegaban a sacar mucho, aprovechaban para vender un poco dentro del barrio y sumar algunos ingresos", añadió.

Gorostiaga era callado, tímido, de
Gorostiaga era callado, tímido, de pocos amigos pero muy cercano a su familia

Ubaldo Gorostiaga era el cuarto de seis hermanos y el mayor de los varones de una familia muy humilde de Grand Bourg. Era una persona retraída, tímida, con pocos amigos y que nunca llegó a formar una pareja. Nunca abandonó la casa de su madre Teresa, a quien acompañó hasta su último día.

"Nosotros nacimos todos en Tucumán y nos vinimos a Buenos Aires a principios de la década del 80. Mis padres buscaban mejorar económicamente. Acá consiguieron trabajo y después de un tiempo pudieron construirse su propia casita. Así crecimos, con pocas posibilidades pero con un espíritu de trabajo enorme. Ubaldo no se metía con nadie. Sólo se agarraba a piñas cuando se hartaba de que se burlaran de él en el colegio. Era alguien que hablaba poco pero muy cariñoso y atento con las personas que quería", detalló María.

Ubaldo "nunca encontró un trabajo estable", aseguró su hermana, pero siempre se las rebuscó para sobrevivir con trabajos temporales, changas, casi siempre en albañilería. No le gustaba salir demasiado, prefería quedarse en casa con su mamá.

Un crimen inexplicable

La muerte de Gorostiaga quedó rodeada de numerosos misterios, con una investigación a cargo del fiscal Facundo Osores Soler. El trayecto que hizo Ubaldo es una de las principales dudas. Nadie sabrá por qué la víctima empezó a correr cuando abandonaban la costanera junto a su amigo Pablo ni tampoco cómo hizo para llegar al banquito del andén de la estación Boulogne unos minutos antes de ser golpeado hasta la muerte supuestamente por Zapata.

Generalmente, para regresar de la pesca, Gorostiaga tomaba el tren en la estación Saldías y luego llegaba hasta la estación Pablo Nogués, la más cercana de su casa. La cuestión es que el joven pescador nunca se subió a ningún tren en Saldías a lo largo de esa noche según pudo determinar. Ya pasada la medianoche, apareció sentado en uno de los bancos de la Estación Boulogne, en San Isidro, unas siete paradas antes de la que él se tenía que haber bajado.

Un poco después de las 4.30 de la mañana, Gorostiaga tuvo la desgracia de cruzarse con Zapata, otro vecino de Grand Bourg, que se había colado en el andén al pasar por encima de los molinetes y era acompañado por cinco chicos menores de edad, de entre 10 y 14 años. Zapata llegó al lugar con una bicicleta, mientras que algunos de los niños llevaban tablas de skate.

Zapata, de acuerdo a la investigación, rodeó con los menores a Ubaldo que estaba sentado en el banco. Por causas que todavía se desconocen, de imprevisto el atacante comenzó una golpiza feroz al pescador, que intentaba mantenerse en pie como podía. Las imágenes registraron cómo varios de los niños se asustaron e intentaron alejarse corriendo de allí.

Luego de un forcejeo, Zapata lanzó a Gorostiaga a las vías y desde entonces nunca más volvió a verse en cámara el cuerpo del pescador. El atacante bajó a las vías e intentó acomodar el cuerpo de su víctima como para que fuera arrollado luego por alguna formación que llegara a la estación y el asunto aparentara ser un suicidio.

Osores Soler todavía espera el informe final de la autopsia: se intenta determinar si Gorostiaga murió en el acto a causa del impacto de su cabeza con las vías o a raíz de alguno de los golpes que recibió.

Radiografía

Poco después de las 4.20 de la madrugada del jueves 20 de septiembre, Leonardo Zapata y los cinco menores de edad traspasan las vallas y los molinetes e irrumpen en la Estación Boulogne Sur Mer donde se encontraba Gorostiaga.

Cerca de las 4.45, Zapata y los niños rodean a Gorostiaga que estaba sentado en el banco. Después de un intercambio de palabras comienza la golpiza. Los niños se asustan, intentan abandonar el lugar, mientras Zapata, después de arrojar a su víctima a las vías, baja a las mismas para acomodar el cuerpo.

Pocos minutos después del ataque, Zapata abandona la estación Boulogne en su bicicleta mientras trataba de comprobar que no haya habido testigos del crimen recién cometido.

Según pudo averiguar Infobae, el presunto agresor se escondió después del ataque en la villa Santa Rita en Boulogne. Al cabo de unas horas abandonó el lugar ya sin la bici pero con la misma ropa con la que cometió el ataque.

La policía logró detener a Zapata  por la tarde y a unas ocho cuadras de esa misma villa mientras buscaba comida en un tacho de basura.

Hoy, una semana y media después del crimen, Zapata decidió no hacer ninguna declaración sobre lo sucedido. No relató qué ocurrió en esos minutos previos a la golpiza ni cuáles fueron los motivos que lo llevaron al ataque. El detenido, de 28 años, había sido condenado en 2010 a una pena de cuatro años de cárcel por tres hechos acumulados de robos con arma de fuego.

La imagen de Leonardo Zapata
La imagen de Leonardo Zapata al ser detenido y la captura de las cámaras de seguridad de la estación que registraron su rostro después del ataque

"Nos empezamos a desesperar porque no sabíamos nada de Ubaldo. Habíamos visto en los noticieros lo del ataque en la estación Boulogne pero como decían que el muerto era un indigente y mi hermano no tenía por qué estar en ese andén, no lo relacioné", le dijo María Gorostiaga a Infobae.

"Cuando la policía nos confirmó que el que murió en esa estación era Ubaldo se nos vino el mundo abajo. Nos derrumbamos. Desde ese momento yo no pude volver a ver ese video. Y hoy estamos destrozados, sólo tenemos algo de fuerzas para sostener a mi mamá, que es la que peor la está pasando. Se les fueron las ganas de vivir", se lamentó María.

Desde la Justicia, por lo pronto, hay pocas expectativas de poder corroborar cuál fue el desencadenante de la golpiza mortal. La única esperanza radica en que alguno de los cinco chicos presentes en el hecho se acerque a una de las comisarías de la zona para declarar lo sucedido en los segundos previos.

La hermana de la víctima dice: "Yo no puedo entender cómo esta persona pudo hacer algo así. Es un animal. Esta sociedad está enferma. A nadie le importa la vida del otro."

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