Ayer a las 4 de la mañana, Nahir Galarza fue trasladada a la cárcel de mujeres N°6 de Paraná desde la Comisaría del Menor y la Familia donde había pasado los últimos ocho meses luego de matar a quemarropa a su novio, Fernando Pastorizzo, ocho meses en una celda de tres por tres metros con mesa de cemento, ducha y un pequeño ventiluz, con algunas pastillas recetadas de clonazepam para conciliar la calma y algunos libros de numerología y tragedias griegas para leer. Sus padres, el oficial principal de policía Marcelo Galarza y Yamina Kroh, la vieron unos minutos antes de salir. Era su último día con 19 años de edad.
Hoy, Nahir los verá otra vez en el día de su cumpleaños número 20, el primero que pasa tras las rejas. "Va a almorzar con ellos en la cárcel para festejar su cumple", dice una fuente muy cercana a los Galarza.
El viaje es largo. La Unidad N°6, donde viven otras 83 internas, el único penal exclusivamente de mujeres en todo Entre Ríos, queda a unos 330 kilómetros de la casa de los Galarza en Gualeguaychú. El viaje, también, es un contratiempo en más de un sentido.
La Cámara de Casación de Gualeguaychú había decidido que Nahir no podía pasar más tiempo en la Comisaría del Menor a donde sus padres la visitaban dos veces por semana para llevarle tuppers con bizcochuelo, que ya había corrido ampliamente el plazo de 30 días para que un detenido sea liberado o vaya a una cárcel. Su familia y su defensa, encabezada por el abogado Horacio Dargainz, apostaban a que fuera trasladada a la Unidad N°9 de Gualeguaychú, una cárcel modelo con granja y talleres, régimen mixto y pocos detenidos, habitaciones en vez de pabellones.
Casación decidió que no iría allí "porque la Unidad N°9 no está preparada para presos que puedan generar problemas", asegura una fuente tribunalicia en Gualeguaychú. Nahir no es una detenida problemática, no en los términos de la típica violencia tumbera. El problema, en los cálculos de la Justicia entrerriana, eran otros presos.
Los padres y la defensa de Nahir estaban nerviosos ante el cambio. Pero la visita del abogado Dargainz ayer al penal los calmó. "Son dos horas y media de viaje desde Gualeguaychú, no es tanto. Y nada que ver del escenario en que se hablaba", dice alguien de suma importancia en su entorno.
Cerca de Nahir hablan de un equipo de médicos y psicólogos a disposición, de la chance de una comunicación telefónica diaria y de horarios de atención extendidos que le permiten, por ejemplo, almorzar con sus padres para su cumpleaños dentro del penal mismo.
También aseguran que podrá seguir cursando sus estudios de Derecho desde el lugar. Creen que estará mejor que en la Comisaría del Menor, de donde se llevó su colchón en una bolsa de consorcio. "Tendrá recreos en un patio, podrá hacer ejercicio", aseguran.
Existió durante meses el rumor de que Nahir podría encontrarse con la viuda de Claudio Cañete, un presunto narcotraficante que su padre asesinó a mediados de los noventa, hecho por el cual fue absuelto por legítima defensa. Ayer, Dargainz constató que no hay ningún familiar de Cañete dentro del pabellón.
Nahir, según su entorno, no estará por el momento en contacto con otras presas salvo con sus tres compañeras de celda, una ex suboficial de policía acusada de narco y otras dos esposas de efectivos también detenidas, un diseño penitenciario de "ranchada" para reducir agresiones y ataques.
La sentencia contra Nahir todavía no se encuentra firme, algo que podría tomar meses. Hoy, el abogado Dargainz pone su esperanza en el proceso de apelaciones.