¿Qué pueden tener en común 840 kilos de cocaína encontrados en Santa Fe en agosto de 2017 con 378 kilos del mismo polvillo psicoactivo hallados en una camioneta averiada en la soledad de un campo de la provincia de Buenos Aires, casi exactamente un año más tarde?
Horas después del segundo descubrimiento, el 16 de agosto pasado, una agente de la Policía Federal recordó aquel primer caso, volvió a ver las fotos del último, realizado en el pueblo bonaerense de Las Flores, y detectó la similitud: los ladrillos de la sustancia eran similares, los dos cargamentos tenían impresos el mismo dibujo misterioso de un reloj.
Los hay sobre los envoltorios, sellados bajorrelieve sobre la propia cocaína o pegados como stickers infantiles. Los logos que traen los paquetes de cocaína "importados" de manera clandestina desde los países productores, específicamente Colombia, Perú, Bolivia y México, dicen mucho más de lo que hasta ahora se sabe.
Representan "la marca" de ese envío, el sello del clan narco que los fabrica o los embala o los mueve por el mundo. En Colombia o Bolivia, por caso, durante años se ha seguido el rastro de los clanes a partir de estos logos, pero lo cierto es que las organizaciones aprendieron a distraer a sus perseguidores, con ingenio y variedad.
Actualmente fluyen en cada envío miles de formas y figuras: animales, alusiones a Messi, a Bob Marley, escudos de equipos de fútbol, marcas de joyas, letras específicas, símbolos de superhéroes, el rostro de Pablo Escobar y hasta el conejito de Playboy. Como otro proceso más en el complejo entramado del tráfico de la mercadería, las empresas narco han desarrollado este sistema de identificación.
"Los logos no necesariamente corresponden a la calidad de la sustancia, más bien indican proveedores y destinatarios", explica un investigador de la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR), creada en 2013.
"Es la marca de la producción, y generalmente remite al origen de la cocaína", coincide un alto mando de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal.
Durante 2017, sólo en la provincia de Salta se incautaron unos 200 kilos de cocaína con el mismo patrón, el dibujo de un águila con las alas desplegadas en los paquetes. Una de las hipótesis es que todos esos ladrillos correspondían al Clan Castedo, cuyo líder, Reinaldo "Delfín" Castedo, fue detenido en 2016 tras estar diez años prófugo.
Roberto César, el hermano de ese jefe narco, dueño de tierras en ambos lados de la frontera, entre Salta y Bolivia, fue atrapado en enero de este año con 100 kilos de cocaína en la ruta 50 de la provincia del norte del país. La sustancia llevaba un sello elocuente para la familia: el delfín.
Pero la habilidad de los clanes consiste en cambiar sistemáticamente esos símbolos. Castedo está sospechado de ser el proveedor de cocaína para la organización que armó el abogado (fallecido este año) Carlos Salvatore, principal implicado en la famosa causa "Carbón blanco", que mandaba cocaína desde Chaco a España y Portugal.
De hecho, en 2017 la policía española encontró en dos operativos realizados en Barcelona cocaína proveniente de Brasil (una en un container de aves congeladas y el otro con azúcar) con el mismo sello: un águila como las que se descubrieron en 200 kilos el año pasado en Salta, lo que hizo que todas las miradas volvieran sobre Castedo.
"Independientemente de lo que pudiera estar 'marcando' a la sustancia en sí misma, es recurrente hallar otros símbolos en los embalajes cuya presencia no es azarosa sino que tiene como finalidad brindar información ya no solo del origen o particularidades del producto, sino también destino final. Es así que dentro de un mismo cargamento pueden encontrarse diversos acuñamientos con un mismo emblema en el embalaje y viceversa, adecuando esta codificación a las necesidades del narcotraficante", explica Mónica González, a cargo de la División Central Nacional de Datos de Drogas Peligrosas de la Federal.
Esta oficina acumula en una base de datos desde 2016 unos 579 logos, entre los cuales también están incluidos los de las drogas sintéticas tipo éxtasis, los cuales, a diferencia de los de la cocaína, sí indican tipo de sustancia y calidad. Sin embargo, esta división de la PFA no se dedica al análisis, solamente acumula información que pueda ayudar a los investigadores judiciales a conectar causas.
Países como Bolivia y Colombia tiene sus propias bases de datos, que les permite seguir líneas de investigación. Un informe clasificado de la División de Inteligencia de la Fuerza Especial de la Lucha contra el Narcotráfico de Bolivia da cuenta de un listado de 586 logos, registrados entre 2008y 2014.
Según cuenta en su libro "CeroCeroCero" el periodista y escritor italiano Roberto Saviano los logos comenzaron a utilizarse en la década del '70 en Perú y luego el estilo se difundió a Colombia, México y Bolivia. En 2002 la Unión Europea contabilizó unos 2.200 símbolos. Los Zetas de México se identifican con el "cavallino rampante" de Ferrari y el cartel del Golfo con el logo de la marca de tractores John Deere.
El secreto del negocio narco es el dominio del territorio. Las marcas de los panes de cocaína se sostienen en esa lógica. Definirse e identificarse entre los miles de kilos que se mueven en todo el mundo.
Una investigadora PROCUNAR explica que el sistema de narcotráfico suele tener diferentes "tabiques". Un distribuidor local puede tener varios proveedores internacionales para un mismo envío interno, por lo que es necesario diferenciar la sustancia para sus clientes. "El logo responde a la organización madre. También hemos encontrado variación de colores en los paquetes, y eso creemos que sí indica las características de la sustancia, si es más pura o no", detalla.
La diferencia entre productores y distribuidores también quedó clara en el famoso caso "Bobinas blancas", por el cual se descubrieron casi dos toneladas de esta droga en Bahía Blanca y Mendoza: los 1.984 panes descubiertos entre los rollos de acero, atribuidos a un poderoso cartel de Michoacan, México, estaban distinguidos por colores y también por logos. Tenían ocho marcas: "2 pac", un águila, un caballo, un pitbull, un buey y el conejo de Playboy, entre otros.
"Los panes que vienen marcados con bajorrelieve salen así del laboratorio, algo quieren identificar, eso está claro, pero habría que hacer una lectura más profunda de las causas y lamentablemente aquí nadie lo hace", sostiene un investigador de la PROCUNAR.
La habilidad y diversidad de las marcas son un código díficl de descifrar. Lo sintetizó un importante investigador de una de las fuerzas de seguridad federales más poderosas del país: "El narcotráfico siempre va adelante nuestro, tienen más dinero y mayor logística".
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