Infobae intentó entrevistar al doctor Teófilo Plasencia a fines del mes pasado en los tribunales de Lomas de Zamora sobre el Camino Negro, cuando fue trasladado desde el penal de Olmos donde está preso desde abril último para encontrarse con su defensor oficial. Plasencia se negó a hablar cuando escuchó la propuesta.
No quiero saber nada-le dijo tajante a su abogado público.
Desconfiado, le aseguró que los periodistas no le gustan, que uno de un programa de televisión le hizo pasar un momento incómodo cuando le encendió una cámara en la cara hace unos años atrás en la puerta de su viejo consultorio sobre la calle 17 de Octubre a pocas cuadras de la estación de Claypole para bautizarlo "Doctor Muerte" en el zócalo de la edición posterior. La mayor pregunta para hacerle a Plasencia esta vez, de cara a lo que pasa en la Argentina, era simple, nada que con sus 73 años de edad no pudiera responder: qué ocurriría con su negocio si es que el aborto se convierte este miércoles 8 en el Senado en legal, seguro y gratuito, si hombres y mujeres como él tendrían razón de hacer negocios, de existir.
No tenía mucho sentido que se cerrara en su desconfianza. Plasencia -Don Teo para sus vecinos, para quienes lo tratan en Olmos, nacido en Cajamarca, Perú en enero de 1945, recibido de médico en la Universidad Nacional de La Plata en septiembre de 1974- no perdía nada al hablar porque ya había perdido en los papeles, había accedido a ir a la cárcel con el claro riesgo de morir eventualmente ahí, en su pabellón, en un catre del sector de enfermería o trasladado a un hospital, morir no libre sino preso.
A comienzos de julio pasado, Don Teo tiró la toalla y decidió no pelear cuando acordó ser condenado por el Tribunal Oral Criminal Nº2 de Lomas de Zamora en un juicio abreviado a cinco años y seis meses de cárcel -la pena máxima de acuerdo al Código Penal hubiera sido de ocho años- con otros once de inhabilitación para ejercer la medicina, en un proceso en donde actuó el fiscal Guillermo Morlacchi, el mismo que logró la condena al futbolista Alexis Zárate. La calificación: aborto sin consentimiento.
La causa en contra de Don Teo ya llevaba un tiempo. Comenzó en septiembre de 2016, luego de que un hombre de Caseros denunciara en la comisaría 6º de Claypole que su hija de 19 años de edad, empleada doméstica, había terminado en la clínica Modelo de San Francisco Solano tras un "accidente doméstico", que su hija se había "provocado un aborto" tras un embarazo de seis semanas.
No se lo provocó ella misma, ciertamente, no con una percha. La joven tuvo que ser operada de urgencia en su internación: el médico clandestino que le practicó el aborto le perforó el útero en el proceso. "Señor, hay un setenta por ciento de probabilidad de que su hija evolucione mal, haga la denuncia", le dijo el médico cirujano que operó a la joven al padre.
Otra de sus hijas, empleada doméstica como su hermana, se presentó junto a él en la 6º de Claypole para aportar un mensaje como prueba en la denuncia: era un texto de WhatsApp enviado por la joven que abortó días antes, donde le decía que la pasara a buscar a una casa en la calle 17 de Octubre, cerca de la estación de Claypole, que allí la "iba a atender un médico" llamado Teófilo Plasencia.
Don Teo no la atendió precisamente, al menos no en los términos de un juramento hipocrático. Fuentes alrededor del expediente coinciden en que la chica de San Miguel cambió de parecer ya en el consultorio y se negó a que Plasencia interrumpa su embarazo en una pieza sucia y caótica, en un catre con un cubrecama grasiento con un estampado de piel de leopardo, en sábanas manchadas con sangre, imágenes religiosas de vírgenes, un Buda gordo y sonriente moviendo el brazo en un estante, como los que se venden en el Barrio Chino de Belgrano.
La joven fue reducida y drogada hasta la inconsciencia, su aborto fue practicado por la fuerza. La dejaron tirada en una clínica con sangre entre las piernas, la llevó una mujer que dijo ser su amiga para luego desaparecer. Había pagado seis mil pesos.
Hubo cómplices, supuestamente, tres mujeres que ayudaron a Plasencia a reducirla e inyectarle un fuerte anestésico y que no fueron identificadas hasta hoy. Hace años que nadie vive en la casa de la calle 17 de Octubre: está vacía, sin cartel de venta o faja de clausura, el polvo y los niditos de arañas apilados en los marcos de las ventanas. Los nuevos vecinos no conocen a Don Teo, hablan de "los abortos" como una cosa casi mítica.
Otros, más memoriosos, recuerdan los fetos hechos pedazos en las montañitas de basura de una esquina cercana, disputados por perros. La Policía Bonaerense allanó el lugar tras la denuncia del padre de la chica: los encontró enterrados en la tierra dura del patio, tapando las cañerías. Había juegos de instrumental completo, manchas de sangre violácea en el barro duro del fondo y en sábanas, ampollas usadas de Propofol, un anestésico inyectable.
Lo cierto es que para Plasencia, el "Doctor Muerte" de la tele, la condena del TOC Nº2 de Lomas de Zamora es el aparente fin en una Argentina y un Senado que puede convertirlo en un anacronismo, que ya no sea la suerte horrible que les toca a las mujeres pobres que no pueden pagar un ginecólogo VIP si es que quieren interrumpir su embarazo.
La carrera del doctro fue larga: Plasencia había comenzado hace casi treinta años, cayó detenido por primera vez el 11 de agosto de 1989, un expediente en Lomas de Zamora a cargo del juez Carlos Rousseau. Aquella vez, la chica no vivió para contarlo: la imputación fue de aborto seguido de muerte de acuerdo a su legajo de antecedentes que consta en el Ministerio de Seguridad provincial.
El expediente por este aborto seguido de muerte, aparentemente, quedó en la nada judicial. "No obra resolución", dice la planilla de Excel.
Don Teo caería y caería detenido a lo largo de los años, causas por abortos a lo largo de la zona sur en 1995, 1998, 2011, otra en el Juzgado Nº43 de la Capital Federal en 1997, que por lo visto nunca llegaron a juicio según los datos del Ministerio de Seguridad y de la Cámara Criminal y Correccional porteña.
El 31 de enero de 1996 se conformó otro expediente en su contra por otro aborto seguido de muerte, de vuelta en Lomas de Zamora, a cargo del juez Guillermo Roberts, "no obra resolución." 21 de octubre de 2010, catorce años más tarde, otra vez "aborto reiterado, asociación ilícita, muerte por aborto", con el juez Martín Nolfi. La planilla de antecedentes repite, como mantra: "no obra resolución."
Don Teo eventualmente recibió la prisión preventiva en abril del año 2000, cuando la jueza de garantías Analía Puigdegolas le ordenó a la Bonaerense arrestarlo y allanar su casa-quirófano de Claypole en abril del año 2000 luego de la muerte de una mujer que había abortado allí. Hubo once detenidos en total según una nota del diario La Nación, entre ellos el médico. La jueza mandó a los bomberos, peritos geólogos y personal de Defensa Civil a inspeccionar las cañerías y los cuatro pozos ciegos del lugar en busca de restos de fetos.
Había imputaciones en el sumario igual de sombrías que un aborto seguido de muerte: los testimonios indicaban que Teo habría vendido bebés de madres que venían a abortar, comprándolos barato para venderlos caro luego de que los parieran y los amamantaran por un tiempo. La DDI de la jurisdicción alcanzó a ubicar, dijo el diario, a dos de estos chicos supuestamente vendidos. No era la primera vez que lo acusaban de falsear identidades y sustraer menores: ya había tenido una causa con las mismas imputaciones en Quilmes en octubre de 1994, sin resolución según su legajo de la división Informes Judiciales.
No hubo fetos encontrados en los pozos: Don Teo los mandaba a limpiar en ese entonces con una empresa de tanques atmosféricos.
Don Teo también tuvo suerte en Tribunales a lo largo de los años. En noviembre de 2012, el Juzgado de Garantías 6° decidió sobreseerlo por una causa por aborto realizado con consentimiento que tramitó en la UFI Nº7 de la jurisdicción para elevarlo a juicio solo por quebrantar una inhabilitación para practicar la medicina.
Ahora, ¿cuánto tiempo pasó preso Don Teo en toda su vida? Voces cercanas a él hablan de unos "ocho años" pero hasta abril de este año, al menos de acuerdo a información de fuentes ligadas al SPB, tuvo solo un ingreso al sistema carcelario provincial hasta abril de este año. Fue precisamente en Olmos, donde está hoy: entró a la cárcel en abril de 2012 para irse en marzo de 2013. Su registro no detalla la imputación por el delito de aborto seguido de muerte, sino su acusación de romper la prohibición legal de ejercer la medicina.
La matemática final de todos estos párrafos es muy turbia. Plasencia, durante casi treinta años, tuvo diez causas en tres jurisdicciones distintas, cuatro víctimas fatales atribuidas. Cárcel: poca, casi nada.
Paradójicamente, en todo este tiempo de entrar y salir de comisarías y alcaidías, Don Teo tuvo su registración tributaria correspondiente en la AFIP en los rubros de servicios médicos desde enero de 1989, once meses antes de su primera detención; la casa de Claypole fue su domicilio fiscal registrado. "Y, qué querés que te diga, el tipo es tremendo", dice una funcionaria acostumbrada a verlo pasar en los tribunales lomenses. Su hijo y su nieto también son bien conocidos por los defensores oficiales de la jurisdicción: fueron detenidos en febrero este año acusados de menudear cocaína.
De vuelta en el tribunal que lo condenó el mes pasado, Don Teo se despachó con un pequeño stand-up entre resentido y canchero frente al fiscal Morlacchi que lo acusaba en el juicio por su víctima oriunda en San Miguel. "Eh, por unas chicas que murieron me dieron poco y ahora con esta que no se murió me quieren dar cinco", dijo, sin sonrojarse mucho. Morlacchi se encontró con una pequeña ironía del sistema para imputarlo a pesar de tener el prontuario abortero más fuerte de la Argentina: no calificaba como reincidente, lo que agravaría su pena, nunca había tenido una condena firme por el delito de aborto.
Plasencia apeló su propio juicio abreviado, para luego desistir. Hoy, su defensa oficial busca lograr la prisión domiciliaria de cara a su avanzada edad, que se cumpliría en la casa de la hermana, en algún punto de Claypole. Quizás encuentre con el tiempo un arrepentimiento en su fe: el "Doctor Muerte" se reconoció como adventista ante el Servicio Penitenciario Bonaerense.