Los reclamos al Call Center de Atención al Cliente no paraban. Las quejas eran insistentes y siempre iguales: "Llamo porque en mi tarjeta de créditos me vino descontado el servicio de cable y yo no estoy abonado a ustedes". Solo uno de los principales cable operadores del país recibió más de 500 llamados de presuntos usuarios que en realidad no lo eran pero, según el resumen bancario, se les había debitado la instalación del decodificador HD, el pack de fútbol y demás servicios como telefonía e Internet.
Un chequeo en la base de datos de los abonados a esa empresa de servicios de televisión por cable les daba la razón a los malhumorados consumidores. Ese fue el puntapié inicial para que la Gerencia de Fraudes comenzara, primero una investigación propia y después llevara ante la Justicia la fenomenal e inédita estafa a las principales empresas de telecomunicaciones.
Una organización criminal, integrada por empleados de firmas tercerizadas que trabajaban para esas compañías habían montado una empresa trucha paralela –que la policía de la provincia de Buenos Aires denominó "Los Decotruchos"- que ofrecía servicios de cable, Internet y telefonía luego de robar decodificadores y módems a conocidas empresas del sector.
Solo a una de esas firmas, la maniobra le significó un perjuicio económico de casi seis millones de pesos. Y esto, no solo por el valor de la instalación que nunca ingresó a sus arcas, sino por los 150 dólares de cada decodificador que le fue sustraído por los infieles empleados contratados.
La banda ofrecía el servicio ilegal a través de las redes sociales. Es decir que quien los contactaba sabía perfectamente que se estaba relacionando con delincuentes, y estaba adquiriendo un producto ilegal.
La maniobra está impecablemente descrita en las escuchas telefónicas que ordenó el Juzgado de Garantías N° 2, a cargo de Raúl Alí, a pedido de la fiscal Alejandra Núñez, del departamento Judicial de La Matanza.
Allí queda en claro que la banda, integrada por nueve personas que en las últimas horas fueron detenidos, le cobraban a cada "cliente" falso de esas empresas de telecomunicaciones, 1.500 pesos por única vez solo por el servicio de cable; y 4000 si se les habilitaba también Internet y los canales de fútbol.
El servicio, después de ese pago, era garantizado por dos años. Y si la compañía del servicio descubría la estafa y bloqueaba el decodificador y el modem, el mal llamado cliente solo debía comunicarse al celular de los delincuentes para que estos reemplacen los módems por otros nuevos.
Para dar de alta el servicio –después de realizar el tendido de cables y la instalación- los integrantes de la banda llamaban al Call Center, se hacían pasar por flamantes usuarios y utilizaban tarjetas de crédito "clonadas" o robadas para ingresar los datos y habilitar la conexión.
Las empresas de servicio se enteraban de la maniobra recién a los tres meses, ya que por lo general los dos primeros son bonificados.
Advertidos de la estafa, el operador bloquea el decodificador. Pero, los "Decotruchos", tenían todo previsto. El "cliente" los volvía a contactar y los delincuentes, prestos para cumplir con el plazo de dos años, volvían con el nuevo "deco" para comenzar de nuevo.
Pescado infraganti
En una cámara oculta que un policía bonaerense encubierto le realizó a uno de los instaladores de cable trucho, se ve y escucha cómo le explica al "cliente" cuál es la "contraseña de wifi" y le aclara que: "El número de atención al cliente –que está en la etiqueta de la caja del equipo original- es al pedo. Si tenés algún problema, vos te manejas conmigo". Y así lo hacían cada 90 días.
"Son 1.500 pesos"
Los casos registrados por la justicia federal de La Matanza a través de intercepciones telefónicas son varios. En la primer escucha, Walter, un potencial cliente dice que el número de contacto se lo pasaron de una remisería del barrio.
El hombre no anda con vueltas, explica que necesita que le instalen el cable trucho porque hace tres meses le cortaron el servicio, presumiblemente por falta de pago.
–¿Cuánto me cobras?, consulta sin vueltas.
—Si el cable ya está puesto 1.500. Te doy garantía igual– responde sin inmutarse el estafador.
El ciudadano, que de ilustre tiene poco, asegura que el precio le parece correcto y se justifica: "Total viste ahora viene el mundial y andar sin cable un embole, no puedo mirar ni el fútbol".
La dirección de la casa para realizar la reconexión e instalar el decodificador robado llegará por mensaje de texto y a la semana, el cliente "trucho" del cable operador estará sentado en el sillón de su casa mirando Rusia 2018. Y hasta quizás ufanándose entre sus amigos por la avivada.
Contactos por Facebook
La banda no solo robaba los cables a las empresas para las cuales trabajaba. La demanda era tal que también debían adquirir los insumos a través de otros proveedores a los cuales contactaban por Facebook.
"Necesito dos rollos, o tres ponele. Lo que vi es Sintemax. Ese violeta ¿Ese también tenes? Consulta uno de los ocho integrantes de la organización ahora detenido.
–No, Sintemax no tengo ahora. Vale 30 pesos el metro- informa el comerciante que, como el estafador, también vive en Gregorio de Laferrere, en el partido bonaerense de La Matanza.
Estas y otras escuchas telefónicas en las que, por ejemplo los usurpadores del servicio de cable se comunicaban para informar a los delincuentes que ya tenían el dinero para abonar el servicio trucho, le sirvieron a la justicia y a sus auxiliares, en este caso la Policía Bonaerense, para desbaratar a la organización criminal que estaba desplegada en Morón y La Matanza.
Durante los diez allanamientos, los uniformados, a cargo de numerarios de la Superintendencia de Seguridad AMBA Oeste, incautaron 223 decodificadores, 16 módems, 30 controles remoto, dos routeres, 4 rollos cables coaxiales, 54 cables RCA, cables HDMI, 15 transformadores, herramientas de todo tipo, varios celulares y otros elementos relacionados a internet, TV por cable y telefonía.
En total, se detuvieron a nueve personas, ocho hombres y una mujer de entre 22 y 43 años que formaban parte de la banda criminal.
Como los delincuentes utilizaban datos de tarjetas de crédito y débito para completar la maniobra, en la investigación también intervinieron especialistas de la División Fraude bancario de la Policía Federal Argentina.
Esta es la primera vez que se desbarata una organización de este tipo que estaba operando desde hacía, al menos un año y medio.
A diferencia de otras bandas de menor cuantía que vestidos con los uniformes de las compañías de telecomunicaciones ingresaban a las casas de los usuarios bajo engaño para amordazarlos y robarlos; estos actuaban en complicidad con los que adquirían el servicio trucho.
Este tipo de delito, el de los "Decotruchos" y como por ejemplo la compra de autopartes manchadas con sangre, no podrían existir ni expandirse si no existieran clientes dispuestos a pagar por ello, a sabiendas que el producto adquirido se consiguió después de violar la ley.
Quizás en la Argentina de los atajos y la avivada criolla, todo comience a cambiar, aunque sea un poco, cuando la justicia también castigue a los clientes que son el combustible para los delincuentes.