Juan Cruz Ibáñez (23 años) ya tenía planificado casi todo su fin de semana. El viernes viajaría desde Rosario a su ciudad de Murphy natal, se quedaría a dormir en la casa de sus papás Sonia y Daniel y el sábado por la mañana recibirían la visita de sus dos hermanos Ignacio y Martín para ver en familia el partido entre Argentina y Francia por los octavos de final del Mundial de Rusia 2018.
El jueves por la noche, apenas unas horas antes de morir de un modo trágico e inesperado, Juan Cruz había decidido no juntarse con un grupo de amigos a cenar, como ocurría casi todos los jueves. Prefirió comer solo en su departamento, acostarse temprano y estar preparado el viernes para acudir a la empresa de desarrollo informático en la que trabajaba.
Poco después de la 1 de la mañana del viernes, Ibáñez fue sorprendido por un intruso que se metió en su departamento, lo atacó a cuchillazos y acabó con su vida en apenas unos minutos.
"Lo que más me desespera y me saca de quicio es que mi hermano sufrió demasiado cuando pasó todo esto. Ahora lo hablo así con esta frialdad, pero, yo qué sé, si era por un accidente de tránsito o hasta si le pegaban un tiro en la cabeza, no sé, era algo así seco, sin sufrimiento. Esto me sigue carcomiendo la cabeza", le relató a Infobae Martín Ibáñez, el hermano mayor de la familia, de 33 años.
La familia Ibáñez se formó en la pequeña ciudad de Murphy pero con el pasar de los años se desperdigó por diferentes lugares de la Argentina. Mientras los padres permanecieron en esa localidad, Martín se fue a Venado Tuerto, Ignacio, de 33, se mudó a Buenos Aires, y Juan Cruz se fue a Rosario con apenas 18 años.
El joven apasionado del fútbol y de la música se había mudado a su departamento de la calle Zeballos 2133, apenas a 200 metros de los Tribunales rosarinos, recién en enero. Justo cuando coincidía con el mejor momento de su incipiente carrera profesional. Le faltaban tres materias para recibirse de ingeniero aunque ya trabajaba en el rubro, hasta había iniciado una web de desarrollo tecnológico junto a un amigo que empezaba a dar sus frutos.
"Yo lo digo siempre, dentro de la simpleza que tenía, Juan Cruz contaba con una inteligencia sobrenatural. Yo soy un burro que jugaba al fútbol, él se destacó siempre en la escuela secundaria y en la facultad y eso lo acompañaba con su buen humor y compañerismo. Tenía millones de amigos", explicó Martín.
Mientras la investigación sobre su muerte sigue en curso, todavía no se pudo determinar si se trató de un robo aleatorio y si Juan Cruz había sido "marcado" con anterioridad: "Es una posibilidad que manejan, pero no veo motivo para que lo marquen. Nosotros somos de clase media típica, no nos sobra nada. No habría motivo para que lo hayan elegido a él especialmente".
Lo ocurrido durante la madrugada del viernes en ese departamento 1º B de la calle Zeballos provocó sorpresa, bronca y hasta incredulidad entre la familia de la víctima. El modus operandi del asesino alcanzó características macabras, cínicas.
"Parece que este hijo de puta entró por la ventana del departamento, que está justo al lado del techo de una casa vecina. Encima, creo que Juan Cruz dejó la ventana abierta esa noche".
El asesino atacó al ingeniero cuando éste todavía dormía en su cama. La autopsia reveló luego que el joven de 23 años ofreció resistencia pero que finalmente perdió la vida con al menos 20 puñaladas.
Lo más retorcido de la historia ocurrió en las horas siguientes: "El médico nos contó que mi hermano murió cerca de las dos de la mañana. Y este asesino abandonó el departamento recién a las seis", contó Martín Ibáñez a Infobae.
"El tipo se bañó en la ducha de mi hermano y, como si fuera poco, después se puso la ropa de él para salir del edificio. Un loco de mierda".
Según el relato de Martín, luego de bañarse, el delincuente empezó a guardar en bolsas los objetos que pensaba robar: dos computadoras, un teléfono celular, una TV Led, dos guitarras y lo poco que había de dinero.
"El tipo bajó al estacionamiento, quiso salir con el auto de mi hermano, pero se ve que no lo sabía manejar. Cuando quiso dar marcha atrás, el auto se le fue para adelante y chocó de trompa contra una pared. Ahí parece que entró en pánico, sacó las bolsas del baúl y trató de salir por la puerta de entrada del edificio".
El asesino volvió al hall de entrada, le tocó la puerta a una vecina para que lo ayudara a salir, la mujer nunca le abrió (y sería la que luego llamaría al 911). En medio de la desesperación, rompió el sistema de llave electrónica, apoyó las bolsas con los objetos en la vereda y esperó que pasara un taxi.
"Cuando se subió al taxi, le dijo al chofer que se había separado de su mujer y que se estaba llevando sus cosas a su casa. Le pidió que lo llevara a una villa al fondo de la calle Chacabuco, no sé cómo se llama", relató Martín Ibáñez.
"Cuando llegaron a la villa, el tipo se bajó, se llevó rápido sus bolsas y salió corriendo sin pagarle un centavo al taxista. Eso fue lo que le llamó la atención a ese taxista y que luego ayudó a que lo atraparan", añadió.
La vecina que había recibido los golpes en la puerta fue la que dio aviso a la policía sobre lo que había sucedido en el departamento de Juan Cruz y el taxista fue el gran responsable de que se pudiera encontrar con celeridad al supuesto asesino: durante la mañana del viernes, el chofer se enteró de la noticia del crimen gracias a la TV y decidió acudir en ese instante a una comisaría para relatar lo que le había sucedido a la madrugada.
El chofer brindó la dirección a la que había acudido con el delincuente y, después de algunas entrevistas con vecinos, la policía logró dar con el domicilio del atacante.
Durante el allanamiento, se encontraron prendas de ropa de Juan Cruz y algunos de los objetos robados. Así, se determinó que el principal sospechoso es menor de edad, de 17 años, llamado L. O. y que toda la causa se trasladó así al Juzgado de menores de la ciudad.
En ese mismo procedimiento, la policía detuvo a la hermana y al cuñado del sospechoso por encubrimiento. Sin embargo, todavía no habían llegado a dar con el supuesto homicida.
Después de más investigaciones y entrevistas en el barrio, la policía tomó conocimiento de que el sospechoso había estado durmiendo en diferentes casas y hasta en las vías del tren y que estaba a punto de abordar un micro con destino a la provincia de Chaco.
De ese modo, el joven de 17 años fue finalmente detenido cuando ya se encontraba arriba del ómnibus y a punto de abandonar Santa Fe. También se determinó que el sospechoso contaba con antecedentes por detenciones desde sus 14 años por robos y portación ilegal de arma de fuego.
Hoy, a unos pocos días del crimen, quedó todo destruido en la familia. Martín recién pudo acudir al departamento de su hermano con la ayuda de unos amigos: "Fui con mis amigos más íntimos. Ellos entraron antes que yo, ordenaron todo y limpiaron con la ayuda de una empresa especializada para que cuando yo entrase no fuera tan fuerte. Igual fue devastador".
Los Ibáñez intentarán aferrarse a los recuerdos. Esos recuerdos que llevan a los momentos de diversión, a vacaciones, a comidas históricas y a los grandes logros en la corta carrera profesional de Juan Cruz.
De hecho, quizás en un futuro resuene una y otra vez el reconocimiento otorgado por la propia NASA a un proyecto liderado por él junto a otros cinco amigos. Se trató de un reconocimiento otorgado en 2016 durante un "hackaton" mundial organizado por la agencia espacial acerca de apps temáticas. El proyecto era un programa de geolocalización de drones con el fin de evitar que estos se estrellaran ante objetos extraños. Ese trabajo fue incluido entre los nominados a los mejores cinco proyectos internacionales en la categoría "mejor uso del hardware".
Así y todo, la angustia es lo único que se respira dentro de la familia Ibáñez. "Yo trato de hacerme fuerte para poder sostener a mis dos viejos y para que mis hijos de dos y cuatro años no me vean derrumbado, pero cada día que pasa es más difícil de sobrellevar", afirmó Martín Ibáñez con congoja a Infobae.
Y añadió: "Me siento obligado a controlarme. De haber sido soltero, ya estaría saliendo a buscar justicia por mano propia. Pero tengo dos hijos chiquitos y tengo que sostener a mis viejos. La verdad, me veo obligado a confiar en la justicia".
El hermano mayor de la víctima reveló que desde lo ocurrido, no hay día que pase en el que no se ponga a escuchar los últimos audios de Whatsapp intercambiados con Juan Cruz.
"Gente que pasó por cosas así dice que lo primero que uno se olvida de las personas queridas es de su voz y yo me niego a olvidarme de la voz de mi hermano. El audio que más escucho es el último, del miércoles a la noche, cuando yo le pedí ayuda para hacer una web de mi proyecto profesional como nutricionista: 'ahora estoy cenando con amigos, después te llamo yo', fue lo último que me dijo".
Martín Ibáñez admitió que hacerse cargo de todos los trámites administrativos lo ayudó a poder distraerse un poco, pero que las etapas de abismo se viven al momento de apoyar la cabeza contra la almohada.
"El otro día, mi mamá me tiró una frase impecable respecto a lo que nos pasa: felices no vamos a serlo nunca más, solo nos queda tratar de encontrar buenos momentos".
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