Caso Rafael Nahuel: “Los agresores encapuchados se nos venían encima y amenazaban con matarnos”, declaró uno de los prefectos

Así lo aseguró el cabo primero Sergio Guillermo Cavia, miembro del grupo de elite Albatros, en una actuación reservada requerida por la Justicia Federal de Bariloche, que Infobae presenta en exclusiva

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Procedimiento en la Comunidad mapuche
Procedimiento en la Comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu( Euge Neme)

La Justicia Federal de Bariloche indagará este jueves al cabo primero de la Prefectura Naval Argentina Francisco Javier Pintos, imputado por la muerte de Rafael Nahuel en Villa Mascardi. Una pericia balística indica que la bala 9 mm que le causó la muerte al joven había sido asignada a Pintos. La investigación judicial está ahora abocada en determinar las circunstancias objetivas de la muerte del joven mapuche.

Rafael Nahuel, el joven muerto
Rafael Nahuel, el joven muerto durante la ocupación mapuche en Villa Mascardi

Si bien solo Pintos fue convocado para ser interrogado, el tribunal requirió las actuaciones administrativas de la Dirección de Seguimiento de Causas de Violencia Institucional y Delitos de Interés Federal del Ministerio de Seguridad.  Allí constan las primeras exposiciones de los seis miembros del grupo Albatros que presuntamente intercambiaron fuego cruzado en el predio reocupado por la comunidad Lafken Winkul Mapu, desalojada por orden judicial dos días antes.

Doce días después de la muerte de Nahuel, la Justicia halló 34 vainas 9 mm disparadas por la patrulla de Albatros, pero no encontró indicios de disparos por parte del grupo de mapuches. En tanto, un peritaje del Servicio de Ingeniería y Química Forense del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) del Ministerio Público de Salta halló los tres componentes de la pólvora en las manos de tres mapuches: Rafael Nahuel, Fausto Jones Huala y Lautaro González. Esa pericia fue cuestionada por la defensa de Jones Huala y González y será impugnada por la familia de Nahuel, según anunció su abogado Estanislao Cazaux.

Como hizo ayer Infobae al dar a conocer la declaración manuscrita de Pintos, se presenta a continuación el relato del cabo primero Sergio Guillermo Cavia que integró la patrulla en Villa Mascardi. Ese documento manuscrito forma parte de la actuación administrativa EX -2017-29918097-APN-DSCVIYDIF#MSG, solicitada por  el magistrado Gustavo Villanueva.

La declaración del cabo primero Sergio Guillermo Cavia

-¿Cuál fue el motivo del operativo?

-Desalojo de espacio tomado en un Parque Nacional en Bariloche y custodia judicial del predio desalojado.

-Equipamiento provisto:

-Pistola reglamentaria, equipos de comunicación.

-Desarrolle en forma detallada su presencia en el operativo.

-En un principio se nos había dado la tarea de desalojar un predio ocupado, tomado en un Parque Nacional. Mi función fue la de formar parte del grupo de control de disturbios.

Tras el desalojo se destacó un grupo de 20 funcionarios para la custodia judicial del lugar y yo ocupé puestos de seguridad e integré las patrullas de control y de reconocimiento del lugar a custodiar. Ni bien iniciado el patrullaje, se informó sobre las anomalías en el terreno, las bruscas modificaciones que se veían como barricadas y caminos tapados, que no se encontraban el día anterior cuando se divisó a una persona que al escuchar la voz de "¡Alto, Prefectura!", se dio a la fuga.

A raíz de ello, por órdenes judiciales se inició una patrulla de reconocimiento del terreno. La misma se encontraba conformada por mí y otros tres efectivos más: el cabo primero Lezcano, el cabo segundo Sosa y el marinero García. Ni bien ascendimos observamos estos cambios en los caminos de la montaña. A medida que avanzábamos encontrábamos más barricadas con montículo de piedras y árboles marcados con pintura roja y amarilla con distintos símbolos de como círculos y flechas.

Procedimiento de inspección en el
Procedimiento de inspección en el lugar del hecho

Una vez informadas las modificaciones, encontramos una cierta cantidad de vainas servidas de calibre 12/70 (de postas de goma). Se informó sobre ese hallazgo y se continuó con la patrulla hasta llegar a una estructura metálica como una especie de antena. Durante el ascenso llegamos hasta un camino que conducía a una especie de fortificación: era como una barricada inmensa donde el cabo segundo Sosa y yo nos acercamos arrastrándonos como medida de seguridad.  Suponíamos que podría haber alguien y que al vernos se comprometería la misión de reconocimiento.

Al acercarnos con Sosa documentamos con el celular lo que vimos, como lo habíamos hecho con todas las modificaciones avistadas hasta el momento.  En ese momento divisamos a dos individuos. Uno se encontraba fumando y el otro tenía una capucha. Luego de realizar ese avistaje observamos dos chozas precarias y procedimos a alejarnos de la estructura.  Es decir, de la barricada tipo fortín inmenso en el cual estábamos.

Nos replegamos con Sosa unos metros más abajo para reorganizarnos y redistribuirnos. Sosa y yo nos escondimos bajo unos troncos y malezas al costado del camino para estar atentos al movimiento de los individuos vistos. Mientras tanto, Lezcano y García bajaron unos metros más para informar y solicitar el apoyo para realizar las detenciones. Se había ordenado que en el caso de que se metieran personas al lugar procediéramos a su detención. Por eso se trataba de mantener la comunicación entre las unidades para brindar información e intercambiar novedades. Los enlaces se hacían con el equipo apostado a distancia.

Al transcurrir un tiempo indeterminado escuchamos con Sosa a un sujeto masculino hablar en otro idioma con voz alta como dando un discurso. Luego escuchamos gritos de una gran cantidad de personas y vimos descender de la montaña a un grupo de más de quince personas, todas encapuchadas, las caras tapadas, con banderas rojas y amarillas, y lanzas desplazándose en una columna tipo fila india.  Se acercaban por el camino en dirección adonde estábamos escondidos con Sosa.

En ese momento, justo a metros nuestro, llegaron el cabo primero Pintos con la marcadora de pintura y el cabo segundo Obregón.  Ellos logran hacer retroceder a la columna para que Sosa y yo pudiéramos salir de la zona de riesgo.  Pero en ese momento empieza la agresión hacia nosotros con lanzas, piedras, insultos y amenazas con matarnos.  Nos resguardamos Pintos y yo detrás de un árbol. Del otro lado del camino tras otro árbol se ocultaron Obregón y Sosa. Al no cesar la agresión usamos la intimidación verbal para que cesaran su accionar.

Al no haber respuesta se continuó con la marcadora de pintura (arma no letal).  Cuando agotamos esa medida, ellos empiezan a dispararnos. Empezamos a escuchar fuertes y diversos estampidos y vimos que impactaban en el árbol donde estaban Sosa y Obregón.  De inmediato solicité apoyo y la autorización para defendernos con las armas de fuego para tratar de frenar el avance. Los agresores encapuchados se nos venían encima y amenazaban con matarnos. Tuvimos que utilizar una granada de estruendo para frenar el avance y la agresión. Eso nos dio unos segundos para salir del lugar de riesgo.

En el inicio de la agresión logré divisar a un sujeto disparando con arma de fuego en dirección a Obregón y Sosa. Por decisión propia en ese momento efectué disparos intimidatorios a la base de los árboles para cesar la amenaza. Ahí llegó García en apoyo para darnos cobertura en el repliegue.

Simultáneamente, nos dábamos cobertura entre nosotros para poder descender de la montaña donde nos esperaba el resto del personal propio con equipo de seguridad. Unos 25 minutos después, aproximadamente, bajaron personas gritando y diciendo que había un herido y en una camilla bajaron una persona.

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