Una leyenda ancestral refiere que todo asesino lleva la huella de su crimen en la cara. Cuando a Fabián Tablado le preguntan sobre lo que hizo el 27 de mayo de 1996, su expresión atraviesa una especie de mutación gestual. Su mirada es otra, mueve la boca como si tuviera un tic nervioso, se pone colorado, tartamudea. Ese día, hace 22 años, mató de 113 puñaladas a su novia Carolina Aló, de 16 años, en una casa de Tigre.
—Para mí fue ayer, siento que quedé estancado en el tiempo. Tengo más presente el pasado que lo que pasó hace horas. Encima el 4 de junio ella cumplía años. Son fechas especiales. Se remueve el pasado. Es algo que queda tan grabado que te corroe y te pone de una manera que no sabes si estás viviendo o estás durando.
Eso dice a Infobae Edgardo Aló, padre de Carolina, a 22 años del femicidio.
—¿Qué recuerda de ese día?
—Todo. Como si hubiesen pasado hace minutos de ese hecho aberrante que arruinó mi vida para siempre. Recuerdo la ida y vuelta al colegio para ver si Carolina había salido porque se demoraba y la esperaba en casa. Recuerdo haber tenido la intuición de pedirle a mi cuñado que me acompañara a la casa de la lacra (Tablado). Y encontrar muchos patrulleros en la puerta y una ambulancia. Recuerdo que entré y vi a la madre de la lacra. Se sorprendió al verme. Le pregunté qué había pasado y me respondió: "Nada, nada". Luego sale un hombre de sobretodo, me abraza y me empieza a sacar. "Pasó una tragedia", me dice. Le pregunté qué tipo de tragedia. No se animó a decirme nada. Me di cuenta de que algo había pasado con Carolina, pero nadie me lo decía. Después escuché que un perito dijo: "Conté hasta 80 y no pude contar más". "¿80 qué?", le pregunté. Me pidió perdón, no sabía dónde meterse. Terminé viendo todas las fotos del día del horror. Viví esa pesadilla y cargo esa mochila hasta hoy.
—¿Qué sabe de Tablado?
—Sé que esa lacra sigue preso en la Unidad Número 41 de Campana. Está en el pabellón evangelista. Ahí lo protegen y hubo denuncias de que los presos pagan para estar en esos lugares. Por suerte le rechazaron todas las salidas transitorias que pidió. Dije que iba a ser su sombra, se lo prometí a mi hija: llevo 22 años recorriendo los tribunales para que no salga. Hasta dejé mi trabajo en una inmobiliaria. El caso de Carolina fue una bisagra. Se empezó a cambiar la mirada con respecto a estos hechos, que eran catalogados como "dramas pasionales" o de "emoción violenta". Además tenía que haber una relación de cónyuges entre el asesino y la víctima para que le dieran perpetua al femicida. Eso cambió.
—Nadie hablaba de femicidio…
—No existía esa palabra. Pero la sociedad mejoró en ese sentido. Ahora el 27 de mayo es el Día de la prevención de noviazgos violentos. Además están construyendo una Fiscalía de la Mujer que llevará el nombre de mi hija. Es una bendición que hayan cambiado muchas cosas. En eso fue decisivo el movimiento de Ni una menos.
Aló creó la Fundación Carolina Aló para asistir a víctimas de violencia de género. "Hay abogados, psicólogos y psiquiatras trabajando en forma gratuita. Todos parecen estar en contra de la violencia machista, pero cuando uno golpea puertas de los funcionarios, no se abren tan abiertamente", dice Aló, que la semana que viene podría reunirse con la gobernadora María Eugenia Vidal.
En todo femicidio hay una foto simbólica de la víctima, donde suele vérsela llena de vida. En el caso de Carolina es la foto en la que aparece sonriente, con trencitas y llena de energía.
—Es la única foto que me queda. Las otras desaparecieron. En esos días creo que los periodistas se las llevaron en busca de la exclusiva y no las devolvieron. Uno siente que pierde todo, pero hay una parte de Carolina que nadie podrá matar nunca.
—¿Para usted la justicia benefició a Tablado?
—Eso está claro. El fallo fue vergonzoso. El único juez de la Sala III de la Cámara Penal de San Isidro que votó por la reclusión perpetua fue Fernando Marotto. Sus colegas Fernando Mancini y Margarita Vázquez, que opinaba como Marotto y se dio vuelta, dijeron que se había tratado de un homicidio simple, sin alevosía ni ensañamiento. Cuando hay plata, la Justicia se calla. La Justicia le dio a mi hija la puñalada 114.
Escandaloso beneficio
Hace seis años, la Sala III de la Cámara Penal de San Isidro le concedió a Tablado el beneficio de las salidas transitorias por haber completado dos tercios de la condena a 24 años que le aplicaron en 1998. Llegó a salir de la cárcel cuatro veces por semana.
Más allá de haber matado a una mujer, en prisión Tablado recibió cartas de jóvenes que querían conocerlo. Con una de ellas, que además era vecina suya, se casó y tuvo mellizos. La ceremonia fue el 24 de septiembre de 2006 en la cárcel de Florencio Varela. El asesino se ocupó de cocinar la torta. Solía escribirle cartas de amor y dibujarle ositos cariñosos a su mujer.
Pero la relación con Roxana, una mujer que tenía 12 años cuando ocurrió el femicidio, pasó del idilio a la oscuridad. En 2014 se separaron porque Tablado la maltrataba.
"Todo esto es mentira, quieren hundirme", dijo él una vez al autor de esta nota. Por entonces, en Facebook se crearon dos grupos antagónicos. Uno se llama "No a la libertad de Fabián Tablado", que tenía 750 seguidores. El otro, "Sí a la libertad de Fabián Tablado", era seguido por 12 personas. En Tigre apareció un pasacalle con esta frase: "Cuidado: asesino peligroso suelto".
Tiempo después, la Justicia Contravencional de San Isidro condenó a Tablado, de 37 años, en un juicio abreviado a dos años y medio de prisión por amenazas y maltratos psicológicos.
Según se probó, Tablado amenazó de muerte a su ex mujer Roxana López, una maestra con la que tuvo mellizos, y a su suegra. Esa condena se suma a los 26 años que cumple por haber matado a su novia Carolina Aló.
—Aló, en cuatro años, Tablado podría quedar libre. ¿Volverá organizar escraches?
—Este miserable no cambia. Ya amenazó a mucha gente, a su pareja, a otra novia que tuvo, a su suegra, a mí también me dijo que me iba a matar. Con lo que le hizo a mi hija debería haber sido condenado a perpetua. La sociedad cambió. Y por eso creo que si esta lacra recupera la libertad no va a poder caminar tranquilo por la calle. Y mucho menos por Tigre, donde no olvidaron y lo siguen llamando "chacal". Va a tener que irse del país.
—¿Habló alguna vez con él después del femicidio?
—Nunca quise. Es una lacra que sólo maltrata mujeres, incluso a su madre. Nunca enfrentó a un hombre. Que nadie se sorprenda si sale y vuelve a matar a una mujer. De hecho le mandó una carta a una novia que tuvo en la que decía que quería volver a matar porque le daba adrenalina, y que quería volver a experimentar el crimen. Él se hizo cargo de esa carta y dijo: "Fue un momento de bronca". Siempre dice lo mismo.
Qué dice el asesino
"Mi ilusión siempre fue formar una familia. Estoy arrepentido de lo que hice. Admito que muchas mujeres me escriben cartas y quieren conocerme. Yo sólo quiero ser feliz, ya pagué por mi error. Cambié, soy un hombre nuevo. Nunca más voy a maltratar a una mujer. Estoy muy arrepentido por el daño irreparable que causé. Sólo pienso ofrecer amor", le dijo Tablado hace cinco años al autor de esta nota. Luego preguntó:
—¿Cómo van a titular la nota?
—¿Por qué lo preguntás?
—Me gustaría que pusieran: "La nueva vida de un hombre que pide perdón por su error".
Pero Tablado sabía que siempre iba a ser el asesino o femicida de las 113 puñaladas, y que no habría título posible sin marcar el horror de su acto criminal.
Cuando fue escrachado y le negaron las salidas transitorias, le dijo a su familia que quería radicarse en otro país.
Los peritos que lo analizaron concluyeron que "Tablado tiene una personalidad estructurada de modo psicopático, con una débil internalización de los límites, con rasgos narcisistas, egocéntricos, sobrevaloración de sí mismo y manipulación del otro".
El caso Tablado es estudiado por psiquiatras y psicólogos que analizan una parafilia particular: la enclitofilia, el término empleado por Edmon Loccard para definir a las mujeres que se enamoran de los asesinos.
Después de matar, Tablado se casó. Al separarse, se puso de novio con otra mujer. "A ese pibe le llagaban las cartas de amor en carretilla", dijo una vez Carlos Eduardo Robledo Puch, el ángel de la muerte que mató a once personas en 1972.
—Nunca va a dejar de ser asesino —dice Aló-. No hay que olvidar que Tablado golpeaba a Carolina desde mucho tiempo antes del femicidio. Tenía planeado matarla. "Si no sos mía, no vas a ser de nadie", le dijo. Y tuve que escuchar en el juicio que su defensa dijera que tuvo un ataque de epilepsia y perdió la razón. Una falsedad gigantesca. La mató durante 15 minutos, sin arrepentirse. Usó dos Tramontina, una cuchilla y un punzón. No fue una máquina que entró en cortocircuito.
Con emoción, el padre de Carolina dice:
—Quiero que no haya más Carolinas. Me pude haber quedado en el dolor y en la lágrima, pero decidí no hacerlo.
El domingo, cuando se cumplan los 22 años del femicidio, probablemente Tablado tenga día de visita en la cárcel de Campana. A esa hora, Aló irá al cementerio a llevarle una flor a su hija.
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