Refiere la leyenda que hace casi treinta años, el piso 18 de la cárcel de Caseros era una especie de fortaleza inexpugnable hasta para los guardias. En el pabellón máxima peligrosidad convivían los piratas del asfalto, los asesinos, los ladrones de bancos y de blindados, y hasta los responsables del copamiento de la Tablada, agrupados en el Movimiento Todos por la Patria.
-Nosotros éramos del Movimiento "todos por la plata"– recuerda Hugo Sosa Aguirre, alias Garza Sosa, un preso legendario que vivió en ese piso tumbero.
Recuerda que los presos tenían un método infalible para que los guardias no hicieran la requisa:
-Teníamos el yompa (pabellón en lunfardo) sucio a propósito, para que los milicos no se acercaran por el olor a podrido. Le hacíamos agujeros a las papas y en esos huecos encanutábamos nuestras cosas. Había una montaña de papas que parecían enteras, pero en realidad ocultaban desde drogas, pastillas hasta facas.
Peor un día, un fraile capuchino que estaba detenido y se ocupaba de la limpieza del lugar, tiró todo a la basura. Ese día comenzó una especie de suplicio para los detenidos de ese sector: volvieron las requisas.
El último operativo sorpresa de requisa ocurrió el 4 de mayo en la cárcel de Campana, donde más de 50 efectivos de la Dirección General de Seguridad del Servicio Penitenciario Bonaerense requisaron pabellones, patios y locutorios de visita.
Allí secuestraron 92 facas, 61 celulares,50 envoltorios con cocaína y marihuana y vestimenta similar a la de los guardias.
Además encontraron baterías de celular, cargadores, psicofármacos, tuqueras, botellas con alcohol y 5 documentos de identidad falsos.
"Se frustró una fuga que tenían paneada", dijo una fuente penitenciaria. En lo que va del año, en ese penal secuestraron 186 celulares y 176 armas caseras.
Según un informe del Servicio Penitenciario Bonaerense, en las 56 cárceles de la Provincia de Buenos Aires, en el primer cuatrimestre de este año se incautaron 7822 teléfonos celulares, 4324 facas y 461 elementos contundentes.
Durante 2017 fueron secuestrados 26.704 celulares, 15.845 elementos punzantes, 6873 elementos contundentes y 11.807 psicotrópicos. Y en 469 procedimientos se incautaron drogas.
"Los operativos comenzaron el año pasado, a partir de la gran cantidad de casos de presos que organizan golpes a través de sus teléfonos, cuya tenencia y uso está prohíbido, además de los episodios de violencia", dijo la fuente penitenciaria. "Hasta secuestramos serruchos, dinero y celulares en los que había mensajes incriminadores sobre golpes cometidos".
"Todo eso es un circo, vienen hasta con perros a cualquier hora y nos rompen todas las cosas. Cuando escuchamos las botas golpear contra las chapas, escondemos todo", dice un ladrón detenido en la cárcel de Florencio Varela.
"¿Cómo se creen que entramos los celulares? Los mismos guardias nos piden desde una a tres lucas para entrar un aparato. Lo mismo con las drogas y las pastillas. Esto lo hacen por estadística", asegura el delincuente.
"Acá no te dejan tener nada posta, al menos cada vez que hay un celular viene la requisa con los perros y arrasa con todo. A mí me sacaron un cuaderno en el que estaba escribiendo un libro porque vieron que hice un plano a mano alzada y pensaron que era un plan para fugarme", dice Víctor Schillaci a Infobae, uno de los tres fugados de la cárcel de General Alvear y condenado a perpetua por el triple crimen de la Efedrina, que está detenido en el pabellón de ingreso del Complejo Penitenciario Federal Número 1 de Ezeiza.
Otro preso, alojado en la cárcel de Olmos, tenía un celular y una computadora en el pabellón evangelista. "Tenía que pagar 4 lucas por mes, pero la condición era que no hiciera bandera. Yo lo usaba para hablar con mi familia, ver pelis, escribir. Nunca lo utilicé para entregar laburos o cometer delitos. Ellos te dan todo, pero si hay requisa tenés que esconder todo. Pasan cosas insólitas. No hace mucho secuestraron varios consoladores y revistas porno", dice el ladrón.
"Acá donde estoy nos dejan tener una faca, pero muy de callado y encanutado. Es la manera de controlar las cosas. El capo maneja el pabellón y el guardia se ocupa de la reja para afuera", afirma un asaltante que purga condena en Urdampilleta.
La falta de requisa fue una de las causas del sangriento motín de Sierra Chica, ocurrido en la Semana Santa de 1996, cuando los llamados Doce Apóstoles mataron a otros 8 presos y tomaron rehenes durante 8 días. Además de tener facas y pastillas, tenían un arma de fuego que habría entrado la abogada de uno de los presos.
En la histórica fuga del 16 de septiembre de 1994 también fallaron los requisas. La Banda de la Garza Sosa y del Gordo Valor escaparon con armas, disfraces de médicos y guardias y usaron sábanas anudadas para saltar un muro.
"La requisa es como una lotería. Hay guardias corruptos y también de los honestos. Por las dudas hay que encanutar siempre", dice el Gordo Valor. Lleva más de 15 años y jura que nunca tuvo celular. No porque se considere leal a las reglas. Sólo que se siente incapaz de saber usarlo.
Aún se cuenta como una anécdota infaltable el día que un guardia de Devoto descubrió que Arquímedes Puccio, el líder del siniestro clan que secuestraba y mataba empresarios, tenía una faca. Puccio le gritó al guardia, lo echó y le dijo:
-Cuando recupere el poder los voy a hacer vestir uniforme rosa.
El guardia le dejó la faca, que Puccio conservó hasta sus últimos días en una pensión de mala muerte en General Pico.
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