Perdió una pierna por un balazo, casi muere en la cárcel y hoy encontró una nueva vida reciclando basura

Cuando capturaron a Matías Dimitroff un proyectil se incrustó en su pierna. En la cárcel tuvieron que amputarla por una infección que casi lo lleva a la muerte. Hoy, en Villa Jardín, trabaja en una cooperativa y dice: "Nosotros queremos convertir a un delincuente en un trabajador"

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La gente de la cooperativa
La gente de la cooperativa Reciclando Sueños en Lanús Oeste

-A mí me salvó la vida el juez Arias, sino me hubiera muerto en la cárcel, dice Matías Dimitroff.

La tarde cae gris y amenazando lluvia sobre Villa Jardín, ahí donde Lanús Oeste se desbarranca en el Riachuelo. La humedad hace que el olor del río contaminado y de las aguas servidas acumuladas junto a las veredas y en los enormes baches de la calle lastime las narices.

El calor inesperado de principios de mayo pega la ropa al cuerpo y tampoco ayuda. Cuatro contenedores de basura, pintados de verde oscuro, son testigos sordos y mudos de la charla. En un par de horas, hombres y mujeres abrirán sus tapas para llenarlos con lo que no se pueda aprovechar del contenido del camión con el cual recorren siete manzanas del barrio para recolectar y clasificar residuos. Entonces, el olor será peor.

A Matías Dimitroff casi no se le nota la renguera que le produce la pierna ortopédica –esa que reemplaza la que casi le costó la vida- cuando camina hacia la puerta del Club Villa Jardín.

Es un tipo flaco, de unos cuarenta años, de piel blanca y pelo oscuro. Lleva una barba cuidada y un par de anteojos que le dan aspecto de profesor universitario. Es parco, casi reticente, cuando se trata de hablar de su vida, una vida pesada fuera y dentro de la cárcel, pero que –dice – hoy es pasado.

-Hoy ya no –enfatiza, y con eso lo dice todo.

Tampoco quiere fotos, ni siquiera de espaldas.

-No, no quiero. La calidad de vida de la gente famosa no me gusta. Yo quiero vivir tranquilo – advierte.

La cita con Infobae en Villa Jardín es para hablar de lo que hace ahora.

-Al revés que la cárcel, nosotros queremos convertir a un delincuente en un trabajador –dice.

Sin embargo, el juicio político al juez en lo Contencioso Administrativo Luis Federico Arias es ineludible: Dimitroff será testigo porque uno de los 21 cargos que se le hacen al magistrado es haber dictado la medida cautelar que, dice, le salvó la vida.

Un balazo en la pierna

Corría 2011 cuando perdió la pierna y casi la vida. Es ambiguo al hablar de las circunstancias. Infobae pudo averiguar –no porque él lo haya dicho sino por otra vía– que todo empezó con un balazo cuando lo capturaron y que después las cosas se complicaron.

-Yo había recibido… –empieza a decir pero se interrumpe para seguir de otro modo-. Me habían cortado una pierna estando detenido en la Unidad 9 de La Plata y tenía un proceso infeccioso y otros problemas de salud bastante complicados. Arias, en su carácter de juez en lo Contencioso Administrativo, le dijo al Servicio Penitenciario que tenían que internarme en un lugar donde tuvieran la infraestructura suficiente como para atender mi problema, pero no le hicieron caso. Entonces le hizo una advertencia al Servicio diciendo que iba a procesar a los responsables por incumplimiento de deberes.

El juez Luis Federico Arias,
El juez Luis Federico Arias, hoy sometido a juicio político: “Él me salvó la vida”, dice Matías

El juez Arias no fue el primero en tratar de llevar a Dimitroff a un hospital fuera de la cárcel. Antes, su defensa había presentado un pedido de habeas corpus al tribunal que tenía su causa penal, pero tanto el juez en primera instancia, primero, y la Cámara de Apelaciones, después, se lo denegaron.

Finalmente, Arias y Dimitroff lograron que el Comité contra la Tortura presentara un nuevo habeas corpus con el que se logró el traslado al hospital. Para entonces, el estado de salud de Dimitroff era muy preocupante.

-Cómo sería la cosa de crítica que me tuvieron que volver a amputar más arriba de la amputación anterior, porque estaba todo infectado. Diez centímetros más de hueso me sacaron – dice.

La Unidad carcelaria 9 de
La Unidad carcelaria 9 de La Plata

Dice también que no conoce bien los otros cargos que se le hacen a Arias, pero que en su caso está claro que el juez obró bien.

-Le hacen juicio político supuestamente por invadir la jurisdicción de otro juez, pero no invadió la jurisdicción porque él no opinó sobre mi expediente penal, no dijo que a mí me tenían que largar o que yo era inocente o culpable, simplemente dictó una medida cautelar urgente para evitar un daño mayor, que era un problema infeccioso que me iba a llevar a la muerte. Arias no dijo que me largaran, que yo era inocente o que tenía que cumplir la pena bajo arresto domiciliario, nada de eso. Dijo que me tenían que llevar a un hospital y nada más.

-¿Eso es lo que va a atestiguar? –pregunta Infobae.

-Claro. Hoy tengo una pierna ortopédica, sin ningún problema, gracias al juez Arias. Si él no hubiera intervenido probablemente yo no estaría acá hablando con ustedes – responde.

La basura de Villa Jardín

A pesar de lo que el nombre sugiere, en Villa Jardín no hay flores. Sí, en cambio, mucha basura. Matías Dimitroff vive allí desde que salió de la cárcel dispuesto a cambiar no sólo su vida sino también las de otros.

Primero promovió la creación de una asociación civil, Grito Sagrado, con sede en el club del barrio y, a partir de allí, la formación de tres cooperativas de trabajo: una gráfica, Masergraf –que está terminando de tramitar en el INAE -; Reconstruyendo vidas, dedicada a la construcción, y Reciclando sueños, que se ocupa de la recolección de residuos en un sector de barrio, su clasificación, la venta de los materiales reciclables y, en un futuro que esperan que no sea lejano, a todo el proceso completo, incluyendo el reciclaje.

En la cooperativa trabajan 25
En la cooperativa trabajan 25 hombre sy mujeres, alguno de ellos ex detenidos

En la cooperativa Reciclando sueños trabajan 25 hombres y mujeres, algunos de ellos ex presos y otros que son familiares de presos.

Desde hace alrededor de dos meses se ocupan de la recolección de residuos en siete manzanas del barrio, al mismo tiempo que realizan un trabajo de concientización con los vecinos para facilitar la tarea de separación.

-Al principio estaban reticentes, no sabían bien de qué se trataba, pero cuando se dieron cuenta de que era una fuente de trabajo para muchos vecinos y un beneficio para el barrio, nos empezaron a apoyar. Algunos ya nos dan la basura separada –dice Dimitroff en el patio del Club Villa Jardín.

 
La recolección empieza a las
La recolección empieza a las seis de la tarde en un solo camión

La recolección empieza alrededor de las seis de la tarde, con un solo camión. Allí mismo, en la caja, hombres y mujeres hacen una primera separación de los residuos, entre los que son reciclables y los que no, y los van reparten en grandes bolsas blancas. La segunda separación se realiza frente al club: el material reciclable queda en el camión, mientras que el resto va a parar a los cuatro contenedores, que serán vaciados por el servicio municipal que hace su recorrido a las cinco de la mañana.

-Al principio separábamos el material en el patio del club, pero nos dimos cuenta de que eso perjudicaba las actividades deportivas de los pibes. Ahora, lo que es reciclable lo llevamos a un predio de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), con quienes tenemos un convenio, porque no tenemos otro espacio físico. Ahí terminamos de separar y vendemos lo reciclable –explica.

Cada día separan 500 kilos
Cada día separan 500 kilos de residuos reciclables

En un futuro próximo, la cooperativa tiene previsto limpiar un predio y techarlo para poder hacer el trabajo de separación y obtener mejores márgenes en la venta.

Son quinientos kilos de residuos reciclables por día, quinientos kilos que no terminan en un relleno sanitario, quinientos kilos por día en árboles que no se cortan, en petróleo que no se extrae para hacer botellas. Es materia prima que no se usa y que nosotros volvemos a incorporar al circuito productivo. El aspecto ambiental de nuestro laburo también es fundamental, porque de otro modo todo eso terminaría en un relleno sanitario, donde tardaría mil años para degradarse. Y aparte genera puestos de laburo genuinos – se entusiasma Dimitroff.

Cambiar el futuro

La tarde va cayendo y el gris se hace más intenso, aunque la lluvia sigue siendo solamente una amenaza en Villa Jardín. Las instalaciones del club van cobrando vida: los pibes que acaban de salir de la escuela se acercan a jugar en el patio y un grupo de integrantes de la cooperativa empieza a preparar el trabajo de recolección del día.

La charla con Infobae va llegando a su fin, porque en un rato Dimitroff tiene una reunión con un docente de la carrera de Seguridad Ciudadana de la Universidad Nacional de Lanús.

La cooperativa hizo convenios con
La cooperativa hizo convenios con la Universidad de Lanús “para poder cambiarles el futuro a los pibes del barrio”, dice Dimitroff

El docente, Alberto Mongia, llega con dos de sus alumnos, que van a hacer un trabajo de extensión con la gente de las cooperativas y los pibes del barrio. Los muchachos se llaman David y Lucas y piden que no se publiquen sus apellidos porque, además de alumnos de la carrera en la universidad, son oficiales del Servicio Penitenciario Federal y hay cosas que –como trabajar con liberados – a la institución pueden no caerle bien.

-¿Por qué lo hacen?

-Yo entré al Servicio Penitenciario porque era una fuente de trabajo seguro, pero con el tiempo, aparte de ser carcelero, como decimos, cambié la mirada y quiero formarme para aportar a la seguridad cambiando la cárcel desde adentro. No puede ser que un pibe que entra porque se fumó un porro termine siendo delincuente porque pasó por la cárcel. En eso pensamos como Matías –dice David.

Dimitroff lo escucha con atención y desarrolla la idea:

-Vos vas a la cárcel y los que mandan en un pabellón dicen "yo soy chorro". Y el chorro es el único que opina. Entonces, el pibe que entra por drogadicto, por un porro, porque se manda un saque en la esquina, que tenía miles de problemas pero no era delincuente, ve eso y lo primero que piensa es que su estrategia para sobrevivir es convertirse en chorro, ¿entendés?, porque el chorro es el único que manda en el pabellón.

Dimitroff hace una pausa y agrega:

-Con la Universidad de Lanús tenemos varios convenios y éste es uno de ellos, pero hay otros. Ahora estamos desarrollando un convenio con la carrera de Gestión Ambiental Urbana y otro con la de Diseño Industrial, porque nosotros tenemos actividades productivas y lo que queremos es hacer autosustentables y eficientes nuestras empresas para que generen un salario digno para los compañeros que prestan servicios en lo que hacemos. La idea principal es aprovechar los recursos de la universidad y que la universidad venga a captar pibes de estos barrios populares para abrirles otras perspectivas y cambiarles el futuro – dice.

Queda poca luz en Villa Jardín y los trabajadores de la cooperativa están subiendo al camión. Son hombres y mujeres, muchos de ellos con barbijos y guantes. Matías Dimitroff se despide y camina hacia la habitación donde tiene su oficina la cooperativa. De lejos se lo ve renguear, apenas un poco.

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