Dos hermanastros que en su momento se enamoraron. Dos hermanastros que hace tres años protagonizaron un crimen terrible: asesinaron, descuartizaron y quemaron a los padres de ambos y dejaron huérfanos a dos hermanitos mellizos de 11 años, pareja de las dos víctimas. Dos hermanastros que, después de tres años de lo sucedido no quieren ni cruzarse. Sin embargo, hoy se vieron las caras en el inicio de la audiencia previa al juicio oral por los homicidios de Miriam Kowalzuck y Ricardo Klein.
Karen Klein, hija del fallecido Ricardo, y su hermanastro Leandro Acosta, hijo de Miriam, se presentaron en el Tribunal Nº 7 de San Isidro como acusados de haber asesinado de manera cruel a sus padres en septiembre de 2015.
En esa audiencia, la fiscalía intentará demostrar que los dos hermanastros llevaron a cabo efectivamente el asesinato y el intento de desaparición de los dos padres. Mientras tanto, desde la defensa, se tratará de comprobar que el ADN de los restos encontrados en la vivienda de la familia no pertenecían a las víctimas y, por lo tanto, aún no se produjo el hallazgo de los cadáveres.
Terminar con "El Monstruo"
El 12 de septiembre de 2015, Raúl Klein se decidió a acudir a una comisaría de Pilar para denunciar la desaparición de su hermano Ricardo y su esposa Miriam. Nadie sabía nada de ellos desde el primer día del mes y ya no lo convencía la explicación de su sobrino Leandro, de 25 años, acerca de que el matrimonio se había ido a Uruguay para jugar al casino.
La policía tardó apenas un día en acudir al domicilio ubicado en la calle Sarratea al 2726. Se trataba de una edificación de dos pisos, modesta, con el cemento y los ladrillos a la vista y que había sido construida durante años por el propio Ricardo Klein.
Una vez que los oficiales ingresaron al hogar, se encontraron con huesos de una columna vertebral y cabello largo. Las investigaciones iniciales indicarían que esos restos pertenecían a la madre de Acosta. En tanto, los hermanos intentaron quemar algunas partes restantes de los cuerpos y otras fueron arrojadas a los perros que tenían en la casa.
Tanto Leandro como Karen empezaron a convivir desde muy pequeños, cuando sus padres, ya separados decidieron iniciar una nueva aventura amorosa.
Según comentaron vecinos del barrio, el joven padecía una patología intestinal, por lo que debía usar una bolsa de colostomía en el día a día y no podía salir a trabajar. Así, su capacidad económica dependía exclusivamente de lo que pudiera generar su madre y su padrastro.
A Ricardo Klein se lo calificó con un hombre muy exigente para con sus hijos y defensor a ultranza de la cultura del trabajo. De tal manera, con el correr de los años, la relación entre padrastro e hijastro se tornó cada vez más complicada.
En paralelo, los dos jóvenes, que se llevaban apenas tres años de diferencia, iniciaron una relación sentimental entre sí. Durante mucho tiempo, ese vínculo amoroso se mantuvo en las sombras, hasta que llegó una instancia en la que fue imposible esconderlo.
Mientras tanto, en 2004, el matrimonio tuvo una pareja de mellizos, que de acuerdo a los recogido por los investigadores, fue un factor determinante en el desenlace fatal de la historia.
Al parecer, el joven había desarrollado un odio extremo hacia su padrastro, a quien incluso luego acusó luego de ser un abusador sexual dentro de la familia. Además, ya en las semanas anteriores al crimen, ya no podía soportar que el hombre obligara a los mellizos de 11 años a cartonear para traer algo de dinero al hogar.
Según relató Karen Klein en sus primeras declaraciones después de ser detenida, ella no participó del hecho, pero sí sabía que su pareja iba a cometer algo grave.
Afirmó que estaba durmiendo al momento en que Acosta ejecutó a los dos padres con disparos de bala y que se despertó a los saltos con las detonaciones del arma.
Luego, dijo haber sido obligada bajo punta de pistola a participar del encubrimiento del hecho: limpió la casa, incineró un colchón, descuartizó junto a Leandro los cuerpos y esparció los restos por la zona.
De acuerdo a varios testimonios, se estima que el matrimonio fue asesinado el mismo 1º de septiembre en el que desaparecieron. Incluso, el día 8 de ese mes, el propio Acosta acudió la Comisaría de la Mujer y Familia en Pilar para hacer una denuncia contra sus padres por supuesto "maltrato familiar". Las autoridades determinaron una orden de restricción respecto a los menores, pero el matrimonio nunca se dio aludido. Se estima que ya estaban muertos.
"Estuvieron como diez días conviviendo con los cuerpos descuartizados de mi hermano y mi cuñada, pero ellos hacían una vida normal. Mi sobrina siguió yendo a trabajar y a llevar a los chicos a la escuela como si nada", relató Raúl, el hermano Klein, en declaraciones al Diario Perfil.
Al mes de haber sido detenida, Karen Klein fue puesta en libertad por "falta de mérito", mientras que Acosta fue internado en un neuropsiquiátrico.
Desde la propia clínica, Leandro Acosta redactó una carta, en la que hizo referencia al "Monstruo".
"Karen, el monstruo ya no vive más, está acá conmigo. Ahora estoy en paz, un poco enfermo, aquí me dan remedios que son pastillas y nadie me dice discapacitado de mierda como me trataban en mi casa. Acá nadie me violó", aseguró Acosta en la carta.
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