Rana, drone, marrocas y fitito: el nuevo diccionario tumbero para sobrevivir entre rejas

El lenguaje carcelario que los presos tienen que aprender para mimetizarse y evitar problemas graves en prisión. "El que no habla con esa jerga tumbera, pierde", sintetizan los que purgan las condenas más largas

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Cárcel de Olmos
Cárcel de Olmos

Hasta que Sebastián García Bolster cayó preso, lo único que sabía de la cárcel lo había visto en la televisión o en las películas.

Lo habían acusado de ser parte de la banda que robó el Banco Río de Acassuso el 13 de enero de 2006. Hasta entonces era un hombre que hablaba inglés, arreglaba motos de agua y solía viajar a Europa.

Pero en los dos años que estuvo preso se vio obligado a aprender los códigos de un ambiente hostil, muy distinto a la zona arbolada y de casas de dos plantas de San Isidro, donde había nacido. Sintió que su primer día en el penal de Urdampilleta fue como llegar a un país lejano cuyo idioma desconocía.

-No te queda otra que mimetizarte. En cinco días tuve que hablar como hablan los presos para que la relación con ellos sea buena y no me vieran como un chetito de San Isidro. "Hola guachín, cómo andás gato", les decía. Aprendí muchas cosas. En la cárcel no tenés que decir dame leche, sino dame vaca rayada. O pasame el brillo en vez de decir azúcar. Una vez dije agarrá y me llamaron la atención: "Agarrar se agarra el miembro, amigo, decí tomá", me corrigieron.

Sebastián García Bolster , el “ingeniero” del robo al Banco Río de Acassuso
Sebastián García Bolster , el “ingeniero” del robo al Banco Río de Acassuso

Bolster se sentía sapo de otro pozo, no encajaba en la sordidez de la cárcel. En la supervivencia, la plata no tenía valor y una lamparita podía ser cuestión de vida o muerte. Más allá de eso, vio gestos solidarios. Un ejemplo: cuatro presos dividiendo un pan para compartir. También supo que al pan en la cárcel se le llama marroco y a las esposas marrocas.

Hay presos que nunca se adaptan a esa jerga, aunque tarde o temprano se les impregna algunas de esas palabras.

Arquímedes Puccio, el líder del siniestro clan que secuestraba y mataba empresarios, se oponía a usar ese lenguaje.

"No permitiré que estos brutos contaminen mi vocabulario. ¡Tengo tres carreras universitarias!", se quejaba.

También cuestionaba a los guardias que hablaban como los presos. "En Alemania les pagan un plus a los guardiacárceles que mantienen su forma de hablar. Al que se le mezcla algún término presidiario, pierde. Ustedes deberían vestir uniforme rosa", les decía.

Arquímedes Puccio se negó a usar la jerga carcelaria (Gentileza Planeta/Nacho Sánchez)
Arquímedes Puccio se negó a usar la jerga carcelaria (Gentileza Planeta/Nacho Sánchez)

En la actualidad, el lenguaje carcelario es una mezcla de palabras que van del lunfardo tanguero a la cumbia villera. No habla igual un ladrón de sesenta años que otro de 20.

"El lunfardo no es el léxico ladronil. No hay nada de lenguaje secreto y es falsa esa creencia de que los presos van cambiando las palabras todo el tiempo para despistar a los guardiacárceles", dijo a Página 12 Oscar Conde, estudioso del habla popular argentina.

Superpoblación, hacinamiento y códigos propios
Superpoblación, hacinamiento y códigos propios

Por ejemplo, este diálogo puede darse en cualquier cárcel:

-Al ruchi ese lo metieron en buzones.
-Es un peluche.
-Ahora vos vas a tener que hacer capacha.
-Contá con eso, grata.
-Al asunto lo vamos a hacer con imprenta.
-¿Ningún morocho?
-No. Eso es un bondi.
-Tengo un ñeri que puede manotear un trucho.

(Para traducirlo, recurrir al diccionario que se encuentra al final de esta nota)

Leonardo Mercado, líder de la banda del Millón
Leonardo Mercado, líder de la banda del Millón

"Muchas palabras cambiaron. En el pabellón donde estoy yo no se dice más rancho o ranchada. Se dice familia. La tumba antes era la cárcel, ahora es la carne. Otra palabra nueva que surgió es drone. Así se le dice a los presos que le cuentan sobre todos los movimientos al poronga del pabellón. Lo llamativo es que en la calle se habla tumbero también, y en boca de gente que nunca pasó ni por la puerta de la cárcel. Ahora todos dicen gato", dice Leonardo Mercado, uno de los líderes de La Banda del Millón, que robaban bancos disfrazado de policías.

"El que no habla con esa jerga tumbera, pierde. Se nota que es primario. Los presos corruptos, los que vinieron de la política, siguieron hablando como siempre porque no se mezclaban con el resto de la población carcelaria", cuenta un pirata del asfalto que purga condena en Marcos Paz.

Martín Lanatta, detenido por el triple crimen de la Efedrina
Martín Lanatta, detenido por el triple crimen de la Efedrina

Martín Lanatta, detenido en Ezeiza por el triple crimen de la Efedrina, coincide: "En la actualidad hay una mezcla de palabras antiguas y modernas. Decimos qué ganas de comer tumba cuando queremos comer carne. Otra manera de llamarla es aftosa. Hay palabras que no varían, pero antes los viejos ladrones te decían muchacho, ahora te llaman guachín o compa. Hay palabras tangueras que siguen existiendo. Seguimos diciendo cana al policía o a la cárcel. Tumba es una palabra que figura en el Martín Fierro".

"Para pedir un huevo tenés que decir producto de ave. Tampoco pedís puré de tomate. Tenés que decir pasame la pomarola", explica Rubén de la Torre, ex ladrón de bancos y blindados que pasó 15 años de su vida en las cárceles.

Para componer este diccionario tumbero, Infobae consultó a ladrones detenidos en cárceles federales y bonaerenses. Algunas de esas palabras figuran en un diccionario confeccionado por el guardiacárcel Félix Carballo. Como se podrá apreciar, la jerga delincuencial sigue plagada de términos machistas y discriminatorios.

Diccionario tumbero

El lenguaje carcelario que los detenidos tienen que aprender para sobrevivir entre rejas
El lenguaje carcelario que los detenidos tienen que aprender para sobrevivir entre rejas

Ajuste de ranchada: así llaman al verdugueo que le aplican al preso que no cumple con los códigos del pabellón. El presunto asesino del colectivero Leandro Alcaraz fue grabado con un celular en ese ritual de castigo.
Alto: cuando algo es "espectacular". "Cociné alto guiso".
Amotinarse: rebelarse.
Amurallado: el que no quiere salir al patio.
Aplicar mafia: así le llaman a la venganza tumbera. "Acá no se dice ajuste de cuentas, sino aplicar mafia", revela el Gordo Valor, ex líder de la superbanda.
Arruinaguachos: el que viola o maltrata a un preso más sumiso. En Sierra Chica, una de las facciones fue acusada de "arruinaguachos".
Astilla: parte de un robo. "Repartimos el botín, a vos te toca una astilla".
Avioneta: así suelen llamar al preso al que le ordenan apuñalar a otro.

Bagayo: contrabando.
Bondi: problema.
Brillo: así le llaman al azúcar. En una época, los presos tiraban azúcar en los pasillos. De ese modo podían saber, por el ruido de las botas contra el azúcar, cuando se acercaba un guardia.
Burra: cola.

Canutero: el que esconde un objeto o no comparte.
Capacha: hacer inteligencia. "Hay que hacer capacha del camión". Era una palabra que solía usar La Garza Sosa, ex miembro de la superbanda.
Cartuchera: así le llaman a la mujer que guarda objetos no permitidos en su vagina para pasar en la visita.
Cascarudos: efectivos de Gendarmería.
Chancho: desde el secuestro de Abel Ayerza, ocurrido en 1932, se le llama así al secuestrado.
Charrasca: faca grande.
Chatrán: gato, sumiso.
Cocoliche: los miembros de la banda del Robo del Siglo se llamaban así entre ellos, en broma. Es como decir mamarracho o cachivache.
Cobani: ortiba, vigilante, policía, también les dicen "rati".
Corte: por ejemplo.
Corchito: cigarrillo sin filtro.

Drones: presos que pasan información de los movimientos al capo del pabellón.

El "22": faca chica.
Emparchado: el preso que vuelve al pabellón del hospital.
Emplomado: el que aloja balas en su cuerpo producto de tiroteos. El célebre ladrón Tato Ruiz, que lideró la superbanda, llegó a vivir con seis balas incrustradas en el cuerpo.
Encuentro o embrollo: relaciones sexuales o visitia íntima o higiénica.
Engomado: cuando los presos son encerrados en su celda por los guardias.
Escruchante: ladrón que roba casas en ausencia de sus moradores. Luis Mario Vitette Sellanes era experto en esta modalidad. De hecho escribe un libro que se llama Escruchante.

Fajinero: el encargado de la limpieza en el pabellón.
Fierro: arma.
Fiorela o fitito: sumiso o "coche". El preso que toma el "rol de mujer" en una relación homosexual con otro preso.
Fisura: preso rastrero, sin códigos.

Gato: rastrero, sumiso, también se los llama lavatáper.
Gede: persona densa, insoportable.
Grata: preso con códigos.

Hermanitos: así se llama a los internos que se alojan en el pabellón evangelista.

Imprenta: engaño. "Fue un robo con imprenta".

Lancha: patrullero.
Largo: el ladrón que usa fusil. "Este tipo es caño largo, a respetarlo", dicen en la cárcel cuando llega un asaltante que usa ese tipo de armas.
Lavatáper: sirviente.
Leonera: el lugar donde reciben y fichan a los presos. Esta palabra ya figura en el Diccionario del Lunfardo de José Gobello.

Mandadero: el que hace los mandados.
Manú: preso sin códigos.
Marrocas: esposas o ganchos.
Marroco: pan.
Mataconcha: femicida. Así le decían a Ricardo Barreda, el odontólogo que el 15 de noviembre de 1992 mató en La Plata a su esposa, sus dos hijas y su suegra.
Mono: bolso con las pertenencias del preso.
Monono: preso atractivo. A Robledo Puch le decían "Monono" cuando entró en la cárcel, por su belleza.
Mulo: sirviente.

Pajarito: bebida alcohólica tumbera y clandestina compuesta de levadura, agua de arroz, azúcar y fruta rallada.
Paloma: Bolsa atada con soga que es arrojada hacia afuera del penal, o usando un sistema con hilos, que puede contener objetos o mensajes. En la famosa fuga de Devoto de 1994, los presos usaron este sistema para comunicarse.
Pancho: gil.
Paria: preso que no tiene nada.
Peluche: ídem gato.
Pitufear: ir de un pabellón a otro sin permiso de los guardias.
Plaqueta: preso encargado de arreglar celulares o traficarlos entre los pabellones con ayuda de los guardias. En algunos penales también se le llama así al preso afeminado.
Polirrubro: ladrón que no tiene una sola especialización delictiva.
Pomodoro: puré de tomates.
Poronga: capo del pabellón.
Producto de ave: huevo.
Punta: cuchillo o faca.

Ranas: así llaman a las mujeres que van a ver a los presos, antes llamadas "trampas". No son esposas ni novias de los internos.
Ranchada: reunión de presos más afines. Se juntan para comer o matear. En algunos penales le dicen "familia". Andrés Calamaro compuso una canción con el poeta Jorge Larrosa llamada "Ranchada de los paraguayos".
Repillo: muy vivo.
Rescatarse: bajar un cambio, dejar el mal camino. Darse cuenta.
Ruchi: traidor y/o que roba poca monta.
Rueditas: pastillas.

Sapo: ortiba o candado.
Salchicha: preso apocado o débil de carácter. "Tenés menos sangre que una salchicha".
Soguero: el que manguea.

Talibán: "Es el que le da masa al traidor", dice un preso detenido en Olmos.
Tijera: al que desguaza autos.
Todo pago: cuando el preso arregla con el guardia para tener paz y comodidades en un pabellón. De ese modo, un preso le dice a otro: "Pedí traslado a este yompa, está todo pago".
Topo: túnel para fugar.
Traca traca: preso gay.
Traica: traicionero.
Trucho: auto robado. "Hay que conseguir un trucho para cruzarle al lechero", decía el Gordo Valor antes de dar un golpe a un blindado.
Tumba: cárcel. Aunque a la carne también se le dice así.
Tutuma: "tu marido".

Vaca rayada: leche en polvo.
Venado: preso "cornudo". También lo llaman "pulpo de trapo". Porque tiene ocho patas de lana.
Verdugueada: maltrato de guardias a presos, de presos a presos o de guardias a familiares de la visita. "Bancarse la verdugueada que tienen que padecer, por culpa de la requisa que no las trata bien", le canta el Pepo, referente de la cumbia villera, a su madre y a su hermana.
Violeta o violín: violadores.

Yantas (llantas): Zapatillas. En la actualidad también le dicen así al preso homosexual.
Yompa: pabellón.

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