La muerte del "Cabezón", el colectivero que trabajaba en doble turno para terminar de construirse su casa

Leandro Miguel Alcaraz trabajaba desde hacía menos de dos años en la línea 620. Era su primer desempeño como colectivero. Sus amigos lo recuerdan como una persona extremadamente tranquila y que le escapaba a los grandes conflictos

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Poco después de las cuatro de la tarde del domingo, Omar Aguirre llegó con su interno 477 de la línea 382 al kilómetro 26 de la ruta 3. Hacía el recorrido desde Pontevedra hacia la General Paz. En ese punto se cruzó con el interno 103 de la línea 620, que era manejado por su amigo Leandro Alcaraz y se dirigía en la dirección contraria. Se saludaron parpadeando las luces altas y Aguirre completó el saludo con su mano. Alcaraz lo miró fijo y sonrió.

Menos de una hora después, el chofer del colectivo 620 fue asesinado de dos balazos efectuados por dos pasajeros que en ese mismo instante estaban viajando dentro del vehículo.

"Todavía no pude sacarme de la cabeza esa imagen de Leandro sonriéndome. No pude dormir en toda la noche", relató Aguirre a Infobae en el medio de la angustia.

"Cuando terminé el recorrido, llego a la terminal y recibo un mensaje de mi mujer, que me preguntaba si estaba bien porque habían herido a un chofer de la línea 620. Me contacté con algunos delegados y me dijeron que era Leandro. Ahí me entró todo un escalofrío en el cuerpo porque nos habíamos visto hacía unos minutos", añadió.

Según los allegados, Leandro Alcaraz
Según los allegados, Leandro Alcaraz se desvivía por su familia

Aguirre inició el recorrido de vuelta con el mismo coche y, en el medio del trayecto, desde la misma agrupación de los delegados de la empresa Nuevo Ideal (que aglutina a ambas líneas) le confirmaron que Alcaraz había perdido la vida producto de los disparos.

"Recibimos la orden de cortar nuestro servicio. Entonces llevé a los pasajeros a una estación del último ramal, puse el cartel de 'Fuera de Servicio' y me derrumbé dentro del colectivo. No podía creer lo que había pasado", recordó.

El colectivo, con Alcaraz dentro
El colectivo, con Alcaraz dentro del mismo, poco después del crimen

Leandro Miguel Alcaraz murió cerca de las 17 del domingo sentado en el interno 103 de la línea 620, con un disparo de bala en el tórax y otro en la cabeza.

Según indicaron algunos testigos, el crimen fue cometido por dos jóvenes que, después de haber discutido con él porque no disponían de la tarjeta Sube, seguían a bordo del colectivo. En este punto, hay dos versiones. Algunos testigos dicen que una mujer se hizo cargo y pagó el boleto de los asesinos. Otros indican que Leandro decidió llevarlos gratis.

El hecho ocurrió a la altura del kilómetro 35, en el llamado barrio San Pedro. Un vecino de la zona llamado Carlos Garay aseguró a la policía bonaerense que a las 17 escuchó el sonido de dos disparos desde su casa. Al salir a la calle, vio a los dos atacantes salir corriendo del colectivo y escapar del lugar.

Una vez en el colectivo, vio la gravedad del estado de salud de Alcaraz. Entonces, Garay les pidió a algunos pasajeros del vehículo que lo ayudaran a moverlo y manejó él mismo el ómnibus hasta el hospital Simplemente Evita. El esfuerzo fue en vano: Alcaraz llegó muerto al centro de salud.

"Leandro era un hombre extremadamente tranquilo. Hablaba poco y siempre buscaba escaparle al quilombo. Cuando la sala de choferes se llenaba de gente y empezaba a haber gritos y bromas, él se iba. A veces se iba al colectivo a limpiarlo o se llevaba el mate a la vereda. Yo hacía lo mismo, por eso nos hicimos muy amigos", explicó Aguirre.

Alcaraz era fanático de River
Alcaraz era fanático de River

Alcaraz tenía 25 años. El 14 de mayo cumplía 26. Era fanático de River, iba a la cancha siempre y cuando sus turnos se lo permitían. También era un apasionado de los accesorios para autos y de los vehículos 'tuneados'.

Este chofer de 25 años había llegado a Buenos Aires desde Corrientes poco después de terminar la escuela secundaria. Según comentaron sus allegados, el joven se desvivía por su familia.

"Yo lo conocí hace un año y medio, cuando entré a la empresa. Desde entonces, Leandro ya hacía doble turno algún que otro día de la semana para ganar algo más de plata y poder terminar de construirse la casa. La estaba haciendo en el km 46 de la ruta 3, en Virrey del Pino. Se mudó ahí hace menos de un mes, solo le faltaba terminar unas cosas del techo", explicó Aguirre a Infobae.

"Incluso ayer fue otro día que no tenía que haber trabajado. Hoy es el cumpleaños de su hija y él tenía pensado pasar todo el día con ella y su mujer. No hay palabras para explicar eso", advirtió Aguirre en referencia a Zoe Alcaraz, la hija del chofer fallecido, que hoy cumple cinco años.

La línea 620 significó el primer trabajo como colectivero para Alcaraz. Durante cinco años había trabajado como remisero en la zona oeste y llegó a la empresa Nuevo Ideal a mediados de 2016.

Si bien en los últimos meses les había contado a algunos compañeros que quería cambiar de rubro, a lo largo del último año y medio forjó un vínculo muy fuerte con ese coche. Su coche. El interno N° 103.

"Hace unas semanas, la empresa le había prestado ese interno 103 para que él pudiera realizar la mudanza a su nueva casa. De hecho, la última charla que tuvimos fue el sábado: él me pidió si en estos días lo podía ayudar a ponerle al colectivo unas luces y dejarlo más lindo. Lo íbamos a hacer en las próximas dos semanas", afirmó Aguirre a Infobae.

El crimen de Leandro Alcaraz desnudó una vez más el peligro que corren las diversas líneas de colectivos de la zona oeste en el día a día.

"Yo entré hace un año y medio. Antes no había tanto peligro, pero ahora es imposible. Yo, cada vez que salgo de mi casa, me persigno en la puerta. Hago lo mismo cuando voy a iniciar los recorridos. Todos los días salimos pero no sabemos si volvemos, es uno de los pocos trabajos civiles en los que nos pasa esto", dijo el chofer.

El propio colega de Alcaraz aseguró que las líneas 620 y la 96 son las que transitan por las zonas más peligrosas del oeste del conurbano bonaerense.

"Cuando entrás, los propios choferes te dicen 'acá sos vos el que tiene que mirar todo el tiempo, tenés que cuidarte por tu cuenta'. Y lo tenemos que hacer así. Tenemos que reaccionar rápido y decidir en un instante qué hacer con los posibles problemas que puedan aparecer", afirmó Aguirre.

"Lo peor es que a veces nos terminamos convirtiendo en unos hijos de puta con la gente. Muchos lo negarán, pero hoy trabajamos con portación de cara. Si son altas horas de la noche y yo veo en la parada a un joven con ropa deportiva, zapatillas y gorra, no lo subo. Quizás el pibe es alguien de bien y está yendo a laburar, pero hay lugares en los que no podemos correr ese riesgo. Y es una mierda que tengamos que hacer eso", agregó.

Esta mañana hubo protestas de
Esta mañana hubo protestas de colectiveros en la General Paz (Foto: Adrián Escandar)

Si bien todavía no se revelaron los detalles de la discusión mantenida entre Alcaraz y los homicidas, desde el ámbito de los choferes hay temor de que la juventud y la inexperiencia de la víctima pueda haber sido determinante en el desenlace final.

"Lamentablemente, la experiencia de años te ayuda a saber manejar las situaciones con este tipo de personas violentas dentro del colectivo. Cuando sos más joven, quizás no querés que te pasen por encima y reaccionás rápido. Con el pasar de los años, uno tiene que aprender a manejar el carácter", advirtió Antonio Petkovsek, el delegado de la UTA de la línea 620 a Infobae.

"Esto le tocó a este pibe, que era un pan de Dios. Pero ya no puede ser que sigan pasando estas cosas, alguien nos tiene que ayudar, estamos desamparados en algunos lugares de nuestro recorrido", añadió.

En un principio se dijo que Alcaraz estaba afiliado a uno de los gremios de transporte, pero tanto Aguirre como Petkovsek lo negaron.

Hasta el momento hay una persona investigada por el crimen de Alcaraz, aunque todavía no se pudo determinar los motivos del ataque. Mientras tanto, toda una familia aguarda en el hospital Simplemente Evita a que se les entregue el cuerpo del "Cabezón" para poder ser velado. Todo el mismo día en el que se pensaba celebrar un cumpleaños infantil en una casa a punto de ser terminada.

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