400 kilos de cocaína. 12 valijas. La embajada rusa y un operativo que incluyó aviones, agentes de inteligencia, rastreadores satelitales y la intervención de tres países. El cóctel, que parece propio de una película de Hollywood, se inició aquí, en la Argentina, y fue develado ayer.
Fuerzas locales y de la Federación rusa en conjunto desbarataron una banda narco internacional dedicada al tráfico de drogas a través del correo diplomático. La investigación se inició cuando la Gendarmería halló 12 valijas con cocaína en un anexo de la Embajada del gigante euroasiático en Buenos Aires. Todo comenzó en diciembre de 2016 y concluyó esta semana con la detención de los sospechosos.
Hay un prófugo. Fue denominado por los investigadores como "el Señor K". El apodo no tiene nada que ver con sus gustos políticos ni con la pertenencia a un gobierno. "El Señor K" fue llamado así debido a la primera letra de su apellido, se cree que vive en Alemania, tiene un descomunal poder adquisitivo y fue el capitalista de esta operación que tuvo como referente en Buenos Aires al policía Iván Blizniouk y a Ali Abyanov, un ex diplomático de 48 años que bajo la excusa de un retorno a su país natal intentó sacar las valijas con drogas en un avión del servicio federal ruso.
Y lo logró, pero lo que no sabía es que en las maletas no había cocaína, sino harina, por la intervención de la Gendarmería Nacional que a instancias de una orden del juez federal Julián Ercolini montó un procedimiento especial para incautar los estupefacientes y detener a los sospechosos.
"K", de acuerdo a datos del expediente, se contactó con Blizniouk y Abyanov en marzo de 2016: su insistencia a lo largo de las conversaciones fue usar el canal diplomático para mover la droga. Blizniouk le mencionó sus viajes oficiales a Rusia en una conversación que consta en una escucha de marzo de 2017. "¿Qué ideas tenés?", le preguntó el policía. "K" le respondió: "No son para hablar por teléfono".
Las llamadas se repitieron a lo largo de los meses. El 26 de septiembre del año pasado, Blizniouk le lanzó, en perfecto ruso, en una escucha traducida por efectivos del Servicio Federal en Moscú: "Bueno, venite y en serio, tenés que venir para hablar qué vamos a hacer. ¿Cuándo pensás viajar? Siempre prometés y prometés".
"K" cumplió: llegó a la Argentina el 11 de octubre de 2017 en un vuelo privado. La cocaína ya estaba disponible en un lugar que la Justicia argentina todavía desconoce. El empresario pensaba llevársela en su vuelo, un plan que no resultó. "K" se alojó en el hotel Dorá de la calle Maipú al 900. Sin perder el tiempo, el empresario se reunió con el policía ese mismo día en un bar en la esquina de Esmeralda y Santa Fe. Un gendarme los siguió y fotografió. El diálogo fue completamente en ruso. Al despedirse, "K" le agregó un poco de presión a Blizniouk y le dijo que era "su única esperanza".
En paralelo, el empresario mantuvo charlas con otro ruso en Buenos Aires, Alexander Chikalo, naturalizado argentino y vecino de Saavedra, mecánico de motores, el presunto encargado de la logística y el acondicionamiento de las valijas. La idea de enmascarar el olor de la cocaína con pastillas para inodoro para despistar perros fue de "K": Chikalo se habría encargado de implementarla. El empresario y el mecánico fueron vistos por Gendarmería el 14 de octubre, compartiendo un café en un bar de Córdoba y Florida. Blizniouk y "K" se encontraron para almorzar el día anterior en el restaurant La Leyenda de Córdoba y Suipacha.
¿El negocio de los 389 kilos es el único que se le atribuye a la banda rusa? "K" lanzó en una escucha: "¿Para qué trajeron a Argentina esa basura? La hubiesen mandado de Uruguay y listo." El audio es por lo menos revelador y afirma sospechas. El cargamento, por lo visto, iba a partir del puerto equivocado. Hay declaraciones en la causa que complican a "K" y que lo señalan como responsable de al menos dos vuelos narco bajo signo diplomático que habrían salido del otro lado del Río de la Plata.