"Con mi esposa tuvimos cinco hijos. Cuatro viven en la Tierra y Anahí sigue entre nosotros aunque ya no esté", dice Raúl Garnica. Anahí tenía 29 años el 5 de febrero de 2014, cuando murió aplastada por el derrumbe de una pared mientras combatía el incendio del depósito de la empresa de resguardo de documentos Iron Mountain en Barracas. Ese día perdieron la vida también otros siete bomberos y dos rescatistas.
Cuatro años después Raúl, su padre, le cuenta a Infobae la leyenda de Anahí, la princesa guaraní que lo inspiró para ponerle ese nombre. Oír esa historia, que parece premonitoria, duele. Aquella princesa era hija de un guerrero que resistió a los conquistadores españoles. Una vez que lograron atraparla, los españoles le aplicaron los mismos sistemas inquisitorios que usaban en España. A Anahí la ataron al palo de ejecución y, una vez prendidos los leños, las llamas la abrazaron. Sin embargo, según la leyenda, en vez de pedir perdón, Anahí comenzó a cantar. Una canción tradicional paraguaya evoca aquel mito:
Anahí, las arpas dolientes hoy lloran arpegios/ que son para ti/ Anahí, recuerdan acaso tu inmensa bravura/ reina guaraní.
Raúl está de vacaciones con toda la familia reunida. Desde que perdieron a su hija, junto a su esposa Ana María, decidieron no participar de actos "ni de un lado ni del otro", dice. Ningún familiar de Anahí participará de los actos conmemorativos de hoy. "Nosotros, para esta fecha, nos juntamos en familia y recordamos a nuestra hija. Preferimos no participar de los actos oficiales. No nos interesa hacer el juego político", dice a Infobae. En cambio, sí se juntan en la intimidad para conjurar el dolor.
La familia –padres, hijos y nietos – se va de Buenos Aires y pasan el 5 de febrero todos juntos para recordar a la hija y la hermana que ya no está. "Este año no pudo venir Gabriel, el marido de Anahí, porque es del grupo de rescate de Bomberos de la Ciudad", lamenta. Uno de los hermanos de Anahí, Catriel, también es bombero, y Maylén, la hermana que la seguía en edad, es policía de la Ciudad de Buenos Aires. El mismo Raúl fue bombero durante más de 30 años. Formó parte del Grupo Especial de Rescate de los Bomberos de la Policía Federal, donde se especializó como buzo, una tarea que en los bomberos no implica, precisamente, ir a las aguas transparentes del Caribe. Así, aprendiendo de las aguas del Riachuelo y de los fuegos urbanos, Raúl Garnica sintetizó sus experiencias en un libro que presenta una y otra vez en cuarteles de bomberos de todo el país: Operaciones de Incendio y Rescate.
Incendio, derrumbe
Eran las ocho y media de la mañana cuando se inició el incendio y posterior derrumbe de las cuatro paredes del edificio de depósito de archivos de Iron Mountain en Azara al 1245, en el barrio porteño de Barracas. Rápidamente acudieron dotaciones de bomberos de la Policía Federal y los Bomberos Voluntarios de La Boca, Vuelta de Rocha, San Telmo y Puerto Madero para extinguir el fuego. Defensa Civil, agentes de la Policía Federal Argentina, la Policía Metropolitana y la Prefectura Naval Argentina también acudieron a la escena y colaboraron en la remoción de escombros y en las tareas de rescate de las personas que quedaron atrapadas por el derrumbe provocado por las llamas.
En el desarrollo de las tareas de combate del fuego y rescate, un grupo de bomberos ingresó al depósito por la entrada de la calle Azara, mientras que otro grupo trataba de entrar por la puerta de la calle Jovellanos, cuando una pared se les desmoronó encima. A causa del derrumbe, fallecieron el comisario inspector Leonardo Day; la subinspectora Anahí Garnica; los cabos primero Eduardo Adrián Conesa y Damián Véliz, y los agentes bomberos Maximiliano Martínez y Juan Matías Monticelli. Además, perdieron la vida los bomberos José Luis Méndez Araujo (del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Villa Domínico); Sebastián Campos (del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Vuelta de Rocha), y el rescatista Pedro Báricola de Defensa Civil del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo, resultaron gravemente heridos los bomberos Daniel Díaz y Facundo Ambrosi, quien murió 12 días después.
Fuego intencional y sospechas
Desde un primer momento se había sospechado que el inicio del fuego no fue fortuito sino que el incendio tuvo como objetivo destruir documentos de grandes empresas y bancos nacionales y multinacionales que los conectarían con maniobras de lavado de dinero. Mas cuando no era la primera vez que se incendiaban depósitos de Iron Mountain. En 1997 se quemaron tres depósitos de la empresa en Nueva Jersey, Estados Unidos; en 2006 en Ottawa, Canadá y en Londres; en 2011 en Italia. En tres de los casos se comprobó que los incendios fueron intencionales. En agosto de 2014, una investigación de la Comisión Nacional de Valores (CNV) y la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (PROCELAC), encontró 29 coincidencias entre clientes de Iron Mountain e investigaciones o denuncias por lavado de dinero, fraudes y delitos tributarios.
Más de un año después de la tragedia, el 27 de febrero de 2015, los peritos de la Policía Federal informaron a la Justicia que el incendio había sido causado intencionalmente. Las investigaciones probaron que el incendio se inició entre los depósitos N°7 y N°8, a unos siete metros de la línea de edificación de la calle Benito Quinquela Martín. "Se encontraron rastros de sustancias combustibles y se estableció que el foco del fuego se produjo por dispositivos colocados al efecto, ya que también se encontraron restos de conductores y transformadores de energía, que no se correspondían con partes de equipos del lugar", dijeron los peritos. Un segundo estudio, a cargo de expertos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), ratificó que el daño fue provocado.
Con los resultados en la mano, y la carga de diez personas muertas, la fiscal Romina Monteleone solicitó las indagatorias para 32 personas. En el pedido, la funcionaria consideró "que en la propagación del incendio objeto de pesquisa han incidido una suma de deficiencias, irregularidades, negligencias e incumplimientos por parte de la empresa que tenía a su cargo la explotación del establecimiento siniestrado, de diversos órganos de contralor y de terceros que tenían a su cargo la responsabilidad de garantizar que el establecimiento cumpliera con todas las medidas de seguridad pertinentes, contribuyendo con su obrar no solo a la producción de pérdidas materiales, sino, y fundamentalmente, al trágico desenlace que supone la pérdida de diez vidas humanas que se encontraban en el lugar brindando un servicio público de protección".
Monteleone pidió indagar a los funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: de la Dirección General de Habilitaciones y Permisos (DGHyP) Norberto Ventura Sosa y Edgardo Nar; de la Dirección General de Fiscalización y Control (DGGyC) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a Norberto Leandro Hirsfeld, Jorge Barbieri, Félix Raimundo Lugo, Jorge Papanicolau, Ricardo Grunfeld y Alberto Graziani; de la Dirección General de Fiscalización y Control a Rafael Mario Roldán, Fabián Conrado Davies y Pierre Louis Chapar, entre otros.
La fiscal también indagó a directivos y empleados de Iron Mountain, y a funcionarios de la Superintendencia Federal de Bomberos de la Policía Federal Argentina (SFBPFA). No pidió indagatorias aún para el entonces titular de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), Juan José Gómez Centurión, para interrogarlo sobre el hecho de que se habrían detectado irregularidades en las inspecciones realizadas en el depósito con anterioridad al incendio, entre ellas la realizada por el inspector Edgardo Castro, quien había pedido la clausura del depósito en 2008.
El fuego, rápido. La Justicia, lenta
El 12 de mayo del año pasado, el juez Pablo Ormaechea, a cargo de la instrucción, dictó los sobreseimientos del inspector de la Dirección de Prevención porteña, Matías Griffo, y del comisario inspector Raúl Arbor, jefe del Departamento Seguridad contra Incendios y Riesgos Especiales acusados de "incurrir en un acto de corrupción para obviar los pasos de la habilitación". Los dos funcionarios están sospechados de permitir que "en un solo día se presentaran los planos, se realizara la verificación 'in situ', se confeccionara el informe técnico y se emitiera el certificado de aprobación" del depósito. La disposición de Ormaechea alcanzó también a Ignacio Miguel Aldamiz Echeverría, el representante de la firma encargado de gestionar el trámite.
La fiscal Monteleone y varias de las querellas apelaron porque "la prescripción se suspende en los casos de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública, para todos los que hubiesen participado, mientras cualquiera de ellos esté desempeñando un cargo público". En julio pasado por los jueces de la Sala VI de la Cámara en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal Julio Marcelo Lucini y Rodolfo Pociello Argerich le dieron la razón a la fiscal y revocaron los sobreseimientos. Desde entonces poco y nada se ha avanzado.
Raúl Garnica, al frente de Defensa Civil
Consultado por Infobae, Raúl Garnica dice que él tiene su propia valoración de lo que ocurrió y que "hubo irregularidades". Respecto de las habilitaciones otorgadas por la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad, dice que las posibles fallas están en el expediente. "Es tarea de ustedes, los periodistas, investigar para que no quede nada sin saberse", aclara.
Hace tres años –uno después del incendio en que perdió la vida su hija– el padre de Anahí fue convocado para asesorar el área de Defensa Civil de la Ciudad y cuando el cargo quedó vacante, le propusieron asumir la dirección. Desde hace dos años le toca estar al frente de los diluvios, inundaciones y otras situaciones que requieren intervención inmediata.
Raúl le aclara a Infobae que no le significa ningún conflicto haber aceptado el cargo. "Porque no tengo conflicto de intereses ya que no tengo empresas ni actividades que sean prestadoras y porque, fundamentalmente, lo que yo tengo que hacer respecto del juicio de Iron Mountain, como padre de Anahí, lo hago de la misma manera". Defensa Civil depende del Ministerio de Seguridad y Justicia, encabezado por Martín Ocampo. "Nadie me pide a mí más que mi conocimiento y mi experiencia en esta materia y lo que hago en la Justicia lo hago por mi conciencia y por el respeto a mi hija Anahí", asegura.
Hoy, Raúl y su familia recordarán a Anahí lejos de los actos conmemorativos de la tragedia. Y quizás lea una vez más el poema que Maylén, una de las hermanas de la joven subinspectora de Bomberos escribió en su homenaje: "Llevar casco, borcegos, chaquetón y ser hermosa/ Estudiar, trabajar, limpiar tu casa y ser hermosa/ Jugar, correr, saltar y ser hermosa/ levantar paredes, hacer mezcla, revoques y ser hermosa/ Escalar montañas, correr, transpirar y ser hermosa/ Apagar incendios, mancharse la cara con hollín, salvar vidas y ser hermosa/ Mujer, hermana, esposa, amiga, tía, madrina, bombero, universitaria/ Sin que se te corra el rimmel y ser hermosa…".
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