Enrique Blaksley Señorans, la cara visible de la financiera Hope Funds, no tuvo la primera derrota judicial de su crisis y ruina en los tribunales porteños. Fue bajo palmeras y frente al mar azul, entre shoppings con marcas de alto vuelo, muy lejos de casa.
En agosto de 2016, cuatro meses antes de que un grupo de inversores –que hoy llega a 370 damnificados– que le habían confiado su dinero lo denunciaran ante la Justicia federal por estafa en una causa que hoy investiga la jueza María Romilda Servini junto a la fiscal Alejandra Mangano y la PROCELAC, cuatro meses antes de que Servini recibiera una causa originada en 2014 por la AFIP y la PROCELAC en donde Blaksley y Hope Funds fueron fuertemente acusados por lavado de activos, la Circuit Court del 11th Judicial Circuit del condado de Miami-Dade en el estado de Florida recibió dos demandas contra la firma Marketsite Espirito Santo Properties. Su principal miembro: Enrique Blaksley Señorans. El demandante: el Biscayne Bank. El reclamo del banco: cerrar hipotecas contraídas por dos departamentos en más de medio millón de dólares.
Los departamentos seguramente lo valían: eran las unidades 3105 y 2810 del condominio situado sobre la Brickell Avenue al 1395, el lujoso hotel Conrad Espirito Santo. Con 36 pisos y en pleno downtown de Miami, un departamento de apenas una habitación hoy está valuado en poco más de 380 mil dólares. Una de tres habitaciones supera el millón.
Blaksley y Marketsite fueron representados por un abogado local, pero tuvieron escasa suerte. El 4 de enero de 2017, la jueza Jacqueline Scola falló a favor del banco en un juicio abreviado por la primera propiedad con la orden de rematarla públicamente, para recuperar un monto original reclamado por el Biscayne Bank de 274 mil dólares que ascendió a 313 mil luego de un cómputo de gastos judiciales e intereses. Diez días después, el juez Rodney Smith falló a favor del banco por la segunda propiedad, esta vez con un reclamo de 277 mil dólares, también con una orden de remate para los primeros días de marzo de 2017.
Infobae reconstruyó los procesos de la Circuit Court mediante documentos judiciales y fuentes que participaron directamente no solo de las demandas sino también de los negocios de Blaksley en Miami. Los departamentos en el lujoso Conrad sobre Brickell Avenue no se tratan de solo dos simples propiedades hipotecadas que un banco reclamó para liquidar en remate: son una pieza que faltaba en la trama de la acusación por estafa más grande de la historia argentina reciente.
La Justicia, por lo pronto, ya se aproxima a un monto mínimo del daño presuntamente causado por Blaksley. Hay, hasta el momento, contratos de mutuo contabilizados por 24,8 millones de pesos y 8,8 millones de dólares. Los reportes de operaciones sospechosas que constan en la Justicia federal contra Blaksley y sus negocios y fueron entregados por la UIF superan ese número ampliamente: 189 millones de pesos y 95 millones de dólares. La pregunta de querellantes y denunciantes es una sola: ¿a dónde se fue todo el dinero?
Más de 40 empresas ligadas a Blaksley y Hope Funds están siendo investigadas por la Justicia federal tanto en Argentina como en el exterior. El nombre Marketsite es una constante en la causa instruida por Servini: aparece en al menos seis compañías, en una lista aportada por dos abogados querellantes en la causa, Gonzalo Romero Victorica y Ezequiel Altinier. Dos de ellas fueron usadas para tomar contratos de mutuo de inversores argentinos que acusaron a Blaksley de estafa en Uruguay y en las Islas Vírgenes Británicas. Sin embargo, Marketsite Espirito Santo, la encargada de controlar los departamentos, no figura entre ellas.
Lo cierto es que la Justicia federal argentina está detrás del patrimonio offshore de Blaksley y los otros trece imputados en la causa radicada en Comodoro Py con múltiples exhortos internacionales y pedidos de información al Grupo Egmont, una organización compuesta por unidades gubernamentales de información financiera de todo el mundo que la Argentina integra.
Servini y Mangano recibieron la primera respuesta el 29 de noviembre último del fiscal panameño Rómulo Bethancourt: diez departamentos atribuidos a Blaksley en una torre de la capital del país centroamericano fueron identificados con una orden de embargo desde el Juzgado Federal N°1. Los departamentos en Miami, sin embargo, todavía no son parte de la causa de Servini.
James Marx, abogado de Blaksley en los procesos judiciales de acuerdo a la documentación, no ofreció respuesta ante las consultas de Infobae. Sin embargo, los fallos de la Circuit Court tienen algo curioso, al menos para un argentino.
No contienen una dirección de Blaksley propiamente dicha para una eventual notificación, sino la de un tercero: una firma contable radicada en Weston, Florida, una SRL dedicada según su sitio web a "proveer soluciones a individuos extranjeros y compañías que buscan invertir en los Estados Unidos" con servicios como "incorporación de firmas locales y offshore".
Su principal jefe es un contador argentino radicado en Florida. La Justicia argentina no lo contactó hasta ahora, pero su historia con Blaksley es de larga data. Marketsite Espirito Santo, la firma para controlar los departamentos, hoy figura como disuelta e inactiva desde septiembre de 2016, un mes después de la presentación de las demandas hipotecarias: fue incorporada en octubre de 2009.
Fuentes que siguieron de cerca el trato afirman que Blaksley fue atraído por la baja de precios en las propiedades alrededor de Miami en aquel momento, así como otros argentinos que buscaban hacer un buen negocio. La firma del contador argentino no solo dio su dirección para montar la empresa bajo la modalidad de LLC, el equivalente estadounidense de una sociedad de responsabilidad limitada, en un servicio conocido en la jerga inmobiliaria como register agent. "Se inscribe", afirma alguien que conoció los negocios de Blaksley en Miami, "una LLC por inmueble, lo que limita las acciones legales solo a esa LLC, limita las responsabilidades".
La firma contable presentaba liquidaciones impositivas, organizaba papeles. Era, básicamente, el día a día de las propiedades de Blaksley en Miami. Los departamentos en el Conrad Espirito Santo no estarían vacíos: se alquilaban, según una fuente. Primero alquilados, luego hipotecados. Doble dinero.
El contador argentino, aseveran cerca de él, no trataba con Blaksley en su día a día. Su contacto era A.M.C, una figura de confianza en la mesa chica de Hope Funds, hoy imputado en la causa a cargo de la jueza Servini. "Un capo en temas de administración", dice un ex vendedor estrella de la empresa.
A.M.C tiene su lugar en los papeles, por así decirlo. Su nombre figura a través de los años en el directorio de Emprendimientos Recoleta, la firma con la que Hope Funds se asoció al poderoso Grupo IRSA -que controla shoppings como el Alto Palermo, el Baires Dot y el Paseo Alcorta- para controlar el Buenos Aires Design en Plaza Francia: Emprendimientos Recoleta le entregó a Hope Funds un cheque por 15,4 millones a comienzos del año pasado. Sobre A.M.C, el ex vendedor estrella apunta: "Es un pibe bueno y un bocho. Pero no es del palo de Enrique, no es de su gente, de su círculo social. Lo usaron y ahora quedó engrampado".
De vuelta en Miami, la firma, según voces en esa ciudad, dejó de recibir pagos de Blaksley en algún punto de 2015. El contador envió a A.M.C la notificación judicial de ambas demandas en la Circuit Court como un gesto de cortesía, a pesar de los cerca de 10 mil dólares en cuentas impagas.
Los departamentos rematados no serían los únicos en el lujoso Conrad Espirito Santo: registros comerciales hablan de una LLC más creada para el edificio por la firma contable. Hay otras dos firmas en el estado de Miami para el edificio de condominios Sian en Ocean Drive, otro con la firma Marketsite Hollywood Properties y otra para la empresa Cameron Court, todas ellas incorporadas alrededor de 2009 en los registros estadounidenses. Es decir, cinco inmuebles más.
Hoy, todas estas firmas estarían inactivas. "Los departamentos están vendidos", dice una voz de peso de vuelta en Miami.
Investigación realizada con la colaboración de Andrés Ballesteros.