En un futuro, el smartphone podría llegar a ser percibido por la sociedad como un elemento tan perjudicial como el cigarrillo. Hoy, pedir en medio de una reunión de amigos que nadie suba fotos o videos propios, de recién nacidos o filmaciones robadas por Whatsapp, es como hace 30 años reclamar que no se fume en espacios cerrados.
Esta reflexión parte del tuit de Alejandro Crosa, técnico informático, quien posteó en su cuenta: "Fumar en lugares públicos como un avión nos parece una locura ahora. En el futuro les parecerá igual de peligroso el tiempo que estamos con los celulares". Es de esperar que con los años nos vayamos encaminando hacia prácticas más saludables y eso sirve la ciberseguridad.
En nuestro país no hay estadísticas oficiales, sí algunos estudios privados. Según datos de una importantísima empresa de seguridad informática a nivel global, el 83% de los encuestados en América Latina se siente más expuesto en Facebook que en otras redes sociales. En lo que respecta a Estados Unidos, la National Cyber Security Alliance descubrió que más del 90% de los usuarios desconfía de la privacidad de sus datos y que a un 70% le preocupa la falta de control sobre sus publicaciones online.
Sebastián Bortnik es gerente de investigación de Onapsis, miembro Fundador de Argentina Cibersegura y experto en Seguridad Informática. En diálogo con Infobae, afirma que cambió el paradigma de privacidad y aconseja bajar los niveles de violencia en las redes para combatir el ciberbullying en niños y adultos. También advierte sobre los riesgos del sexting, compartir fotos y videos íntimos, como práctica cada vez más habitual entre los adolescentes.
—¿Por qué te involucraste en una ONG como Argentina Cibersegura?
—Surgió como un proyecto de una empresa de antivirus para la que yo trabajaba. En verdad, es la ONG en que se reúnen las dos pasiones de mi vida: la informática y la educación. Estos últimos años con Argentina Cibersegura pudimos poner el foco en educar sobre el buen uso de las tecnologías y, fundamentalmente, los peligros y los cuidados.
—Viste ahí un algo problemático más allá de tu interés personal…
—Definitivamente, se fue dando y lo fuimos encontrando. Empezamos a ir a escuelas, hablamos con chicos y docentes, de a poco también con padres. Nos fuimos dando cuenta que había un montón de temas que los estaban conflictuando y que nosotros ofrecíamos algo que la gente buscaba pero que no sabía que necesitaba. Entonces comenzamos a incorporar lo que hacía falta. Por eso hoy hablamos de ciberbullying, de grooming, de privacidad.
—¿Por qué los adultos nos sentimos tan afuera del mundo digital?
—Muchas veces comentamos en las charlas que la adolescencia que mis padres imaginaron para mí no fue muy distinta de la que tuve 15 años después. Sin embargo, los chicos de 15 años de hoy tienen una adolescencia que muchos de sus padres no imaginaron. Estamos en la transición de un mundo desconectado a un mundo híper mega conectado. Para mí, el principal motivo por el que los adultos nos sintamos fuera es que todo es demasiado nuevo y avanza muy rápido. Tenemos que amigarnos un poco con la tecnología, bajar unos cambios y entender que es cuestión de acomodarnos, pero lo que no podemos es resistirnos. Hay que encontrar un equilibrio pero la tecnología llegó para quedarse.
—¿Qué es el "sexting" y cuál es el panorama en la Argentina?
—Es compartir imágenes íntimas o de índole sexual de forma voluntaria con alguien de confianza. No es un robo de información o un ataque. No hay un engaño, sino que uno voluntariamente decide enviar fotos o videos a alguien con quien está saliendo o se está conociendo. Y ahí empiezan a aparecer los peligros.
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—Videos y fotos personales…
—Definitivamente, siempre intimas, cuerpos desnudos a veces en situaciones sexuales acordadas. Es increíble la cantidad de consultas que recibimos sobre casos de sexting entre adultos pero también de adolescentes. Y es muy común que luego ocurra la "sextorsión", es decir, que le puedan exigir más fotos o dinero bajo amenaza. Actualmente, el sexting forma parte del juego de seducción entre personas que no se conocen. Se contactan por Internet y una semana después, sin haberse visto jamás, están intercambiando material sensual o íntimo.
—O sea, hay que estar muy atentos a lo que publicamos o compartimos con alguien que puede ser de confianza en ese momento…
—Totalmente. La clave es no exponernos. Aun en caso que hubiera una forma de restringir judicialmente a esa persona para que no publique el material, las imágenes ya pueden haber sido compartidas con otros usuarios y entonces ya no sabemos dónde está el contenido, y si no sabemos dónde está no sabemos qué puede pasar, ni dónde se va a publicar y sobre todo no sabemos quién puede poner en jaque nuestra privacidad.
—¿Qué es el ciberacoso y cómo se controla?
—El ciber acoso es el hostigamiento, el uso de agresiones o de violencia de forma desmedida o sostenida en el tiempo a través de la tecnología. Se estigmatiza a una persona y de golpe todos lo empiezan a atacar, y no estamos hablando de "trolls" o de "haters". Por eso creo que tenemos que enfocarnos en bajar los niveles de agresión en las redes. Lamentablemente a veces no nos damos cuenta de cuán violenta son algunas acciones. Hay hábitos, muy arraigados en el mundo físico, que no acontecen en el mundo virtual. Por ejemplo, el mínimo acto de corroborar lo que me dijeron de alguien que conozco. ¿Cómo puede ser que asumo por verdad un comentario negativo sobre otra persona sin hacer el mínimo doble chequeo de lo que está pasando?
—¿Dónde acudir si hackean tus mensajes privados?
—Desde el 2008 rige la Ley de Delitos Informáticos que equipara la interrupción de correspondencia en el mundo físico con los contenidos en una red social o mail. Por lo tanto si alguien es víctima de este delito puede hacer la denuncia. Es aconsejable que se presente ante las fiscalías especializadas, creadas para investigar este tipo de delitos.
—Si yo envío un audio de Whatsapp y alguien lo publica, ¿eso es privado?
—Puedo dar fe que en el 2008 se incluyó en la ley todo lo protegido por contraseña. En mi opinión es privado, pero todavía falta jurisprudencia. Por ejemplo, si un amigo filma una reunión con 15 personas en un entorno privado, pero no íntimo ni público y luego lo sube a Internet, ¿se puede considerar una violación a la privacidad? Por un lado está el camino legal pero también hay una construcción social de aceptaciones culturales, de cosas que están bien o están mal.
—¿Cambió el concepto de privacidad?
—Cambió el paradigma. Es decir, la gente joven tiene otras expectativas de privacidad que las que teníamos nosotros. La definición sigue siendo la misma. Privacidad es qué cosas queremos compartir y qué no. Creo que lo que falta es acostumbrarnos a este nuevo modelo. Hoy está muy aceptado subir fotos de los chicos por ejemplo.
—No hay que subir fotos de los hijos…
—Yo creo que hay que subir menos. Inicialmente pienso que tenemos que bajar la exposición de algo que no nos pertenece, porque ese chico algún día va a ser adulto y va a tener el derecho a pensar qué se tenía que subir de él y qué no. No estoy tan seguro de que si nace un bebé y la familia está contenta no tenga que subir ninguna foto pero exponer el día a día de los niños me parece demasiado.
—¿Cómo imaginas la ciberseguridad en los próximos 100 años?
—Creo que vamos a ver cambios radicales mucho antes. Ya hay emprendimientos tecnológicos de autos voladores. Estamos viendo cosas que son realmente impensadas y que van a llegar en 15, 20 o 25 años.
—¿Y donde queda ahí la ciberseguridad?
—Definitivamente la ciberseguridad va a ocupar un lugar cada vez más importante. Se están abriendo debates sobre la privacidad, sobre el uso de drones. En el futuro, la seguridad informática va a dejar de ser el tema de unos pocos expertos y va involucrar a políticos, empresas, escuelas, maestros y padres.
—¿Cómo cuidarnos en las redes sociales?
—Subimos cosas a Internet como si fuera un acto de inercia, como comer o caminar. Cuando publicar sea un acto consciente, vamos a poder controlar cuánto nos exponemos. Por lo tanto mi principal consejo es pensar unos segundos antes de subir contenidos a Internet: si realmente queremos que esté disponible para otros, cómo nos pondríamos si ese material fuera utilizado para otros fines… Esos 15 o 20 segundos de toma de decisión meditada, son fundamentales para subamos material en forma controlada y cuidándonos de la exposición.