El 24 de diciembre pasado, Alberto Aranda y su mujer, Mara, llegaron al depósito de ataúdes del cementerio de Otamendi, una pequeña localidad de diez mil habitantes cercana a Miramar, para dejar flores sobre el féretro de su hijo Ciro, fallecido a mediados del mes pasado a causa de una neumonía. Tenía apenas un año y dos meses. Mara, sin quererlo, deslizó su mano sobre la tapa del ataúd: el cuerpo de su hijo ya no estaba, la caja estaba violentada y sin sus tornillos, abierta por una barra de metal.
La conmoción fue inmediata en Otamendi. La tarde de Navidad fue sacudida por una pequeña marcha para exigir justicia que partió desde la puerta de la parroquia local. El cuerpo de Ciro no era el primero en ser robado en una fecha del calendario cristiano en el cementerio del pueblo. En las últimas Pascuas, el cadáver de Matías Valentino Fernández, de apenas dos años, hijo de una familia de quinteros bolivianos de la zona, fue encontrado a la vera del arroyo La Totora en la Ruta 11, sus dientes prolijamente arrancados, así como sus pies y órganos internos. Había sido enterrado en Otamendi poco antes. Los padres de Matías asistieron a la marcha de Navidad. Le estrecharon la mano a Alberto y Mara. Jamás supieron quién había robado el cuerpo de su hijo para lanzarlo eviscerado al costado de una ruta.
La búsqueda del cuerpo de Ciro recayó en la fiscal Ana María Caro, titular de la UFI descentralizada de General Alvarado, bajo la firma de la jueza Rosa Frence. Infobae adelantó que la fiscal Caro trabajaba sobre pistas: el uso del cadáver en un rito "satánico" era la principal hipótesis. La fiscal contaba con diversos testimonios que apuntaban a un sospechoso en particular. En la noche del viernes, ese sospechoso fue aprehendido por efectivos de las DDI de Miramar y de Mar del Plata de la Policía Bonaerense. Su nombre no resultó ser una sorpresa.
Fuentes de la causa aseguraron a este medio que se trata de Carlos López, el ex sepulturero y encargado del cementerio de Otamendi, separado de su cargo en abril de este año. López ya había sido aprehendido este año, precisamente en la causa por el robo del cuerpo del primer niño, acusado de encubrimiento y falso testimonio. Terminó encarcelado en el penal de Batán, más de 300 personas en el pueblo pidieron por su libertad en una marcha encabezada por su hermana. López volvió a la calle poco después. Robar un cadáver no es un delito tipificado por el Código Penal argentino.
La Policía Bonaerense secuestró varias herramientas con las que se podría abrir un ataúd, con un tornillo compatible con los usados para féretros, según publicó el diario marplatense La Capital. La casa de la madre del ex enterrador también fue allanada.
Alberto Aranda asegura a Infobae: "Se secuestraron cosas religiosas. Estampitas. Había muñecos con la boca cosida". Aranda sabe que en los allanamientos participaron perros entrenados para encontrar restos humanos. Sin embargo, se niega a decir si el cuerpo de su hijo fue encontrado. Su respuesta ante la pregunta es: "Mañana nos reunimos con la fiscal."
Por lo pronto, López fue trasladado a la cárcel de Batán para comparecer este sábado ante la jueza del caso. Mientras tanto, la familia convoca a una nueva marcha para este domingo.