Un hombre está obsesionado con el robo que cometió su padre junto a otros cinco ladrones: sin disparar sus armas ni usar la violencia vaciaron las cajas de seguridad del banco y huyeron con unos 20 millones de dólares.
El hombre investiga el caso por su cuenta, habla con todos los miembros de la banda, los investigadores y los testigos. Su padre le aconseja que no siga sus pasos. Pero el hombre le dice que sólo planea hacer un documental del robo. Lee el expediente, mira más de 20 películas de asaltos a bancos, analiza cada detalle de la historia y un día toma la decisión más peligrosa de su vida: planificar su propio golpe, inspirado en aquel gran robo. Como una especie de homenaje a su padre y al resto de la banda.
No es el argumento de una serie o de una película. El caso "inspirador" es el robo del siglo, ocurrido el 13 de enero de 2006. Y el hombre que buscó emular ese histórico golpe se llama Juan Manuel Zalloechevarría, tiene 35 años y es hijo de Julián Zalloechevarría, uno de los integrantes del grupo criminal que robó el Banco Río de Acassuso con armas de juguete.
Ese día, durante dos horas simularon una toma de rehenes en la planta baja y en el primer piso mientras en el subsuelo vaciaban 147 cajas de seguridad. Salieron por un boquete y huyeron por un túnel, en dos gomones que recorrieron un desagüe fluvial. El banco estaba rodeado por más de 300 policías. Cuando los uniformados entraron en la bóveda, no había nadie. Sólo un mensaje escrito por la banda: "En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores".
Los investigadores están convencidos de que el hijo del "Paisa Julián", como se lo conoce en el mundo del hampa, quiso imitar el robo protagonizado por su padre. Es más: eligió robar una sucursal del Banco Santander Río. El golpe fue el 29 de octubre de 2015 en la avenida Hipólito Yrigoyen al 10.500, en Temperley. Juan Manuel Zalloechevarría entró disfrazado de gendarme, le mostró fotos de su familia al custodio del banco y eso paralizó al hombre. El ingreso se hizo en el momento justo en el que cerraba el banco. Todo duró cuatro minutos: en el banco entró luego un ladrón con antifaz disfrazado de policía y un cómplice vestido como empleado de correo. Mientras uno encañonó a los empleados y al custodio, los otros dos llenaron con billetes una bolsa. Huyeron en una camioneta con ocho millones de pesos.
¿Qué tiene de parecido este golpe con el robo del siglo? En exclusivo, algunos detalles reveladores que surgen de la causa a cargo de la Fiscalía Número 6 de Lomas de Zamora:
El engaño. En el robo del siglo, los ladrones entraron disfrazados y simularon una toma de rehenes en planta baja y en el primer piso para movilizar a la policía. De ese modo se aseguraron dos horas de negociaciones con el Grupo Halcón (así lo establece el protocolo), y ganaron tiempo para vaciar las cajas del subsuelo. En este robo, Zalloechevarría, según la acusación, engañó al custodio y amenazó con secuestrar a su familia si no obedecía.
Llamada para despistar. En el robo del siglo, se hizo una llamada al 911 antes del robo para denunciar un robo inexistente en la misma jurisdicción que la del banco. Eso generó despiste y movilizó a varios policías. En este caso, hubo una llamada al 911 para lograr el mismo objetivo, que busca liberar la zona para actuar con impunidad.
Sin armas. En el robo al banco Río, la banda usó pistolas de juguete. En este hecho, los ladrones actuaron sin armas.
Miguelitos. En el robo del siglo, la banda dejó miguelitos en la calle para pinchar neumáticos de los patrulleros. En este robo ocurrió lo mismo.
Según le reveló una fuente judicial de Lomas de Zamora a Infobae, no sería el primer robo de Zalloechevarría. "Creemos que tuvo otro intento en un banco al que planeaba entrar con un boquete e incluso dejar una nota como ocurrió en el robo del siglo. Su obsesión era superar ese golpe o tal vez inspirarse en él", dice la fuente.
Zalloechevarría está detenido desde el 29 de septiembre de 2016 en una causa por presunta venta de drogas en la zona sur del conurbano bonaerense. "Soy inocente, jamás vendí droga. ¿Lo del robo al banco? De eso no puedo hablar, pero de algunas cosas hay que hacerse cargo", le dijo a Infobae desde los teléfonos de uno de los pabellones de la cárcel de Florencio Varela, donde está detenido a la espera del juicio oral. Podría ser condenado hasta diez años de prisión.
En el allanamiento, la Policía secuestró varios celulares, precintos, pasamontañas, una figura de tiro tipo FBI con varios disparos, ropa de la empresa de seguridad privada Prosegur, mapa de cuadrículas de la zona de Mar del Plata, plano dibujado a mano alzada de los interiores del banco ubicado en Independencia, entre Rawson y Alberti. Y recortes sobre el Banco Río. "Está claro que pensaba seguir perfeccionando su método en base a ese robo. Hasta encontramos un mensaje en verso inspirado en el que dejó la banda en la bóveda del robo del siglo", revela un investigador.
Se supone que esa semana pensaba robar un banco. Sin embargo, "Zallo", como le dicen, se presentaba como guionista y productor de cine, a cargo de la productora Gangster. Uno de sus proyectos era llevar al cine el robo del siglo. Incluso una productora, que pidió que su nombre no trascendiera, había tenido conversaciones con un actor de renombre para que protagonizara el filme, cuyo guión estaba escrito y fue registrado por "Zallo".
"Nadie de la banda lo puede creer. Era un pibe que estaba lejos del delito, que parecía ingenuo para esas cosas. Era fanático del cine. Me parece muy loco que por admiración al padre haya hecho eso, nunca vi algo así", le dice a Infobae Rubén de la Torre, uno de los miembros de la banda del robo del siglo. Luis Mario Vitette Sellanes, pieza clave del golpe, opinó algo similar: "Vi que le adjudican el robo de un banco, mirá vos, no tenía ni idea que podía ser capaz de hacerlo, pero andá saber si es él".
Los compañeros de su padre están sorprendidos. Lo conocen desde hace más de diez años, cuando era un joven que se acercaba con torpeza y admiración a preguntarles sobre el robo más importante de la historia del crimen argentino.
El padre de Juan Manuel, "El Paisa Julián", es un pistolero de renombre que robaba bancos, blindados y fábricas. En el robo del siglo había tenido un rol específico: robar sin armas dos autos y manejar la combi con la que escapó la banda, que estaba agujereada en el piso para que pudieran subir de a uno desde una alcantarilla.
Por entonces, Juan Manuel -un metro ochenta, castaño, porte atlético, ojos marrones- tenía 25 años. Durante dos años había entrevistado a los miembros de la banda. Es más, llegó a ser una especie de mensajero entre los ladrones. Transmitía saludos o recriminaciones. "Nunca robé", decía y eso lo convertía en una especie de rareza dentro de los clanes criminales.
El submundo del hampa se parece a las familias de artistas: los padres les trasladan el oficio a hijos, sobrinos y nietos. Un ejemplo es el de El Gordo Valor: tiene dos hijos y tres sobrinos que también roban. En muchos casos, los hijos sienten admiración por sus padres pistoleros.
"Cuando era chico -confesó una vez Juan Manuel, el menor de tres hermanos- creía que mi viejo era oficinista. Muchas veces se iba vestido de traje y con un maletín. Mi abuelo era un hombre pudiente, tenía campos y estaba metido en política. Mi viejo quiso seguir ese camino, asesoró a un diputado bonaerense, pero terminó robando para la corona. Esto lo supe de grande, porque de pibe no imaginaba que mi viejo andaba en la pesada. A veces faltaba de casa varios días y yo pensaba que era viajante. Pero en realidad robaba blindados, camiones, bancos, y andaba armado con un fusil. Un día la cana le metió un balazo en el estómago y estuvo muy mal. Ese día, cuando lo vi lleno de cables postrado en una cama de hospital, me cerró su historia. Supe que se dedicaba a robar, no hizo falta que me lo dijera. Mi viejo siempre me dijo que no lo imitara, que no siguiera sus pasos. A mis dos hermanos les dijo lo mismo. Pero lo mío es el cine. Sólo robaría para contarlo o mostrarlo. Amo la calle. En la calle está todo: la acción, las historias, los aromas, el dolor, los gritos. Soy un coleccionista de escenas".
Juan Manuel le dijo una vez a Infobae que se enteró que su padre había robado el Banco Río cuando lo citó pocas horas después del hecho en un café de Constitución.
—Hijo, vengo de hacer algo grande —le dijo Julián.
—¿Vos estuviste en eso? —le preguntó Juan mientras señalaba con el dedo índice el televisor del lugar, que mostraba las imágenes del robo.
—En el baúl del auto tengo un regalito para vos. No quiero que alquiles más. Comprate una casa.
Después fueron a la quinta y le pasaron el secador de pelo a los billetes porque estaban húmedos. Julián le dijo a su hijo que no había entrado en el banco por la operación reciente a la que había sido sometido por una hernia de disco.
Juan Manuel quedó obsesionado con la historia del robo. Quería contarla como sea. Llegó a anotarse en un taller de guión de cine que se dictaba en la Universidad de Lomas de Zamora. Veía hasta cinco películas por semana: todas de acción. Se aprendió casi de memoria algunas escenas y diálogos de las de Tarantino. Entrevistó a su padre y a los cómplices del robo para agregar escenas al guión. Dejó el proyecto en varias productoras y hasta se lo envió al actor Viggo Mortensen. Supo que no era sencillo. Quizá entendió que es más fácil robar un banco que filmar una película.
Pero Julián no quería que su hijo robara. Una vez, le dijo a Infobae:
—Si sigue mis pasos, va a terminar mal. No deseo ese futuro para mi hijo. Yo sé lo que es la cárcel, él no. Dice que se junta con gente pesada para inspirarse y hacer cine. No quiero que termine choreando para saber qué se siente, o para demostrarme que él también puede hacerlo. Esto es un viaje de ida. Yo antes quería dejar de robar por mis hijos, después llegué a pensar que robaba por ellos, para darles un futuro. Al final llegué a una conclusión. ¿Sabés cuál? Siempre robé por mí. Porque me gustaba. Mata todo tipo de aburrimiento. Al ladrón siempre le pasan cosas. Tiene historias para contar. ¿Qué te va a decir un oficinista? Nada.
—¿Juan Manuel le pidió consejos para robar?
—No. Creo que si alguna vez llega a robar, va a buscar sorprenderme o maravillarme. Sólo le dije que si lo hace, lo haga sin armas. Pero que lo mejor es no hacer nada por fuera de la ley. Quiero que mis hijos sean un ejemplo para mis nietos. Le dije a un amigo suyo que trate de seguirlo de cerca al loco, sacarle cualquier idea fulera del mate.
Pero, al parecer, el sueño prohibido de Juan Manuel Zalloechevarría llegó más lejos. Un amigo suyo que lo conoce desde antes de su primer robo, lo define con esta frase:
—Lo vi después de un tiempo y lo noté cambiado: su postura corporal, sus gestos, hasta sus facciones parecían las de otro tipo. Fue después del robo al banco. Creo que todo lo hace por admiración al padre y a esa banda.
Quizá ningún hombre vuelva a ser el mismo después de robar un banco. Y algo en Juan Manuel Zalloechevarría, a partir del robo del siglo del que fue parte su padre, cambió para siempre. Como si su vida cotidiana comenzara a ser reemplazada por escenas de ficción que contaminaron su realidad. Él mismo terminó convirtiéndose en un personaje de película. Una película, hasta ahora, sin final feliz.
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