Valdemar Loza, de 54 años, desocupado según él mismo, salteño de origen pero con domicilios en La Matanza y Monte Chingolo, beneficiario de un plan social de la ANSES, había esquivado a la Justicia durante buena parte de su vida. Su legajo de antecedentes penales, por lo pronto, está limpio. "Un viejo transa con suerte", lo define un jefe policial: "Siempre se las arreglaba para esquivar. Pero esta vez, el viejo se confió." A Loza, confiarse le costó muy caro.
El salteño cayó este domingo, arrestado en un galpón en Tapiales, provincia de Buenos Aires. La Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA -hoy conducida por el comisario mayor Raúl Britez- se encargó de esposarlo, en una causa bajo la firma del juez federal salteño Julio Bavio, en donde también intervino la Gendarmería, con apoyo de la PROCUNAR, el ala del Ministerio Público dedicada a investigar el narcotráfico, a cargo del fiscal Diego Iglesias. Una serie de escuchas telefónicas llevaron hasta él: su alias y su número surgieron de una causa narco previa. Las intervenciones telefónicas hablaban de un jugoso negocio a cargo de "El Tío", que no sería otro que Loza mismo, con una entrega pactada en un galpón sobre la calle Talcahuano en Tapiales.
Allí, a pocas cuadras, la PFA detectó a un camión Mercedes-Benz de gran porte llegar al lugar; Loza fue visto abordándolo, para ingresar en el galpón. Allí, el juez Bavio dio la orden: había 817 ladrillos de cocaína de alta pureza, cargados a una camioneta Toyota Hilux. La casa de Loza no estaba demasiado lejos, a unas diez cuadras. También fue allanada: se encontraron 280 panes de cocaína de alto grado junto a un revolver calibre .38. Otro punto en Tapiales ligado al "Tío" fue allanado, con USD 280 mil en efectivo.
Sin embargo, los dólares encontrados son poco y nada comparado a los casi 1.100 kilos de polvo de alta calidad incautados. Hoy, voces en la PROCUNAR estiman un valor callejero para el kilo de cocaína boliviana de USD 10 mil en el mercado porteño. Así, de cara a este cuadro tarifario 2017, el lote ligado por las autoridades judiciales y policiales a Loza llega a casi USD 11 millones.
Loza, otra vez en los cálculos de la PROCUNAR, no sería un capo narco, un comprador final, sino un mayorista, un vendedor de vendedores. Un investigador asevera que se le encontraron varios alias y números de teléfono: se cree que podría haber exportado su producto a Europa. Tenía costos: la PFA detectó que habría pagado USD 400 por cada kilo al camionero encargado de transportar el lote, que también fue detenido.
Varios panes incautados tenían una particularidad, un cuño identificatorio, algo común en los productores bolivianos para identificar su droga en el mercado. El logo más repetido era el de la marca automotriz japonesa Toyota. No es la primera vez que se detecta en el continente. Cocaína con el mismo logo fue confiscada en abril del año pasado en Foz de Iguaçu, Brasil y en octubre de 2015 en Paranaíba, estado de Mato Grosso do Sul, también en Brasil, y otros reportes hablan del mismo cuño encontrado en Guayas, Ecuador. Otros panes incautados a Loza tenían la marca de un águila calva en pleno vuelo, otra figura repetida en el narcotráfico latinoamericano. La referencia esta vez es mucho más cercana: el águila fue encontrada en Salta en julio de este año en panes de fenacetina, una sustancia de corte empleada para el estiramiento de cocaína, un expediente a cargo del fiscal Ricardo Toranzo. Poco después, el ave nacional de los Estados Unidos apareció en otro cargamento encontrado en Los Pirpintos, Santiago del Estero.
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