De juez estrella, a magistrado estrellado. Así se pueden sintetizar los casi siete años en los que Raúl Juan Reynoso estuvo a cargo del juzgado federal de Orán, y hoy afronta un juicio oral y público que lo tiene como cabeza de una asociación ilícita que, a cambio de dinero y dádivas, favorecía con resoluciones judiciales a narcotraficantes presos.
El ex hombre fuerte de la justicia salteña fue procesado con prisión preventiva el 1º de mayo de 2016.
Primero fue alojado en la sede de la Policía Federal de Salta. Después trasladado a la cárcel Güemes, a pesar de su resistencia.
En una carta manuscrita le pidió a su par Julio Leonardo Bavio que no lo trasladase a ese penal porque "está en juego mi seguridad. Muchos detenidos en Güemes fueron por causas en las que yo intervine".
Bavio desoyó la súplica. Lo encerró en el Complejo Penitenciario Federal del Noroeste, pero lo aisló del resto de los internos para evitar que lo asesinen.
La rigurosa vida carcelaria, que estaba a las antípodas de su suntuoso pasar, duró menos de dos meses. Una junta médica estableció que su ex señoría debía ser "internado" porque "padecía estrés carcelario", su presión arterial estaba cada vez más alta, al igual que los niveles de azúcar en sangre.
Después de eso, volvió al penal de Güemes, donde está alojado en el pabellón donde se encuentran los condenados por causas de lesa humanidad.
Esta semana, los jueces Federico Díaz, Gabriel Eduardo Casas y Carlos Enrique Jiménez Montilla comenzaron con el proceso contra el ex juez. El juicio tiene un condimento especial. Al igual que el ex parricida y abogado Sergio Schoklender, Reynoso estará a cargo de su propia defensa durante las agotadoras audiencias.
Un juez muy coloquial.
"Para que tu hermano salga en libertad hay que pagarle al Tío", contó uno de los testigos. El hermano, era un narco preso a disposición de Reynoso, y el "Tío", justamente, su señoría.
El otrora juez federal de Orán supo ser considerado como un verdadero paladín de la lucha contra los narcos en el norte de la Argentina. Allí donde las fronteras son un colador y un paraíso para las organizaciones mafiosas.
De hecho, Reynoso tenía competencia sobre un extenso territorio que incluye 700 kilómetros de frontera con de Bolivia.
Por su despacho tramitaban miles de causas vinculadas al tráfico ilegal de estupefacientes, de divisas, de armas y de trata de personas, entre otra colección de delitos de competencia federal.
A mediados de octubre de 2015, el prominente juez norteño fue uno de los oradores estrella en la segunda jornada del Coloquio de IDEA que se desarrolló en el Sheraton Hotel de Mar del Plata.
Durante ese almuerzo de trabajo, al que asistieron unos 70 ejecutivos de destacadas empresas, se abordó la lucha contra la comercialización ilegal de estupefacientes y el combate al consumo de drogas.
Entre bocados y sorbos de agua mineral, los comensales escucharon el lapidario panorama que sobre ese flagelo realizaron, el juez federal de Orán y la entonces ascendente figura política de Cambiemos, la candidata a gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.
Desde ese pedestal, Reynoso contó que en su juzgado se tramitaban 30.000 causas de las cuales la mitad eran penales, y en su mayoría, vinculadas a la droga.
También se ufanó de ser el magistrado que más estupefacientes incautó en los últimos 10 años: 24.000 kilos, y de tener un promedio de detenidos que llega a los 150 delincuentes con picos de hasta 300.
Entre miradas de asombro y admiración, "El Tío" remató la exposición con una frase que al otro día gano espacio entre los principales titulares de los diarios: "La ciudad de Orán se convirtió en una comunidad colombiana".
Nada dijo, en cambio, que en ese momento el entonces magistrado ya era investigado por formar parte de una organización delictiva integrada por parientes, abogados y empleados de su juzgado que favorecía a los traficantes que detenía a cambio de dádivas, entre ellas, una chacra.
Ahora se sabe, por ejemplo, que el 5 de marzo de ese 2015, es decir siete meses antes de hablaren el Coloquio de Ideas, Reynoso había recibido de la familia del narco boliviano Marcelino Valdez Cari, una camioneta Amarok exigida para lograr su libertad.
El 4 de noviembre de ese mismo año, semanas después de su triunfal exposición marplatense, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, lo ensalzo durante casi dos minutos por Cadena Nacional al ponerlo como ejemplo de la lucha narco.
"Tenemos jueces, como el juez Reynoso, juez federal de Orán, un juzgado clave, un lugar clave, en el tráfico de drogas del norte argentino. Ese juzgado solamente tiene 22 empleados (…)".
Se trata del mismo Reynoso que el pasado lunes 4 debió escuchar en silencio, las casi cinco horas de la acusación que contra él realizó el juez Bavio, el fiscal federal de Salta Eduardo Villalba, y la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).
Esa investigación pudo establecer que al menos desde el 19 de marzo de 2010, y hasta fines de 2015, Reynoso lideraba "una organización de carácter estable con soporte estructural, división de roles y capacidad para articular acciones de modo de sostener el desarrollo de la asociación ilícita", la cual consistía en "gestionar y conceder resoluciones judiciales contrarias a derecho, favorables a los intereses de personas imputadas en procesos judiciales vinculados a conductas de narcocriminalidad, y todo ello a cambio de dádivas y/o dinero".
De confirmarse las acusaciones contra Reynoso y sus compinches, sería la primera vez que la justicia federal prueba que en un juzgado federal "había un tarifario estándar" para cobrar coimas, en este caso de 500.000 pesos, para beneficiar a criminales que el mismo fingía perseguir.
Durante la lectura de las pruebas en su contra, se describieron los nueve hechos que se le imputan y que tienen como denominador común el siguiente mecanismo: "En un principio Reynoso establecía un concurso delictual con una escala penal alta con el objeto de presionar al detenido para que pagara el soborno y, una vez recibido el pago, modificaba la calificación legal o dictaba la falta de mérito para permitir su excarcelación".
Un hecho miserable que bien podría haber favorecido a la instalación de bandas narcos en Orán para que esa zona, según sus propias palabras, se trasformara en algo así como la Colombia Argentina.
La asociación ilícita
La acusación sostiene que "Desde el momento en que fue instaurado como juez de Orán, Reynoso organizó el funcionamiento del Tribunal con personas de su extrema confianza, como son los casos del jefe de despacho Miguel Saavedra, considerado como la mano derecha del juez ya que tenía a su cargo las causas más importantes incluso en desmedro de los secretarios; y el ordenanza Julio Cesar Aparicio, quien se ocupaba de la recepción de las dádivas (vehículos e inmuebles) obtenidas por la organización.
"La estructura delictiva -continúa el escrito acusatorio- se completaba con abogados fuertemente relacionados a Reynoso: Ramón Valor, René Gómez, María Elena Esper y Arsenio Eladio Gaona, este último cuñado del juez. Todos ellos oficiaban de intermediarios entre los imputados y el magistrado. Es decir, eran los encargados, puertas afuera del tribunal, de difundir el monto exigido y la modalidad de pago. Para ello, los abogados involucrados mantenían contacto en forma directa con el juez, ingresaban a su despacho, que era el lugar en donde se concretaban las reuniones y, en algunos casos, también la entrega material del dinero", o sea las coimas.
Todos los mencionados, son enjuiciados junto al ex juez ejemplo de la lucha contra las mafias narco.
El relato desplegado en la sala de audiencia durante la lectura de las pruebas, coincidente con la de otros testigos que afirmaron durante la instrucción que "ese grupo de abogados conformaba una especie de barrera por la cual no podían ingresar otros letrados, y que llevaba a que litigar en ese juzgado de Orán se tornara sumamente difícil para quienes no pertenecían a ese selecto grupo cercano a Reynoso".
Números que no cierran.
Reynoso -junto a su familia- también está complicado en una segunda causa que se le instruye por presunto enriquecimiento ilícito.
Sucede que no puede justificar los autos, camionetas, camiones, campos e inmuebles que nunca se podrían haber adquirido con los ingresos hogareños.
Sólo un ejemplo. El abogado amigo del magistrado,
René Gómez obtuvo un sorpresivo sobreseimiento -apelado a los gritos por la fiscalía- para Pablo Vera, uno de sus defendidos, quien se encontraba imputado por el transporte de 966 kilogramos de clorhidrato de cocaína que en camiones cisterna había ingresado de Bolivia.
Los fiscales y el juez Bavio, establecieron que el fallo favorable de Reynoso coincidía en la línea de tiempo "con la entrega de una finca de 700 hectáreas que pertenecía al detenido".
La chacra, bautizada como "Finca El Mollinedo", fue transferido luego a Rosalía Candelaria Aparicio, la hermana de César Julio Aparicio, él ordenanza del juzgado de Orán y amigo del juez.
En la causa también hay pruebas de coimas que habría recibido el ex magistrado en billetes contante y sonantes.
Prueba de ello sería el caso del transportista boliviano José Luis Sejas Rosales, procesado como responsable del delito de contrabando de estupefacientes y precursores químicos, doblemente agravado por el uso de documentación ideológicamente falsa y por la cantidad de personas que intervinieron.
La gravísima imputación, realizada por el Ministerio Público, fue por ingresar al país casi una tonelada de cocaína a través de una organización de tráfico internacional que utilizaba camiones cisternas.
El empresario -con causas por narcotráfico también abiertas en su país- había sido detenido por Reynoso quien, pese a contar con las pruebas aportadas por la Procunar, después de recibirle declaración indagatoria, dispuso su libertad provisoria.
La razón. Reynoso recaratulo el expediente y lo procesó como "partícipe secundario" del tráfico 986 kilos de cocaína.
Según la fiscalía y el juez Bavio "para forzar tal situación procesal Reynoso le habría exigido a Rosales –por intermedio del abogado Ramón Antonio Valor- la suma de 350.000 dólares".
El 4 de septiembre pasado, durante la primera audiencia en su contra, Reynoso obtuvo un pequeño triunfo como su propio defensor.
Consiguió dilatar el segundo día de juicio ¿Cómo lo logro? Después de escuchar pacientemente los cargos en su contra, se levantó, solicitó la palabra, y mirando a los tres jueces acusadores, recusó a la camarista salteña Mariana Catalano, la designada jueza suplente.
Los tres magistrados titulares son tucumanos. Sucede que Reynoso ya recusó a once jueces que tenían previsto juzgarlo.
A la mayoría los acusó de los mismo que a Catalano "violencia moral", en este caso por unas declaraciones que la jueza habría realizado en un diario local contra Reynoso.
Para no dilatar más los tiempos, la camarista aceptó la recusación y ahora se deberá designar un nuevo juez suplente que seguramente llegará de una provincia vecina dónde el ahora ex influyente juez no tenía amigos ni detractores.
La maniobra es una muestra de los artilugios que desplegará la autodefensa de Reynoso que ya había intentado sin suerte desplazar al juez Bavio de la causa que lo llevó a la cárcel.
A él lo acusó de "animosidad manifiesta". Cuando los camaristas le preguntaron los motivos, Reynoso no se puso colorado al argumentar que Bavio lo marcaba con violencia cuando se enfrentaban en una cancha de fútbol durante los torneos que organizaba el Poder Judicial salteño.