El delito en la Argentina tal vez ya no tiene lugar para hombres como Juan Adduca y Raúl Millozzi. Es decir, ¿quién roba bancos hoy? ¿Quién entra a punta de pistola a una sucursal para llevarse un millón de pesos o más y fugarse sin disparar un solo tiro? Ya no hay delincuentes así.
Adduca y Millozzi son hombres del pasado en los tiempos de la violencia extrema, se pierden en el panorama de los cadáveres, entre rastreros desesperados en el Conurbano bonaerense capaces de matar a un bebé o a un colectivero, de secuestradores en San Martín o Fuerte Apache capaces de lanzar a una niña desde un vehículo en movimiento, de capos narcos peruanos fuertemente armados en villas porteñas o mafiosos chinos en Capital Federal capaz de extorsionar supermercadistas por miles de dólares y traficar vidas humanas en el país apenas hablando unas pocas palabras de español.
Son los últimos de un especie de delincuentes supuestamente galantes, capaces de llevarse lo que quieran de un banco o un blindado, con algunas pocas amenazas a punta de pistola y sin dejar un muerto o un herido en la vía pública, la última historia policial clásica que queda por contar. Y el título que les corresponde es grande: son los últimos superladrones de bancos de la Argentina, de acuerdo a las acusaciones de la Justicia de instrucción porteña, los más grandes de la historia reciente.
Oriundos de Guernica, provincia de Buenos Aires, con 38 y 44 años respectivamente, sus asaltos tuvieron un alto grado de inteligencia previa, con información interna presuntamente entregada y rutas de escape definidas. Adduca y Millozzi no iban directamente a las cajas de atención al cliente, no eran tan amateurs o atolondrados como para eso: preferían el tesoro del banco mismo, encañonando a un gerente en el camino o la descarga del camión de caudales custodiado por ametralladoras. La lista de antecedentes de ambos es larga. El primero que se le conoce a Adduca data de 2002, cuando enfrentó a un juzgado de garantías de Quilmems por el atrevimiento de robarle un arma a un policía.
El comienzo de década fue caliente para los dos. Millozzi cayó por robo en mayo de 2009 por orden del Juzgado de Garantías N°5 de Morón, luego en marzo de 2011, a pedido del Juzgado de Garantías N°4 de Mar del Plata. Un año después fue arrestado junto a Adducca a pedido de la Justicia sanisidrense. Volvió a caer con su cómplice en julio de 2013 con una orden del Juzgado de Garantías N°39 de Ernesto Botto, que unificó dos asaltos en un solo expediente. De todas formas, siempre salieron, a pesar de su reincidencia serial.
Hoy, Adducca y Millozzi esperan sentados en el penal de Ezeiza tras haber sido detenidos el 16 de diciembre de 2015 luego de su último presunto robo, el más espectacular de toda su carrera: el asalto al banco Santander Rio sobre la avenida Fernández de la Cruz, Villa Lugano. Con un Renault Megane previamente robado como auto de escape, ingresaron a la sucursal con otros cuatro cómplices hasta hoy desconocidos con dos armas, incluida una pistola calibre .45 con la numeración limada.
Al entrar, pidieron expresamente por una contadora del lugar, dando su nombre y apellido, asegurando que venían de parte de un oficial jerárquico de la sucursal Mataderos. La contadora, tras resistirse, fue reducida. "Dale, no te hagás la boluda", le espetaron, para luego forzarla a abrir el tesoro y llevarse el dinero en fajos. El botín: más de un millón y medio de pesos. Antes de irse, los ladrones se aseguraron el equipo DVR del banco, que conservaba la memoria de las cámaras de seguridad.
No pudieron disfrutar el millón y medio, de todas formas. La división Robos y Hurtos de la PFA los persiguió por la autopista 25 de Mayo para luego, en teoría, perderlos. Fueron los efectivos de la Comisaría 6° los que encontraron a Adduca y Millozzi en la esquina de Venezuela y Sarandí, cargando un bolso con 698 mil pesos con fajas del banco Santander Río. Dentro del Renault Megane había un bolso naranja con otros 200 mil pesos, además del gabinete DVR. Los otros cuatro cómplices no estaban; los otros 652 mil pesos tampoco.
Adduca y Millozzi tienen un largo juicio por delante que comenzó a mediados del mes pasado en el Tribunal Oral Criminal N°8, presidido por el doctor Javier Anzoátegui y con la fiscal general Diana Goral como acusadora. No solo se les imputa el robo al Santander Río, inicialmente investigado por la jueza María Gabriela Lanz; el fiscal Matías di Lello sumó otros ocho asaltos cometidos desde 2010 con agravantes como uso de arma y portación de arma de guerra, casi toda su presunta carrera criminal. El número final de lo robado: más de 7 millones de pesos.
Un golpe en la cabeza
Es real que Adducca y Millozzi robaron una fortuna sin disparar una sola bala, al menos en los ataques incluidos en la elevación a juicio firmada por el fiscal Di Lello a la que accedió Infobae. Casi todos los asaltos son de una eficiencia total, casi tácticos, el margen de error parecía ser mínimo. Nadie tuvo que morir. En todo caso, solo llevarse un fuerte culatazo.
Esta es la lista, robo por robo:
. 20 de noviembre de 2009, Banco Patagonia en Villa Luro, avenida Juan Bautista Alberdi al 1500. "Dame toda la plata, hijo de puta", dijo uno de ellos, al interceptar a un empleado de Prosegur. División de roles: Adduca encañonó al guardia de seguridad mientras Millozzi iba a la caja. Saldo a favor: 540 mil pesos.
. 15 de octubre de 2010, cerca de las 10:30, Banco Macro sobre Francisco Beiró al 3500. Adduca y Millozi sorprendieron a la gerente de la sucursal mientras acompañaba a empleados de una empresa de caudales con 434 mil pesos destinado a la recarga de cajeros. Esta vez, Adduca se encargó de robar el dinero; Millozzi se quedó en la puerta como campana.
. 5 de enero de 2011, alrededor de las 10 de la mañana en el sector de atención al público de la sucursal Parque Chacabuco del Banco Ciudad, sobre la avenida Asamblea al 600. Un camión de la empresa Prosegur llegaba con dinero y dos custodios. Adducca y Millozzi sorprendieron a ambos custodios: les robaron 500 mil pesos a punta de pistola. También se llevaron la Taurus calibre .357 que uno de ellos llevaba bajo el chaleco antibalas. Huyeron en un Citröen C3, con su patente tapada con un papel. No tuvieron que decir mucho más que "quédate quieto, quédate quieto".
. 28 de febrero de 2013, Banco Francés, Corrientes al 4600, a punta de pistola. El dúo hizo la cola de cajas como la haría cualquiera, para luego encañonar al guardia. Adduca aprovechó que un empleado ingresaba al área privada con un código de seguridad. "¿Qué? ¿Te querés morir? Dame la plata grande", lanzó. Había 900 mil pesos en fajos en un mueble detrás de la zona de cajas, a la vista. Adduca los tomó, mientras Millozzi amenazaba de muerte a una cajera para que le entregue lo poco que tenía para el público, unos 3 mil pesos. Huyeron, otra vez, en un Citröen. No era la primera vez que pisaban ese banco. La Justicia determinó, de acuerdo a la elevación a juicio, que habían visitado la sucursal dos días antes para hacer trámites de rutina.
. Esta vez fueron un poco más temprano: 3 de septiembre de 2013, Banco Supervielle sobre avenida La Plata al 500, 9:10 de la mañana. Lograron entrar y sorprender a un gerente que se disponía a abrir una puerta que llevaba a un pasillo que unía las cajas y el tesoro. El gerente, con una pistola en la nuca, cedió y entraron: encontraron 200 mil pesos sobre una mesa. Se fueron, de nuevo, en un Citröen C3.
. Adduca y Millozzi no esperaron mucho para volver a atacar: entraron el 30 de octubre de 2013 al Santander Rio sobre Corrientes al 5100, Villa Crespo, para llevarse el botín más grande de sus carreras. Fue a las 15:30, sobre el horario de cierre. De nuevo se mezclaron en la fila de cajas, para amenazar de muerte a un guardia de seguridad y a un empleado de Prosegur. Encontraron 2.1 millones detrás de la línea de cajas que metieron en una bolsa negra. "Se fugaron por la calle Aráoz en dirección a Luis María Drago, donde fueron perdidos de vista", cierra el sumario.
. Volvieron a atacar en Capital Federal el 26 de junio de 2014, esta vez en el Citibank de Independencia al 1800, un intento de robo que fue un fracaso. Evidentemente habían perdido el control. Parados en un kiosko junto al banco, se encontraron con un cabo de la entonces PFA que vigilaba la cuadra: le dieron un fuerte culatazo en la cabeza. "Quedate en el molde que perdiste", oyó el policía. "No es con vos, se la vamos a poner al banco", le dijeron, mientras lo llevaban al fondo del kiosko con la dueña del lugar para golpearlo un poco más. Luego, le arrebataron la pistola reglamentaria y la radio de trunking y lo esposaron con sus propias esposas.
Entraron en el banco segundo después, con un cómplice desconocido disimulado en la fila de cajas que se sumó a la acción. Millozzi intentó ingresar la clave del tesoro. Por lo visto la sabía de antemano: "Uno, cuatro, dale, cuál es, decime", le gritó a un vigilador con una pistola. El vigilador, asustado, activó el arma: se llevó una trompada en las costillas. Toda la violencia no le sirvió de nada a la banda: terminaron conformándose con 5 mil pesos de la caja número tres.
El episodio del Santander Rio en Villa Lugano cierra la lista que llegó al Tribunal Oral Criminal N°8, sin embargo Hay otros robos atribuidos a Adduca y Millozi, otra vez de acuerdo a información policial: la carrera no se acaba en Capital Federal. Se les atribuyen, por lo menos, cuatro asaltos más cometidos entre 2010 y 2013 al Banco Credicoop de Villa Martelli y a una sucursal del Itaú en Vicente López, a otro Credicoop en Esther, no muy lejos de Rosario en la provincia de Santa Fe y a un Banco Francés en Rosario, con montos desconocidos. En total, son doce ataques en cuatro años.
¿Quién se la llevó?
La fiscal de juicio, Diana Goral está satisfecha con la instrucción que recibió; no hizo falta investigar más. Juezas como María Gabriela Lanz y fiscales como Andres Madrea y Lucio Herrera lograron reconocimientos positivos de testigos además de filmaciones de cámaras de seguridad. Goral irá a fondo con su pedido de pena: podría ser de casi 20 años. Cerca del expediente hablan de un intento de negociación de parte de la defensa de Adduca y Millozzi; ellos reconocerían todo a cambio de una pena moderada. La oferta de Goral de cara a este trato fue de 18 años de cárcel. Evidentemente, no hubo trato.
Hay, sorprendentemente, una controversia en Tribunales: el juicio a los presuntos ladrones de bancos más grandes de la Argentina está frenado. Se decidió en un primer momento que solo el presidente del Tribunal Oral Criminal N°8 juzgaría a Adduca y Millozzi y no el tribunal completo, lo que se conoce como un juicio unipersonal y no colegiado, algo en lo que Goral no tuvo veto. Un juicio unipersonal les garantizaría una pena considerable más baja que la que la fiscal de juicio tiene en mente. Así, días atrás, Goral pidió el TOC N°8 que el proceso sea reiniciado, esta vez con un tribunal completo.
Hay también un clima de sospecha en el despacho de la fiscal: ¿cómo puede ser que Adduca y Millozzi, si es que las imputaciones en su contra son ciertas, hayan robado durante tantos años? No se trata de la supuesta puerta giratoria de la Justicia: la Policía se lleva las miradas esta vez. Hubo una particularidad muy llamativa en el juicio en el TOC N°8, algo que agregó sal a la sospecha y algo raro en multi-imputados que suelen callarse la boca. Adduca y Millozzi, por ejemplo, se habían negado a declarar tras ser detenido en 2015. Pero esta vez, frente al juez Anzoátegui, Millozzi habló.
Para Goral, la plata faltante del asalto al Santander Río era un interrogante, lo mismo por qué la división Robos y Hurtos los perdió en la persecución posterior para terminar detenidos por efectivos de la comisaría 6°, curiosamente, a media cuadra de la comisaría misma. Ante el juez y la fiscal, Millozzi aseguró que un efectivo de la división del cual dio nombre y apellido apareció para llevarse parte del botín, un número que llegaría a 50 mil dólares.