"Aparentemente soy un inestable obsesionado conmigo que no sabe trabajar en equipo con otros". La frase -una de las tantas del personaje de comics y cine Tony Stark, que dentro de un armazón de hierro se transformaría en Iron Man-, parece encajar perfectamente con el perfil de Franco Rodrigo Gaspar Cinco, uno de sus tantos fanáticos incondicionales, que en las últimas horas protagonizó uno de los hechos más aberrantes que se recuerdan en la provincia de Salta: envenenó y mató con cianuro a su novia y al hijo de ella, de apenas dos años.
"Ficha", como lo conocían en su círculo más cercano, poseía dos pasiones: los superhéroes y el rugby. Se recibió como periodista hace unos años, pero no logró hacer pie en los medios, ni televisivos ni gráficos, debido a una personalidad demasiado introvertida.
Ex compañeros de trabajo y personalidades de su entorno no dudaron en describirlo como una persona fría, de pocas palabras, con dificultad para entablar relaciones sociales, y de modos "extraños" en su comportamiento. Así y todo, nadie jamás imaginó que el joven de 28 años podía cometer semejante aberración como la protagonizada el lunes por la mañana en la casa de su última novia, Alejandra Párraga.
"Él es bien raro. Estuvimos hablando casi media hora una vez, tal vez un poco más, pero casi no pronunciaba palabra. Sus maneras, sus gestos y sus silencios eran raros", relató al diario El Tribuno un conocido que estuvo con él pocas horas antes de que el hombre envenenara con cianuro a la joven de 26 años y a su hijo Amir.
La intención de Cinco era, desde un principio, matar al pequeño, a quien consideraba un estorbo en la relación con la chica, que había comenzado hacía unos meses. Así, le ofreció una botella a la mujer con supuesta "agua bendita" para que ella se la diera al niño, que se encontraba enfermo.
"Me tocó salir a hacer notas varias veces con él. Era un tipo muy callado y muy raro. De pocas palabras, no se daba con la gente. Cuando él llegaba no saludaba, como hacemos otros. Más bien se apartaba. Hasta se iba sin despedirse", relató un ex compañero del Canal 9 de Salta, donde ejerció unos meses como pasante.
Después de haber cursado la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Salta, se desempeñó como pasante en el Canal 9 y luego trabajó unos meses en el diario El Expreso y en una radio.
Una relación extraña
La relación entre Cinco y Párraga había comenzado hace apenas unos meses. Según comentó la familia de la chica fallecida, el joven prácticamente no tomaba contacto con ellos. La joven vivía junto a sus padres y, cada vez que él la pasaba a buscar, se quedaba esperando en la calle hasta que ella apareciera.
Los padres de la chica conocieron a Franco el último 21 de mayo, cuando Alejandra festejó su cumpleaños número 26. "Era un chico tranquilo. Pero no hablaba prácticamente. De hecho, las primeras palabras que hablamos entre los dos fueron después de la muerte de mi hija", comentó Alejandro Párraga, el padre de la joven muerta.
Era común que Franco quisiera aislarse con Alejandra en la habitación o en el auto del joven cada vez que se encontraban juntos en una reunión familiar.
De acuerdo a varios integrantes de la familia, la relación tensa entre Franco y el niño Amir se respiró desde un primer momento. "Cuando él le traía regalos a Amir, el chico los rechazaba. Y eso lo ponía mal a él", detalló Gabriela, la hermana de la joven fallecida.
El crimen, algo que nadie imaginó
Según relató el padre de Párraga. El hecho ocurrió el lunes a primera tarde en el living de la casa. "Yo estaba en mi habitación y empecé a escuchar los gritos porque Amir no podía respirar y Alejandra se estaba empezando a sentir mal", afirmó Alejandro al diario La Gaceta.
Franco Cinco le dijo que le había traído agua bendita para tratar de sanar al chico. "Según me dijo este criminal, como el niño se rehusaba a probar de esa botella, mi hija le quiso mostrar cómo se hacía y ella le dio los primeros sorbos", relató el padre de la víctima, que se llevó a su nieto en su auto a una clínica privada, donde falleció a los pocos minutos de haber llegado.
Mientras tanto, Franco Cinco acompañó a Alejandra en una ambulancia al Hospital San Bernardo: la chica de 26 años llegó al centro de salud sin vida.
La reacción del propio homicida fue lo que más sorprendió a la familia. "Estaba tranquilo. Decía que le había dado agua bendita. Incluso, el martes por la mañana vino con nosotros al velorio. Fue espeluznante".
Dos testigos, clave para la detención
Si bien en las horas siguientes a las muertes el caso era un misterio, la causa pareció resolverse de un modo rápido gracias a los testimonios de dos personas del entorno.
La primera fue una joven, amiga de Cinco, quien se puso en contacto con el fiscal Ramiro Ramos Ossorio para comunicarle que poco después del crimen, el joven le envió un mensaje de texto en el que confesaba: "Me mandé una gran cagada".
El otro testimonio respondió a un hombre que había sido contactado en los días previos al hecho por el propio Franco Cinco, quien le ofreció dinero para que asesinara al menor. El hombre se negó rotundamente y, al conocer la noticia de las muertes, no dudó en comunicarles el hecho a las autoridades.
Según el propio fiscal, el joven utilizó cianuro de potasio, el cual se distribuye con venta libre y es utilizado en el ámbito de la minería y la limpieza de metales. De la investigación se informó además que ya se sabe dónde consiguió el elemento y a qué lote pertenece.
En tanto, Cinco se enfrenta a una pena de cadena perpetua por el delito de homicidio doblemente calificado, por la relación de pareja con Alejandra, y por el delito de homicidio agravado por el método utilizado (envenenamiento) sobre el menor Amir Párraga.
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