La semana pasada Infobae publicó una radiografía de la monja Kumiko Kosaka, señalada como cómplice de los curas y empleados del Próvolo, que están acusados de más de 60 abusos a menores dentro del instituto. Una de las víctimas contó cómo la religiosa sometía a los internos y lo que sintió al enterarse de su detención.
En 2005 Gastón tenía 11 años y de lunes a jueves era alumno del instituto mendocino Antonio Próvolo para chicos sordos e hipoacúsicos de Luján de Cuyo. "Ton" o "Queen Toon", como prefiere ser llamado para esta entrevista, es uno de los denunciantes en la causa contra los sacerdotes, Nicola Corradi y Horacio Corbacho, el monaguillo, Jorge Bordón, los dos empleados administrativos, José Luis Ojeda y Armando Gómez, y la recientemente implicada monja Kumiko.
"La imagen de la monja la sigo teniendo grabada en mi mente, todo lo que hacía con los chicos", recordó Ton en diálogo con Infobae, luego de la detención de la mujer. "Todos veíamos los maltratos, nos obligaban a comer cuando no queríamos o a los chicos que se hacían pis en la cama", enumeró sobre las faltas que derivaban en maltratos y represalias.
Según relató Ton, hoy de 23 años, la monja mostraba una doble cara y si bien no fue de los que más sufrieron sus excesos, puede recordar un episodio: "en una oportunidad en vez de apoyar una toalla la tiré al canasto de la ropa para lavar y como no le gustó vino y me pegó una cachetada muy fuerte. Fue mi hermana mayor la que me defendió, le dijo que no tenía derecho". "Vi chicos llorando, desesperados del dolor", dejó saber sobre algunas de las escenas de las que debió ser un testigo silencioso.
La gran pesadilla de Ton durante sus días en el Próvolo fue el monaguillo Jorge Bordón, en quien centró su denuncia a fines del año pasado en el marco de la causa que lleva adelante el fiscal Fabricio Sidoti.
"A veces dejaba la luz prendida y yo me quedaba mirando la pared, sin moverme. Cuando me tocó la primera vez me miró muy de cerca, me puso el dedo en la boca, como diciéndome que no la abriera. Dijo que me iban a expulsar a mí y a mi hermana si decía algo", contó a fines del año pasado Ton, en una entrevista exclusiva con Infobae, sobre cómo comenzaron los abusos en el Próvolo.
"Hoy soy travesti, cuando era hombre me abusaba una persona que se disfrazaba de sacerdote, así que al tiempo quise cambiar mi personalidad. Como si de hombre me hubieran abusado, pero de mujer no. No sé cómo explicarte", había aclarado durante una primera charla con este medio.
"Yo no soportaría enterarme que los liberan, si liberan a mi abusador, yo me mato", expresó la joven, que hoy vive junto a su familia en San Luis y que dice le gustaría poder reencontrarse con sus compañeros del Próvolo, a los que no volvió a ver tras los ataques, luego de los cuales abandonó el colegio.
Ton admitió haberse quedado sin palabras la semana pasada al ver la noticia de la detención de Kumiko: "Me quedé callada, es como que no puedo creer lo que está pasando ahora, ni lo que nos pasó".
"Estoy contenta con que estén detenidos, jamás vamos a permitir que los liberen por lo que nos hicieron. Ahora les toca sufrir a ellos", manifestó, aunque sabe que hay personas que todavía se niegan a creer que los curas hayan cometido los abusos.
"¿Quién va a inventar estas cosas? Eramos chicos con menos de 14 años, no sabíamos lo que era abusar, maltratar, violar, no sabíamos defendernos", insistió, sobre una pesadilla que compartió con cerca de otros 60 internos, todos menores de edad, y que a cuentagotas, 12 años después, comienza a encontrar a los culpables.
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