El Boletín Oficial de esta mañana habló de Alan Dolz. Dijo que "resulta un deber del Gobierno Nacional honrar su memoria con motivo de su lamentable fallecimiento en cumplimiento del deber combatiendo el narcotráfico". Así, el presidente de la República declaró banderas a media asta, las condolencias correspondientes del Ministerio de Seguridad a la familia de Dolz y 24 horas de duelo nacional. Es un consuelo flaco, en todo caso. Ayer por la mañana, Dolz, oriundo de San Francisco Solano, recibió al menos dos tiros en un pasillo de la villa Loyola en San Martín, no muy lejos del cruce de General Paz y Constituyentes.
Llegó allí como agente encubierto, parte de la división Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA. Su misión: investigar una banda narco fuertemente armada en una villa que tiene al narcotráfico como nuevo eje central de su violencia.
La orden vino del doctor Juan Manuel Culotta, juez federal de Tres de Febrero, que recibió hace poco más de dos meses una denuncia de la Municipalidad de San Martín. No era la primera vez que Dolz entraba a la villa. Su tarea hasta el momento había sido exitosa. El agente había entregado información al juez de una estructura de la banda, compuesta por argentinos, con al menos seis miembros armados y cinco domicilios usados como kioskos.
Dolz se entrevistaba con vecinos de la Loyola, aprovechaba fuentes, sabía moverse. Sin embargo, algo o alguien lo delató ayer a las 10:20 de la mañana. Al menos dos hombres lo cruzaron en un pasillo y lo palparon: uno de ellos le encontró una credencial policial. Fue fusilado en el acto. No tuvo ni siquiera chance de hacer carrera. El agente tenía apenas 21 años. La Superintendencia de Drogas Peligrosas fue su primer destino tras egresar de la escuela policial.
Sin embargo, Dolz tenía un dispositivo de seguridad detrás, un apoyo, un suboficial y otro agente de Drogas Peligrosas que aguardaban en un Chevrolet Corsa. Otros policías también circulaban la zona. Uno de ellos vio a su presunto asesino huir; otro vio, según confirmaron fuentes judiciales a Infobae, el homicidio directamente. Ambos coincidieron en un nombre y en una cara para el presunto autor: es Blas Adrián Gómez, de 24 años, con domicilio en Don Torcuato.
Hoy, la PFA busca a Gómez con apoyo de la Policía Bonaerense y con una orden de detención firmada por el juez Culotta. No es el debut de Gómez, por otra parte; registra una causa previa por robo armado. El Juzgado Federal de Tres de Febrero además intenta corroborar presuntos antecedentes por narcotráfico.
Dolz, tras ser baleado, fue trasladado al hospital Belgrano en San Martín: murió en la ambulancia. Su cuerpo fue llevado al Cuerpo Médico Forense de la calle Viamonte para una autopsia. Esta mañana, su padre, Ricardo, se aprestaba a preparar el entierro. "Solo quiero el cuerpo de mi hijo", decía a Infobae.
Lo cierto es que Blas Adrián Gómez, si es culpable de ser narco y matar a un policía, es parte de un problema emergente. Las villas 31 bis, 1-11-14 y Zavaleta ya no son las únicas protagonistas de la muerte narco. Los pesos pesados ahora van a la provincia de Buenos Aires.