Marito Salto no descansa en paz. Es un fantasma que sobrevuela las conciencias de los 15 mil habitantes de Quimilí, el pueblo de Santiago del Estero donde este chiquito de 11 años nació, vivió y fue asesinado, abusado sexualmente y descuartizado tras desaparecer el 31 de mayo del año pasado. A nueve meses del crimen hay un solo detenido, sospechado del secuestro pero no de matarlo. Por eso, la Justicia determinó que debían volver a realizarle una autopsia, pero esta vez en Buenos Aires, para que el hecho no naufrague en la impunidad.
Por orden de la jueza María Rosa Falco, que investiga el caso, el miércoles y jueves pasados peritos forenses del Poder Judicial de la Nación tomaron muestras de los restos de Marito, que fueron llevados por Gendarmería desde Quimilí a Buenos Aires, en busca de nuevos indicios que permitan acercarse a los culpables.
La primera autopsia tuvo tantas irregularidades que ni siquiera se pudo determinar cuándo murió Marito. Su cuerpo fue encontrado el 2 de junio, 40 horas después de que al nene se lo vio pasar en bici, con su caña de pescar y un balde rumbo a la represa de Qumilí.
Además, Falco quiere saber con precisión cuándo se provocaron las lesiones que presentaba el cuerpo desmembrado del nene. La primera autopsia no clarificó si hubo agresiones antes o después de la muerte, por ejemplo, respecto del abuso sexual. O si la víctima fue seccionada viva.
"Desgraciadamente el tiempo que pasó atenta contra el resultado de esta medida, pero estoy muy conforme con lo que se hizo ahora", le dijo a Infobae la jueza. Según fuentes del Poder Judicial de la Nación, los resultados tardarán tres o cuatro meses.
"La autopsia que se hizo en Santiago fue una vergüenza, por eso pedimos hacerla de nuevo. No siguieron el protocolo, no hubo peritos de parte, no se analizaron las piezas dentarias", detalló a este medio Mario Alberto Salto, el papá de Marito, quien llegó esta semana a Buenos Aires junto a su hermano José y su abogado para acompañar la nueva autopsia y reclamar mayor colaboración del Ministerio de Justicia nacional.
Marito fue secuestrado el 31 de mayo y, se presume, asesinado ese mismo día. El nene había salido de la escuela. Pasó por su casa, agarró un balde, su caña de pescar y se subió a su bici. Alguien lo capturó y luego, no se sabe en qué orden, lo mataron, lo violaron y lo descuartizaron.
El cuerpo fue encontrado en el camino que va a Otumpa, a 6 kilómetros de la represa donde iba a pescar. El torso y los brazos de Marito fueron hallados en una bolsa de consorcio. En otra estaban las piernas. Y dentro de siete bolsas de un supermercado, la cabeza. El cadáver presentaba síntomas de haber sido conservado algún tiempo en una heladera.
La causa tiene dos detenidos, Ramón Rodríguez, un testigo acusado por falso testimonio, que no está implicado en la escena del crimen. Y Rodolfo "Rodi" Sequeira, sobre quien pesa la sospecha de haber sido la persona que lo secuestró, aunque no hay pruebas por ahora que lo involucren en el asesinato y el abuso. El hombre, que trabajaba como peón en campos de la zona, negó en las indagatorias cualquier relación con el hecho y no aportó datos sobre otras personas. También habían sido apresados dos hermanos, Ramón y Daniel Ocaranza, procesados pero libres.
"Sequeira solo no fue, pero hay gente que lo vio levantar a Marito", dice el papá de la víctima. La familia paterna del nene tiene la teoría de que el crimen fue motivado por internas políticas. Marta, una de las hermanas de Mario Alberto, es docente y concejal en Quimilí. Un mes antes del crimen había organizado una protesta en favor de los maestros del pueblo que le valió amenazas de "balas" en su Facebook. "No fue un psicópata, esto fue planificado, es un crimen político y en Santiago nunca se va a esclarecer", asegura Anselmo Juárez, abogado de Mario Alberto.
Sin embargo, para la jueza Falco (que reemplazó a Miguel Angel Moreno, apartado de la causa por estar implicado en un caso de corrupción en Tucumán) no hay elementos que indiquen que el móvil del crimen fue político o mafioso. "Por ahora la hipótesis más fuerte es que se trató de un abuso sexual", comentó la magistrada a este medio.
"La querella plantea una hipótesis muy política del caso. Sinceramente no tengo ningún tipo de interés en desviar la investigación, pero dentro del expediente y por lo que se recolectó de prueba no tengo ningún punto para sospechar que podría tratarse de esa hipótesis", remarcó Falco, aunque aclaró, casi como un desafío al trabajo de Anselmo Juárez: "No obstante, estoy abierta a la provisión de cualquier tipo de pruebas, que por ahora no las hay".
Para Mario Alberto Salto no hay justicia mientras los investigadores no encuentren a todos los responsables. Quimilí vive hace nueve meses horrorizado por el crimen de Marito. Llevan 44 jueves marchando en reclamo de justicia.
La última esperanza parece estar depositada en la ciencia. En el cuerpo de Marito se encontró ADN de un hombre que aún no pudo ser emparentado con alguien, a pesar de que se comparó con muestras de 30 personas, entre sospechosos y testigos.
En las 48 horas que estuvo en Buenos Aires, el papá de Marito nunca se sacó la remera con la cara de su hijo impresa en el pecho y en la espalda. En las fotos, Marito mira a cámara con ternura y profundidad. Sobre la imagen de la espalda se lee "Justicia!!… Sólo Justicia". Mario Alberto acaricia su remera pero no se conmueve. Como si la tragedia de su vida lo hubiera determinado a lograr un objetivo que no tolera la emoción.
Lo único que este peón de campo quiere es encontrar a los que mataron a su hijo. Eso es lo último que dice cuando habla con Infobae: "Con Sequeira preso no alcanza. Esto es una pesadilla. No voy a dormir tranquilo hasta que estén presos todos".