Al "Pájaro" Cantero le gustaba el ajedrez. Pasaba horas viendo al "Rengo" ganar: gritar jaque después de mirar fijo la tabla y mover, mover hasta el mate. Blanco contra negro. Él era apenas un adolescente y el "Rengo" pasaba los 30.
—Quiero aprender a jugar —. El "Rengo" le enseñó.
—Elegí un color.
—El negro —dijo. Con tres dedos tomó a un peón por la cabeza e intentó avanzar.
—No —dijo el "Rengo". En el ajedrez, como en la vida, primero mueven los blancos; los negros reaccionan.
Estuvo tardes enteras frente al tablero. Sin saber leer ni escribir, a la semana jugaba sin problemas y al mes le ganaba al "Rengo". Más de una década después, el 26 de mayo de 2013, sin que se diera cuenta, alguien le iba a comer los peones, y el rey quedaría cercado sin saber que había avanzado hacia el lado enemigo. Ni siquiera iba a notar, mientras orinaba aquella madrugada frente a la puerta del boliche Infinity Night de Villa Gobernador Gálvez, que estaba acorralado y que esa era su última jugada, la inútil. Sólo escuchó los disparos.
El Pájaro estaba orinando esa noche frente a la puerta del boliche Infinity NIght cuando lo acribillaron de seis balazos
La banda de Los Monos comenzó a construirse con fuerza en la tapa de los medios de Rosario, pero también del resto del país, después del asesinato del "Pájaro". El "Pájaro nació" y creció en La Granada, que de una villa gigante -justo a la entrada de Rosario desde Buenos Aires- se convirtió en un barrio asfaltado de ocho manzanas. De a poco fue ganando amigos más allá del sur, a los que estudiaba. También de a poco fue bajando la guardia y los dejaba entrar en su vida. Le habían propuesto comprar un boliche que estaba de moda, pero él no quería saber nada. Blanquear plata no parecía ser un objetivo.
—Es muy buen negocio.
—No, me van a chorear. Y si me roban lo tengo que mandar a matar. Es por el respeto. Y no se mata a un tipo por dos mangos. Por eso no me gustan los boliches.
En jaque
La caída del "Pájaro", y también de la banda, comenzó poco tiempo antes de que lo mataran. Él lo sabía.
"Me robaron la ropa, las zapatillas, la moto". El Pájaro Cantero estaba sacado. Fue durante el frío atardecer del 15 de mayo de 2013. Estaba mojado, de pantalones cortos, porque una de sus casas -la que tiene en Regimiento 11 al 300, también en la zona sur-, fue allanada por la División Judiciales: buscaban a un tal "Termo", por una causa que investigaba el robo de un maletín con 170 mil pesos. Termo no se escondía allí. Uno de sus abogados, se juntó con él en bulevar Oroño y Lamadrid. El "Pájaro" venía de pescar en lancha por el río Paraná. No estaba en la casa cuando fue el procedimiento.
—Dejate de joder. No te podés enojar así —le dijo el abogado.
—Me faltaron el respeto… ¡No te das cuenta que me la quieren poner!
El "Pájaro" había decodificado la jugada. Sabía que estaba entrando a un territorio de confrontación. Fue hasta Tribunales, al juzgado de Juan Andrés Donnola, quien había firmado la orden. Le dijeron que ellos ya le habían avisado a la Policía que tenía que devolverle la ropa y los electrodomésticos. Fue a la Jefatura. Lo boludearon. Volvió con un listado: eran las fichas de cada uno de los integrantes de la División Judiciales, que habían ingresado a esa repartición y que desde hacía 45 días trabajaban a las órdenes de otro juez, Juan Carlos Vienna, el caso por la muerte de Martín "Fantasma" Paz. Esa causa pronto mutó en un expediente por asociación ilícita conocida como la megacausa Monos, en el tribunal provincial.
El Pájaro sabía que estaba sentenciado a muerte, pero no terminó de blindar la defensa
El "Pájaro" los amenazó de muerte. Fue a la casa de uno de los jefes y le quiso voltear la puerta a patadas. Sabía que alguien bien arriba había decidido que el negocio cambiara de manos. "Estos pendejos estaban muy cebados", diría dos semanas después un alto jefe policial. Sabía que estaba sentenciado a muerte. Pero no terminó de blindar la defensa.
El clan
Como los Buendía de "Cien años de Soledad", en la megacausa de Los Monos se repiten los nombres: Máximo Ariel, Ariel Máximo, Claudio Ariel. Se repiten en expedientes y notas periodísticas, todos con sus apodos y parentescos, como si fuera una estrategia para confundir y despistar. Uno de los personajes fuertes de la historia es Celestina Contreras, "la Cele", mamá del "Pájaro" (Claudio Ariel) y también de Máximo Ariel, a quien se conoce como "Guille", preso desde hace dos años y medio. Y madre de crianza de Ramón Machuca, alias "Monchi" Cantero, líder de la banda detenido en junio de este año. Su ex pareja es el fundador del clan, Ariel Máximo, conocido como "Viejo" o "el Ariel".
"La Cele" aparece en las escuchas del expediente de la megacausa. La Justicia intepretó que ella actuaba como una de las jefas de la banda. Hoy está prófuga.
La historia de los Monos es difícil de entender si se la busca simplificar. Los medios porteños la contaron en capítulos a la par que se televisaba la serie "El Patrón del Mal". Para muchos, los Monos eran lo más parecido al Cartel de Medellín. Pero la Justicia recién a fines de 2015 encontró pruebas para armar una causa por narcotráfico que tiene 23 procesados y que, como un juego del destino, no se llama Los Monos, sino Los Patrones.
El viejo
Ariel Cantero padre es un personaje legendario. Aunque con "la Cele" tuvo cinco hijos, le atribuyen en total 24, con una docena de mujeres. Tiene prontuario de asaltante, lo que incluye mejicaneadas a otros narcos. En el sur de la ciudad es conocido por su afición a los caballos, tanto a las carreras cuadreras como a las cinchadas con carros. Desde su casa de Las Flores Este se mudó a La Granada cuando solo era un descampado y todo estaba por hacerse. Allí edificó su clan. Su última caída fue a mediados de 2015, luego de haberse mantenido prófugo dos años en la megacausa por asociación ilícita.
Ariel Cantero padre fue baleado en una píerna en su propio barrio. Luego de ese ataque dejó el liderazgo de la banda en manos de el “Pájaro”
Tenía antecedentes: una condena del año 2000 en Corrientes por tráfico de marihuana y una en Rosario por tenencia de arma de fuego que le incautaron en 2004, cuando estaba prófugo de la Justicia correntina y le adjudicaban cuatro homicidios.
Algunos años antes, en 2009, Cantero fue baleado en una pierna en su propio barrio y tras ese ataque, nunca esclarecido, dejó el mayor peso de la conducción en el "Pájaro".
El ascenso
Ariel Máximo Cantero Había incursionado en el negocio narco con su concuñado, Juan Carlos Fernández, alias "Mono Miguel". El "Mono" vivió toda su vida en Las Flores Sur, a 50 metros de la comisaría del barrio, y junto con Cantero y otros pesados, desde mediados de los años 90, había aprendido el clásico sistema inaugurado por los contrabandistas paraguayos: una cooperativa que traía marihuana y hacía la diferencia al venderla en Rosario. Pero el 18 de abril de 2003, el "Mono Miguel", de 44 años y hasta entonces líder de la organización, murió: al parecer, se ahogó en la desembocadura del arroyo Frías, en el río Paraná, mientras pescaba con un tal "Laucha". Su cuerpo no apareció nunca, y pocos creyeron esta historia. Ariel Máximo Cantero se convirtió así en el nuevo líder de los Monos.
—Si son putos lo van a encontrar.
Es la frase que le atribuyen haber pronunciado a principios de 2004, cuando el barrio murmuraba que los Monos habían secuestrado, verdugueado y asesinado a Fernando Corso, alias "Gordo Pel", por entonces líder de una banda rival de Las Flores, los Garompa, que se dedicaba a mejicanear a los narcos. El cuerpo del "Gordo Pel" aparecería en Centeno y Circunvalación semanas más tarde. Fue uno más del medio centenar de crímenes que le han atribuido a la banda de los Monos en las últimas dos décadas. Sobran los dedos de la mano para contar los casos en que ha habido condenados.
Los Monos se quedaron con el negocio en la zona sur tras desplazar a fuerza de plomo a Sergio "Colorado" Arriola, quien en un principio había sido su socio, y una década después se extendieron a toda la ciudad cuando el "Pájaro" salió en libertad, en diciembre de 2011: había estado algunos meses preso por el crimen de Walter Cáceres, el chico de 14 años que llegaba a Rosario con la barra brava de Newell's tras un partido en Buenos Aires a bordo de un colectivo que fue acribillado justo enfrente de barrio Las Flores. Ese crimen conmocionante llegó a juicio oral, pero no hubo pruebas para condenar al "Pájaro" y otros tres acusados.
El suegro
La historia de Los Monos comenzó a avanzar desde las páginas de policiales a la tapa de los diarios en 2012, con el asesinato de Martín "Fantasma" Paz. Lo mataron el 8 de septiembre de ese año. Acababa de comprarse una cupé BMW valuada en 70 mil dólares. Su padre, Luis, fue representante de Sebastián "Iron" Luján, el boxeador de mayor proyección que tuvo Rosario en las últimas décadas. Dueño de una flota de camiones, a Luis también se lo vinculó con el club Central Córdoba. Su hija Mercedes era la novia del "Pájaro Cantero". Ambos clanes, los Paz y los Cantero, funcionaban en conjunto. Pero hubo ruido en la línea. Algunos dicen que fueron diez millones de pesos que el "Fantasma" debía invertir en droga que nunca llegó desde Bolivia. Otros, que en realidad el "Fantasma" desde hacía rato venía intentando montar su propio negocio, eliminando intermediarios.
"Guille" y "Monchi" miraban al "Fantasma" de reojo. Le pedían al "Pájaro" una determinación. Tal vez el "Pájaro" veía el círculo completo: además de los puntos de venta propios sumaba entonces el cobro por protección, como si fuera la Afip, en toda la ciudad.
El “Fantasma” había empezado a cocinar por su cuenta. Y eso terminó por “pudrir el asunto”. Lo asesinaron a plena luz del día
Más claro: una guerra por el excedente, que desde hace más de una década comenzó a ser cada vez más voluminoso en Rosario a partir de las cocinas: quien puede transformar la pasta base en clorhidrato de cocaína es el que se queda con una tajada más grande, sobre todo si quien es dueño de un laboratorio a la vez tiene en su poder otros segmentos de la cadena: el transporte y la materia prima o la boca de expendio. "El 'Fantasma' había empezado a cocinar por su cuenta. Y eso terminó por pudrir el asunto", dijeron los investigadores.
Lo que siguió a la muerte del "Fantasma" fue, en secuencia, la del "Pájaro". Y tras el crimen del "Pájaro" hubo una respuesta violenta: cuatro muertes en dos ataques en las 48 horas siguientes, en avenidas no tan lejanas del centro; las que se convertirían en una docena con el correr de los meses. Así, en medio de la conmoción, apareció la investigación del juez Juan Carlos Vienna y la División Judiciales.
En 2014, en la primera entrevista de "Monchi" Cantero con un canal porteño, desde la clandestinidad, acusó a Judiciales de extorsionarlo. Y como prueba de ello presentó una cámara oculta en la que otro procesado en la megacausa, Walter Jure, les entregaba presuntamente dinero a dos policías de Judiciales.
El 9 de abril de 2014, mientras Sergio Berni desembarcaba con dos mil federales en Rosario, el gobierno le informaba a los periodistas que había desplazado a siete efectivos de Judiciales, incluidos sus jefes.
La justicia
El contexto narco fue modificándose tras la muerte del "Pájaro" y si bien muchos investigadores dieron por terminada a la banda de Los Monos, a fines del 2015 quedó demostrado que seguían trabajando desde la cárcel. Con muchos adversarios presos o muertos, y con la mayoría del clan Cantero con dificultades para operar, las mujeres del clan siguieron manejando el negocio que, si bien cambió su modalidad, parece lejos de haberse extinguido.
El 30 de noviembre de 2015, hubo más de 40 allanamientos en los cuales se volvió a dar por desbaratada la banda. Los operativos fueron parte de una investigación por drogas, la primera con el clan Cantero en la mira de la Justicia federal local. Según el magistrado Marcelo Bailaque, "Guille" manejaba la banda desde la cárcel de Piñero a través de un teléfono fijo, con auxilio de su lugarteniente, también detenido allí, Jorge "Ema" Chamorro, y de sus respectivas mujeres.
Los ingresos que algunos investigadores le adjudicaban a los Monos eran de 350 mil pesos diarios
La investigación relevó sólo cuatro bocas de expendio y un centro de acopio, además de incautarse una carga de 700 kilos de marihuana y 5 kilos de cocaína. La organización tiene un sistema celular: cada uno de sus líderes mantiene sus propios puntos de venta y su sector donde cobra protección al resto de los jugadores del mercado. Las cuatro bocas adjudicadas a "Guille" parecen mostrar que el poder de la banda ya no es el mismo.
Los sicarios en televisión aparecían a cara tapada asegurando tener más de veinte muertos y cobrar 450 por cada asesinato
Los ingresos que algunos le adjudicaban a los Monos (antes de este último operativo federal) eran de 350 mil pesos diarios, cifra superior a los 100 mil pesos por jornada que les atribuían hace dos años, sin tener en cuenta la inflación y las devaluaciones.
El búnker
Los cambios en el mercado de la droga, a partir del desembarco federal de 2014, impactaron en el modo en que comercializa. Rosario tiene una particularidad, compartida con lo ocurrido en Colombia en alguna época: la droga se vende en casas precarias de material, sin ventanas, con una abertura, cuyo único objetivo era pasar la droga y tomar el dinero. El famoso búnker.
Un búnker necesitaba un vendedor que manejaba la boca de expendio encerrado en su interior y un grupo de “soldaditos” que lo custodiara
Para estar operativo, un búnker necesitaba la mano de obra de un vendedor que manejaba la boca de expendio encerrado en su interior y un grupo de soldaditos que lo custodiara. Estas estructuras no tenían como objetivo defenderse de la Policía, sino de competidores o mejicaneadores, que se multiplicaban. Y sólo podían funcionar con complicidad policial, ya que su actividad estaba a la vista.
El estigma
Cada tanto, el tema se instala en los medios y documentalistas de cadenas internacionales desembarcan en Rosario con la pregunta recurrente: ¿se colombianizó o se mejicanizó la ciudad? Con un paseo por la villa y planos de la pobreza, la ciudad se vuelve patética, estigmatizada. Y a falta de sicarios aparece el tradicional hombre-cara-tapada que cuenta en vivo tener más de veinte muertos y cobrar unos 450 pesos por cada asesinato. Por la nota y taparse la cara un "sicario" gana más que por matar: una fuente de tribunales dice que la nota televisiva se factura tres mil pesos.
Otro jaque
—Hasta el perro les voy a matar a esos hijos de puta.
La frase, atribuida a "la Cele" en el entierro de su hijo "Pájaro", pareció una sentencia de muerte para una docena de personas. Aunque no fuera cierta, encaja con la descripción que allegados al clan hacen del vínculo que unía a la madre con su hijo mayor: "Si el Pájaro tenía un almuerzo de trabajo, apenas picaba una costillita: la Cele lo esperaba a comer. Llegaba, le daba un piquito y a la mesa".
La hipótesis que conducía como autor intelectual del crimen del "Pájaro" hacia Luis Paz, padre del "Fantasma", nunca avanzó en la causa. En el expediente, como instigador del homicidio, el juez Juan Andrés Donnola procesó a Luis "Pollo" Bassi y como ejecutores a Milton Damario y Facundo "Macaco" Muñoz. Los padres de estos tres imputados terminaron asesinados, igual que dos hermanos del "Pollo". Corrieron la misma suerte el dueño boliche Infinity Night, Diego Demarre, el administrador, dos ex convictos a quienes los rumores también ubicaban en la escena del crimen, además de dos familiares y un amigo de otro sospechoso que luego terminó desvinculado, Milton César.
En abril de 2015, las defensas y la Fiscalía arribaron a un acuerdo abreviado por el cual "Guille" Cantero recibiría 9 años de cárcel, mientras que Ema Chamorro y Leandro "Gordo" Vilches aceptarían 8 años. El acuerdo recibió críticas y finalmente se frustró.
El juez Fretita fue amenazado de muerte cuando se negó a traslaar a Guille Cantero: “Decile que se meta el traslado ya sabe dónde, y que lo voy a matar”
En Rosario se espera el juicio oral de la banda narcocriminal. El juez de sentencia Edgardo Fertita tendrá sentados en el banquillo a los 25 imputados por asociación ilícita. Ese mismo día se juzgará el crímen del dueño de Infinity Night, ocurrido un día después de que acribillaran al "Pajaro" de seis tiros.
"Guille" está hoy en un penal federal en Raw. Su padre sigue preso en Piñero. Su madre está prófuga en la flamante causa federal y su hermanastro cayó preso en el barrio de Flore . El "Gordo" Salomón, el último capo de Los Monos fue capturado en junio de este año. La banda está en jaque.