– Toyota Hilux acaba de salir.
– ¿Qué color?
– Toyato Hilux blanca.
– Ya la vi, ya la vi. Ya la tengo. Todo bien.
– Toda la energía, toda la actitud. Somos uno solo. Este es el nuestro.
– Pasó. No, quedó en "la grande" (avenida 9 de julio). Es "horrendo" bacán.
– Cuando se monta en esta chiquitica le rompase la moto y el otro que lo compre por allá.
El diálogo pertenece a una escucha telefónica que fue registrada el mediodía del 24 de enero de 2015. Quienes hablan son tres ciudadanos de nacionalidad colombiana que "marcaron" al dueño de la camioneta, lo siguieron, le pincharon una rueda y le rompieron el vidrio trasero del acompañante para robarle un maletín con cinco mil pesos, tarjetas de créditos, cheques y documentos personales.
Así operaba una banda que fue desbaratada en junio del año pasado tras una investigación de ocho meses del juez de instrucción Manuel de Campos y el Departamento de Inteligencia contra el Crimen Organizado de la Policía Federal, a cargo del comisario Luis Rolle. Infobae revela hoy los escuchas que muestran el accionar de esta organización.
La banda estaba integrada en su mayoría por "internacionales". Así se conoce a los ladrones de los barrios pobres de Bogotá, la capital de Colombia, que salen a robar por el mundo. Suelen cometer salideras con la modalidad de "pincharuedas", robar en departamentos, a turistas en los lobbys de los hoteles o en lugares con concentración de gente como recitales. También actúan en la modalidad de "punguistas". Siempre lo hacen sin armas.
Argentina comenzó, en 2009, a ser destino de esos "internacionales". El periodista Nahuel Gallotta escribió el libro "La conexión Bogotá. Crónicas de la red mundial de ladrones colombianos que se instaló en la Argentina". Allí, los delincuentes cuentan por qué eligieron nuestro país: "La plata está en Buenos Aires. En Argentina cualquier gil sale de una financiera con plata. Los argentinos no confían en los bancos y guardan sus ahorros debajo del colchón". A eso se suma una cuestión legal: "La ley local permitía dejar en libertad a las 24 horas a todo ladrón que actuara sin armas".
-¿Doy moto?
-Hágale, hágale, hágale.
-Dele, Pocillo, espera que pase ese carro.
-En esa esquina se la pongo.
Todas las mañanas el jefe de la banda salía de su departamento del barrio de Palermo vestido de traje y llegaba hasta el microcentro porteño. Guillermo Andrés Silva Forero, alias Harry por lo que muchos veían un parecido con el personaje Harry Potter, simulaba ser un hombre de negocios pero se paraba en Viamonte y Reconqusita y allí marcaba a sus víctimas cuando salían de financieras.
La víctima no era elegida por una información previa, sino por su apariencia. Los elegidos eran personas bien vestidas –principalmente por los relojes y zapatos que usaban–, si tenían maletín o bolsos porque se suponía que habían hecho alguna una económica y por el auto al que subían.
Una vez que la víctima era elegida, Harry llamaba por teléfono a Ronald Jairo Herrera Torralba, Chinche Ronald, y a José Arley Caicedo Calderón, Pocillo, -ambos también colombianos– quienes esperaban en una moto a dos cuadras –en las avenidas Córdoba y Alem– o en la terminal de Buquebus y les pasaba los datos del vehículo, describía a la víctima e indicaba donde había guardado el maletín.
Harry seguía a pie unas cuadras a la víctima para darle la indicación a sus cómplices de la calle por la que se dirigía. Una vez que Pocillo y Chinche Ronald identificaban el auto lo comenzaban a seguir. Utilizaban motos rápidas y livianas -como Honda Falcon 400 o Tornado- para moverse en el tránsito. También tenían autos de apoyo.
Para comunicarse hacían una conferencia telefónica entre todos los que intervenían en el robo y mencionaban las calles y avenidas con palabras claves: "Coco" (avenida Córdoba), "Villavicencio" (Viamonte), "La grande" (9 de julio), "la 25" (25 de mayo), "Camiones" (avenida Huergo).
Quienes iban en la moto eran los encargados de esperar el momento oportuno para pincharle una de la ruedas al auto con un punzón que el acompañante llevaba encintado al zapato. Una vez que eso ocurría esperaban que el conductor pare para revisar la goma y el acompañante de la moto se bajaba para robar el maletín. Otras veces, directamente rompían uno de los vidrios. Luego escapaban.
Si lo robado era dinero se repartía entre los integrantes pero si parte del botín eran celulares, tablets u otros aparatos de tecnología se lo vendían a Kim Vladimir Arroyo Sánchez, de nacionalidad peruana, que tenía un local comercial. Arroyo Sánchez, según la investigación, también le proveía a la banda celulares y tarjetas SIM descartables.
Los oficiales de inteligencia que investigaron a la banda estiman que hacían entre 10 y 15 seguimientos por día, los cuales no todos terminaban en robos ya que por distintas circunstancias se podían frustrar.
– Harry, cántemela. ¿El man ya se bajó?
– Sí. Ahí se compró, lléguele con actitud, agachadito.
– Coloca la moto para salir. Quieto concha tu madre, tira el maleto.
Según la investigación judicial la banda comenzó a operar en enero de 2014 pero el hecho que dio inició a la causa penal ocurrió el 25 de septiembre de ese año. Un hombre salió del Banco Galicia de Puerto Madero en un Totoya Corolla. A 10 cuadras de la cancha de Boca, en Villafañe y Montes de Oca, le rompieron un vidrio y le robaron un morral que contenía el dinero, la documentación y sus efectos personales. Dos de los ladrones escaparon en moto pero perdieron el control, cayeron y el conductor fue detenido.
Era John Freddy Álvarez, también colombiano. Se le secuestró su celular y la policía allanó su domicilio donde se encontraron otros teléfonos. El análisis de las agendas y de las llamadas permitió hacer las primeras intervenciones telefónicas. Así se pudo identificar que la pareja de Álvarez –la argentina Norma Ramírez– había sido la marcadora del robo.
Pero Álvarez fue liberado y detenido nuevamente cuatro meses después –el 14 de enero de 2015– cuando robó una valija con 40 mil pesos después de pinchar la rueda de una camioneta Nissan que manejaba un hombre que había salido de un edificio de Lavalle al 500.
Nuevamente se secuestraron celulares y con nueva información se ampliaron las intervenciones telefónicas. Cerca de 40 teléfonos fueron intervenidos durante la investigación.
A partir de las escuchas se fue conociendo el accionar de la banda, delimitando el lugar en el que los acusados robaban y así se fue logrando su identificación y detención. El último arrestado fue Harry.
"Las conversaciones interceptadas y su análisis dejaron al descubierto la conexión que existía entre sus miembros y también sirvieron para conocer la permanencia en el tiempo, la reiteración delictiva, la estructura, el objeto y los fines de la asociación criminal, y los daños ocasionaba con el despliegue de un accionar sistemático contra la propiedad ajena", sostuvo el juez de Campos el 15 de junio pasado, cuando envió a juicio oral a siete integrantes de la banda.
Cuando uno de los miembros de la banda era detenido se lo reemplazaba por otra persona. Por eso toda la organización no fue desbaratada. Hay varios prófugos. Uno de ellos es Héctor Willian Roger Marín, con antecedentes penales en Colombia y junto con Harry también jefe de la banda. Otras personas solo pudieron ser identificadas con apodos como Tomate o Cebra.
Todos están acusados de los delitos de asociación ilícita, robo agravado por haberse cometido en poblado y en banda, tentativa de robo agravado y hurto por seis hechos que se pudieron determinar. Ahora el caso está a cargo del Tribunal Oral Criminal 12 que debe fijar la fecha de inicio del juicio oral.