Vivió en la calle, la acosó su padre y entregó a una hija a la que quiere recuperar: la dura historia de Taky Natali

La modelo y cantante, que se hizo conocida por haber sido la novia de Ricky Maravilla, se confesó con Infobae y reveló las difíciles situaciones que tuvo que atravesar desde que era una niña

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Taky Natali (Fotos: gentileza Hugo Castro Prensa)
Taky Natali (Fotos: gentileza Hugo Castro Prensa)

Logró esconder debajo de su maquillaje y su look sexy, todo el dolor que arrastraba desde el día de su nacimiento. Y les vendió a los medios una imagen de chica alegre y divertida que muchos programas supieron aprovechar. De hecho, en la actualidad, Taky Natali es una de las artistas más convocadas por Pasión de sábado. Sin embargo, la modelo y cantante de 32 años que se hiciera conocida por haber sido la novia de Ricky Maravilla, decidió que ya era el momento de revelar una historia que incluye abandono, acoso, carencias, decisiones erradas y peligros. Y, por primera vez, se animó a abrir su corazón para hablar de todo con Infobae.

—¿Cuál es su nombre real?

—Natali Elizabeth Asselbam.

—¿Dónde nació y cómo estaba compuesta su familia?

—Nací en Galarza, Entre Ríos. Y no, no tuve familia...Tenía a mi madre, Laura, que quedó embarazada de mí cuando tenía 16 años y mi padre, Julio, la abandonó. Después, ella se casó con Ricardo, un militar que se convirtió en mi padrastro y, como él trabajaba en un comando anfibio, nos fuimos a vivir al sur.

—¿A su padre biológico nunca lo llegó a conocer?

—Lo vi un par de veces cuando yo ya era grande. Pero no tuvimos buena relación porque no fue lo yo esperaba. Él apareció cuando yo ya era conocida y estaba estudiando ingeniería. Y pensé que buscaba una reconciliación. Me pedía fotos de lo que iba haciendo y yo se las mandaba. Hasta que me empezó a escribir cartas que parecían de amor...

—¿Cómo es eso?

—Fue muy raro. Yo creí que estaba buscando reparar el daño que me había hecho. Pero me terminó haciendo más daño aún, porque yo estaba muy ilusionada con la idea de vincularme con él. Y me terminó acosando. Primero me pidió perdón por haberme abandonado y yo le dije que estaba todo bien. Pero cuando me empezó a mandar esos mensajes desubicados me partió el corazón.

—¿Cuál era el contenido de los mensajes?

—En unos me decía que estaba muy linda, en otros me preguntaba si no me atendían bien... Yo al principio no comprendía lo que pasaba. Y, cuando lo entendí, rompí en llanto. Fue una gran desilusión para mí. Ahí se lo comenté a mi mamá y ella se comunicó con él para que ya no me molestara.

Taky en una foto reciente con su madre
Taky en una foto reciente con su madre

—Volvamos a su infancia. ¿Qué edad tenía usted cuando su madre se puso en pareja y se mudaron a sur?

—Tendría unos dos años cuando ella empezó su relación. En ese momento, mi mamá se fue a vivir con su pareja a Río Grande, en Tierra del Fuego, donde nació mi hermana Rocío. Pero a mí me dejó dos años al cuidado de mi abuelo en Entre Ríos y, recién cuando cumplí los cuatro, me llevó con ellos. Ahí yo me enfermé de Hepatitis B y estuve muy grave. Fue un misterio, porque nadie supo cómo me contagié siendo que no había tenido ninguna transfusión. Y, si bien yo no me acuerdo mucho, sé que tuvimos que viajar a Uruguay para tratarme. Me salvé de milagro.

—¿Cómo siguió la historia?

—Al poco tiempo nos mudamos a Punta Alta, al sur de Buenos Aires, donde nació mi hermano Ricardo. Y ahí yo, que tendría unos cinco o seis años, empecé a tener una muy mala relación con mi padrastro.

—¿Por qué motivo?

—Era como que él sentía que ya tenía a su familia, con su mujer y sus dos hijos. Así que yo era como que sobraba... Entonces empezamos a tener muchos conflictos que se fueron incrementando con los años. Y, en un momento, él la convenció a mi mamá para que me internara.

—¿Dónde?

—En uno de esos lugares a donde van los locos...

—¿Le adjudicó un problema psiquiátrico?

—Claro. Yo tendría unos doce años. Y, cuando mi mamá se iba, él le decía que yo me portaba muy mal y que tenía malas actitudes con mis hermanos. Hasta ese momento, yo era una chica que tenía muy buenas notas en el colegio. Pero a raíz de esos los conflictos mis calificaciones bajaron, porque él me maltrataba, me encerraba como castigo y me golpeaba. Hasta se sumaba al bullying que me hacían en la escuela por mis ojos rasgados. Y, llegado un punto, mi mamá que tenía además a dos nenes chicos, sintió que no le quedaba otra que hacerle caso a mi padrastro. Pero, cuando yo escuché detrás de la puerta que me iban a internar, me escapé.

—¿Adónde se fue?

—Me fui a Entre Ríos, a vivir con una tía, Marisa, que en realidad no era pariente sino una amiga de la familia. Ella era maestra y me recibió en su casa, me consiguió una escuela y se portó muy bien conmigo. Pero su marido...Al principio me quería como una sobrina, supuestamente. Pero después empezó a acosarme. Y, cuando yo le dije que se lo iba a contar a su esposa, me pegó una cachetada. Así que les hice creer que tenía donde ir y me fui a vivir a la calle.

Natalí en su adolescencia
Natalí en su adolescencia

—Usted era una niña, ¿su mamá sabía donde estaba?

—Sí, pero no se acercaba. Según me enteré después, mi padrastro le había prohibido verme. Así que durante un tiempo la llamó a mí tía para saber cómo estaba yo. Pero después perdí todo contacto con ella y recién volvimos a hablar cuando ella se divorció muchos años más tarde. El tema es que, para esa época que yo tendría unos trece años, dormía en una plaza.

—¿Cómo se las arreglaba para comer y para higienizarse?

A veces no comía. Pero tenía la suerte de que, muchas veces, mis amigas me invitaban a quedarme en sus casas sin que sus padres me vieran. Porque yo tenía la ilusión de seguir estudiando, no quería dejar la escuela. Y era espantoso porque iba todos los días con la misma ropa. Pero no quería que la gente supiera que estaba sola porque era muy peligroso.

—¿Sus profesoras no se daban cuenta de su situación?

—No. Una sola, una vez se enteró por un llamado que yo calculo que sería de mi padrastro. Él ya le había dicho a mi tía que yo andaba en malos pasos y se comunicó a la policía para que me encerraran. De hecho, un juez había tomado mi tenencia y me llegó a llevar a un hogar de niñas, del que también me escapé. Así que, hasta los catorce o quince años, viví huyendo de todo en la calle.

—Ese “todo” debe incluir también a personas que querían aprovecharse de usted, ¿verdad?

—Sí. Un día, yo había ido a buscar las asignaturas del siguiente año y se me acercó una persona que sabía que yo no había comido para invitarme a almorzar algo. Y, cuando llegamos al lugar, me subió engañada a una camioneta y me llevó a una ruta. Yo estaba con los ojos tapados, pero me dejó en una casa en la que me dijo que me tenía que quedar hasta el amanecer. Ahí escuchaba que había gente que comentaba que a las chicas las pasaban al otro lado de la frontera...Es muy triste lo que te estoy contando.

—¿Está diciendo que la cooptó una red de trata?

—Así es. Pero yo logré seducir a la persona que se había quedado a cuidarnos a otras dos chicas y a mí. Era un chico joven y terminó abriéndome la puerta, así que agarré unas monedas de una rockola y me escapé. Ninguna quería arriesgarse. Pero yo sentía que ya estaba muerta, así que me la jugué y salí corriendo. Hasta que llegué a la ruta y paró un camión. Yo al principio tenía miedo. Pero el chofer me tranquilizó. Me acuerdo que iba escuchando música de Gilda y me dijo que me quedara tranquila, que era un padre de familia y que no me iba a hacer daño. Él iba para Bahía Blanca, donde estaba viviendo mi mamá en ese momento, así que cuando pude salir del shock le pedí que me llevara hasta allá.

La modelo y cantante antes de hacerse famosa
La modelo y cantante antes de hacerse famosa

—¿Qué sucedió después?

—Mi mamá seguía con mi padrastro, así que nunca pude contarle lo que me había pasado. Y no me podía quedar ahí. Entonces, le robé una alianza para poder volver a escaparme. Es que yo buscaba refugio en mi familia, pero era cada vez peor... Y volví a vivir en la calle, en Entre Ríos. Pero estaba muy mal. Al punto que, un día, comí un puré que tenía vidrios porque quería terminar con todo...

—¿Intentó suicidarse?

—Sí. A las horas empecé a ver todo nublado. Yo estaba con una compañera, cuya mamá era enfermera del Hospital San Bernardo. Así que enseguida me llevaron a terapia intensiva. Y, cuando me desperté, el médico me dijo: “Tu familia es una mierda”. Yo no sé qué era lo que él sabía, pero me dijo que tenía que volver con mi mamá. Entonces, yo le conté la historia. Ya llevaba un mes internada y él me dijo que al día siguiente iban a ir a buscarme del juzgado, pero la ventana iba a quedar abierta y que la última enfermera llegaba a la una de la mañana. Así que yo me volví a escapar.

—¿Entonces?

—Había un matrimonio que no podía tener hijos y me había ofrecido un hogar a cambio de que yo los ayudara. Primero me pidieron que les donara mis óvulos, pero no funcionó porque el cuerpo de la mujer estaba afectado por un cáncer. Entonces me ofrecieron alquilarme el vientre. Porque, además, si yo quedaba embarazada la ley me iba a considerar como mayor de edad.

—Pero la subrogación no estaba legislada en nuestro país en ese momento...

—No. Pero no hubo dinero de por medio: fue un trato para que yo tuviera un techo y pudiera terminar mis estudios. Yo lo que quería era poder tener una vida mejor.

—¿Usted se sometió a una inseminación in vitro o tuvo relaciones con el hombre de la pareja?

—Lo hicimos de manera natural. Pero estaba claro que era un acuerdo y que yo no iba a participar de la crianza ni de nada relacionado al bebé. Así quedé embarazada de una nena, Angelina.

—¿Qué pasó cuando nació la criatura?

—El arreglo era que yo estudiaba, terminaba el colegio y me iba. Pero conviví un tiempo con la beba. Y, en un momento, intenté robármela. Porque, recién cuando la tuve en mis brazos, me di cuenta de lo que había hecho. Pero me obligaron a devolverla. Y entonces me fui a Buenos Aires a tratar de buscar la manera de salir adelante en mi vida.

Taky cuando estaba en pareja con Ricky Maravilla
Taky cuando estaba en pareja con Ricky Maravilla

—La nena es su hija biológica...

—Sí, pero no era lo que estaba hablado.

—¿Volvió a tener contacto con ella?

—Apareció en las redes sociales. Ella tuvo un problema en el oído que no se le había desarrollado, así que me buscaron para ver si yo podía ayudarla. Y yo hice los contactos para que se atendiera en una hospital de la Capital. Ahí le pude regalar su primer celular, su primer monopatín, su primera muñeca...

—¿Ella sabe cómo fueron las cosas?

—Sí. Lo supo hace poco. Ahora tiene 17 años, pero siendo una menor no se le podía contar demasiado. En realidad, recién hace unas semanas que le pude hacer un resumen de lo sucedido, pero todavía falta que sepa algunos detalles. Y es por eso que, hasta ahora, esto era algo que yo mantenía en secreto.

—¿El matrimonio la crio bien?

—La verdad es que ella creció con su abuela paterna por pedido propio, porque el matrimonio se disolvió y el padre formó otra pareja con la que ella no se llevaba bien. Y si no se iba a repetir la historia...

—¿Qué le pasa usted al saber que tuvo una hija con la que no pudo compartir la vida?

—Me pasan muchas cosas. Yo le tuve que confesar que no quería tener hijos porque sentía que no era capaz de hacer feliz a nadie. Y le tuve que contar que venía con una historia personal muy pesada, con muchos golpes en la vida, incluidas, las drogas.

—¿En qué momento cayó en la adicción?

—Cuando llegué a Buenos Aires. Tuve otro intento de suicido y fue mediante sustancias. Yo quería terminar con mi vida porque sentía que todo iba para atrás. Y fue, en esa situación, cuando lo conocí a Ricky.

—¿Qué edad tenía entonces?

—17 años. Yo estaba haciendo algunos trabajos de modelaje, pero me sentía muy abatida. Y él estaba con otras personas cuando alguien nos presentó en un evento. En ese momento, yo lo único que quería era juntar dinero para recuperar a mi hija. Pero estaba muy mal.

La modelo y cantante en la actualidad
La modelo y cantante en la actualidad

—¿Ricky la rescató?

—Más o menos... También me lastimó mucho.

—¿Cómo?

—Él pensaba como hombre, pero no se preocupaba por lo que a mí me pasaba. Le gustaba mostrarme por todos lados, para jactarse de que salía con una chica joven. Y yo no estaba preparada para eso. Me preguntaban por qué me ponía esas pelucas y tanto maquillaje. Pero yo me escondía porque no quería estar ahí. Tenía algo que resolver y a él sí se lo había contado. Pero yo sentía que él no empatizaba conmigo. Decía que eran cosas que pasaban. Un día, me acuerdo que se enojó porque yo le dije que lo quería como un padre. Pero era así: yo busqué en él al papá que me abandonó.

—Pese a las más de cuatro décadas de diferencia de edad, ustedes estuvieron 15 años juntos. ¿Cómo fue esa relación?

—Ricky siempre me mostró como un trofeo. Y yo me daba cuenta, pero lo aceptaba porque no tenía otra posibilidad. ¡Si no me podía valer por mí misma! Sí llegué a enamorarme o, por lo menos, a sentir cariño por él. De hecho, en un momento quedé embarazada pero a los dos meses tuvieron que interrumpir la gestación, porque se ve que a mí me habían quedado secuelas de mis adicciones. Yo lloraba mucho, pero él no me entendía. Así que no veía la hora de poder crecer en mi carrera para tener mi propio dinero y no tener que caer en manos de nadie que me lastimara. Porque, además, cada vez que yo quería irme él me decía cosas que me hacían sentir mal para retenerme a su lado. Decía que él había tenido una sola esposa. Y que solo tenía a sus tres hijos varones. De hecho, yo fui quien ayudó a su hija Guadalupe, a la que un ADN le demostró que es hija suya, a llegar a los medios para reclamar su identidad. Porque yo sabía lo doloroso que debía ser para ella que su padre la niegue.

—¿Cómo está usted ahora?

—Todo cambió. Yo me separé de Ricky cuando empezamos a discutir por dinero y por algunas infidelidades. Y ahora estoy soltera, trabajando en mi carrera de solista, haciendo giras y lanzando nuevas canciones. Ya viajé a Estados Unidos para hacer shows y, próximamente, voy a estar yendo a México. Y también sigo trabajando en la moda, pero más como diseñadora. He vuelto a hablar con mi mamá. Pero, lo más importante, es que estoy en contacto con Angelina, que posiblemente se venga a vivir conmigo pronto. Así que te podría decir que, por primera vez, siento que la vida me está sonriendo bastante. Y que yo merezco ser feliz.

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