“Tiene cara de boludo, pero así como lo ve se clava cinco pajas por día”, decía el personaje de Oscar Molina al presentar a su hijo, Javito, en el el capítulo 10 de la primera temporada de Los Simuladores, llamado Los impresentables, que se emitió en 2002. El actor elegido por Damián Szifrón para encarar este papel había sido ni más ni menos que Cacho Espíndola. Y él, que a lo largo de su carrera había acompañado a otros grandes como Ernesto Bianco, Ricardo Espalter, Alberto Olmedo, Juan Carlos Calabró y Guillermo Francella, logró componer a la perfección a ese mal hablado que al día de hoy y a 20 años de su muerte, se convirtió en viral y lo mantiene vigente.
Sobrino del primer actor Raúl Rossi, Oscar Alberto Espíndola -tal su verdadero nombre-, había nacido el 10 de marzo de 1940 en la ciudad de Buenos Aires. Comenzó a actuar cuando era muy chico. Y, tras su debut en la pantalla grande en 1960 con Héroes de hoy, no paró de trabajar. Participó de más de 35 films entre los que se destacan Dar la cara (1962), Crónica de un niño solo (1964), Cuando los hombres hablan de mujeres (1967), Juan Lamaglia y señora (1970), Un guapo del 900 (1971), Juan que reía (1976), El infierno tan temido ((1980) y Tacos altos (1985).
Histriónico como pocos, el recordado director José Martínez Suárez, hermano de Mirtha Legrand, lo adoptó como uno de sus actores de reparto favoritos. De hecho, junto a él Cacho realizó algunos de sus trabajos más elogiados, como fueron sus papeles en Los Chantas (1975) y Noches sin lunas ni soles (1984). Pero su función siempre fue acompañar. Como lo hizo en Mi novia él (1975), película encabezada por Olmedo y Susana Giménez. O en Johnny Tolengo, el majestuoso (1987), donde trabajó con Calabró, Francella y Noemí Alan. El último film en el que participó fue El fondo del mar (2003), protagonizado por Daniel Hendler, Dolores Fonzi y Gustavo Garzón.
Espíndola también se lució en teatro. Su primera aparición fue ni más ni menos que en Cyrano de Bergerac (1966), obra dirigida por Zelmar Gueñol en la que compartió elenco con el gran Bianco. Y, entre otras obras, participó de Sueño de una noche de verano (1969) bajo las órdenes de Cecilio Madanes, Las brujas de Salem (1972 ) con puesta de Agustín Alezzo y El violinista en el tejado (1978), donde pudo trabajar con su tío. Su último trabajo en las tablas fue La pulga en la oreja (1995), donde compartió escenario con Carlos Calvo, Giani Lunadei y Soledad Silveyra, dirigido por China Zorrilla.
Sin embargo, el lugar en el que Cacho logró su gran popularidad fue la televisión. Participó de telenovelas como Gorosito y señora (1973), protagonizada por Santiago Bal y Susana Brunetti, Un mundo de veinte asientos (1978), con Claudio Levrino y Gabriela Gili, Juan sin nombre (1982) con Carlín y Luisina Brando o La cuñada, con María Valenzuela, Daniel Fanego y Gustavo Garzón. Y formó parte de Brigada Cola (1992) con Francella, Mi cuñado (1993) con Luis Brandoni y Ricardo Darín, Verdad/Consecuencia (1996) con Fabián Vena, Emilia Mazer, Damián de Santo y elenco y Buenos Vecinos (1999), protagonizada por Moria Casán, Hugo Arana, Claribel Medina y Facundo Arana.
Pero lo cierto es que, en épocas de memes y Tik Toks, las redes sociales se plagaron de capturas y videos que recuerdan el paso de Espíndola por Los simuladores. Tras su exitoso debut, Szifrón volvió a convocarlo para el primer capítulo de la segunda temporada de la serie, que se llamó Los cuatro notables, donde volvió a encarnar al mismo y mal hablado personaje tan aclamado por el público.
Cacho falleció el 21 de agosto de 2004, a los 64 años de edad, luego de sufrir una repentina crisis cardíaca. Era sábado. Y, como él era un fanático confeso de Ferro Carril Oeste, antes de que se disputara el partido de El Verde contra Defensa y Justicia, en el estadio de Caballito se hizo un minuto de silencio en su memoria. Como regalo de despedida, su equipo venció por 4 a 1 en un partido apasionante. Y Espíndola partió en paz. Sus restos descansan en el Panteón de actores del Cementerio de la Chacarita.