Rosa... de lejos, Herencia de amor, Cara a cara, Llévame contigo, Duro como la roca, frágil como el cristal, Por siempre mujercitas, Regalo del cielo y Alta comedia, fueron solo algunos de los éxitos televisivos que protagonizó Pablo Alarcón. Sin embargo, contrariamente a lo que muchos creían, a punto de cumplir sus 79 años el actor no tiene su vida para nada resuelta. En agosto del 2023, todos se sorprendieron al enterarse de que estaba haciendo teatro “a la gorra” en la plazoleta Chabuca Granda, de Recoleta, para poder pagar sus cuentas. Pero él, sin avergonzarse, reconoció que tenía que rebuscárselas de alguna manera para solventar sus gastos. “Tengo una jubilación mínima y la plata no me alcanza para un carajo”, dijo entonces.
Lo cierto es que, a mediados del mes de mayo, Alarcón sufrió un grave problema de salud por el que debió pasar dos meses y medio internado. Todo empezó con una neumonía bilateral, pero luego siguió con una operación a corazón abierto. La encargada de informar sobre su cuadro en ese momento fue Claribel Medina, la madre de sus hijas Antonella y Agostina. Y hubo mucha preocupación por su estado. Hasta que, finalmente, recibió el alta y pudo volver a su casa. Ahora, en tanto, el hombre ansía terminar con su recuperación para poder volver a actuar. Pero, según contó en diálogo con Infobae, ya empezó a trabajar en una obra de teatro con la que espera volver a las tablas en breve.
—¿Cómo está de salud?
—Ya estoy bien, por suerte. Todo empezó un día en el que sentí una suerte de flojera en todo el cuerpo. Estaba paseando a los perros y no tenía fuerza para seguir, así que tuve que sentarme en una maceta. La cosa es que regresé a casa, fui a ver a un médico y, en principio, me dijo que era un resfrío o una gripe fuerte. Así que me recetó unos medicamentos y me recomendó que hiciera reposo. Yo pensé que era algo sin importancia. Pero a la noche me empecé a sentir mal...
—¿Entonces?
—Ahí llamé a urgencias y me llevaron primero al Hospital Tornú, donde me atendieron muy bien. Y después llamé a la emergencias de la Obra Social de Actores y me llevaron al IMAC, una clínica muy bien puesta. Entonces me dijeron que tenía una neumonía y que, además, tenía un problema en el corazón que había que atender de inmediato. Vieron que tenía una válvula obstruida, por lo que me tenían que hacer un by pass. Y yo de repente me encontré con todo eso.
—¡Qué momento!
—Fue tremendo. Porque primero tuve que pasar quince días o más acostado, esperando que se me pasara la neumonía. Me atacaron con mil antibióticos. Y, recién después, me operaron.
—¿Una operación a corazón abierto?
—Exacto.
—¿Tuvo miedo?
—La verdad es que no fue una muy buena noticia, pero dije: “Opérenme”. Ya estaba ahí, no podía irme a casa como si nada hubiera pasado. No era algo que yo pudiera dilatar para más adelante. Así que no fue nada grato, pero es una situación que nos puede pasar a todos así que tenía que hacerle frente.
—¿Llegó a estar complicado o en coma como se pensó?
—No, nada de eso. Fue una operación buena. No fue sencilla, pero estuvo dentro de los términos normales. Y, después de más de dos meses, salí a la vida normal.
—¿Usted vive solo?
—Sí.
—¿Cómo fue volver a su casa para empezar la recuperación?
—Cuando llegué no podía ni caminar. Yo vivo en un primer piso, así que me acompañó mi hija mayor, porque a Agostina, cuando salió todo bien le dije que se volviera a Miami donde está trabajando. Así que, apenas entré a mi domicilio, me senté un ratito. Pero al rato dije: “Yo no me quedo acá”.
—¿Y?
—Me fui a caminar. Habrá pasado una hora desde que llegué a mi casa. Y me fui hasta un café al que voy siempre, que queda a dos cuadras. Volví con mucho esfuerzo. Pero lo hice. Y, desde entonces, camino todo lo que puedo. El otro día anduve dos horas andando. Y, poco a poco, voy recuperando la fuerza. Así que, si bien no podría decir que estoy regio, lo cierto es que voy bastante bien.
—Cuando uno pasa por una situación límite que le demuestra que no es inmortal, suele hacer algún tipo de reflexión sobre su vida...
—La verdad es que yo el tema de la muerte lo tengo muy incorporado. No es que piense permanentemente en ella, pero se que es una instancia por la que voy a pasar. Y si me tocaba en este momento, estaba bien.
—¿Pensó que podía ser el fin?
—Sí, seguro. Cuando me dijeron que tenía operarme del corazón dije: “Bueno, acá se abre una puerta que me comunica con la muerte”. Pero, por suerte, me comunicó con médicos excelentes y, cuando me desperté, me di cuenta de que había vuelto a la vida.
—Y en esta vuelta a la vida, ¿tenía alguna asignatura pendiente?
—No, no, no...Lo que dije es: “Ahora continúo haciendo lo que quiero hacer”. Y eso hice. Estoy armando un espectáculo que ya estaba en pleno ensayo cuando me pasó esto. Así que, en cuanto pude, dije: “Sigamos”.
—¿De qué se trata?
—Es una obra mía que se llama Pan y circo, poco pan y mucho circo. Se trata de un espectáculo político, que habla de la responsabilidad que nos cabe a nosotros, los ciudadanos, por elegir a ladrones para que nos dirijan. Es una comedia musical que narra las contingencias que hemos pasado hasta el año 2023.
—Ya habría un par de escenas para agregarle...
—Lamentablemente, sí. Y algo va a haber.
—¿Su idea es hacerlo “a la gorra”?
—No, es una obra para hacer en un teatro. No sé cuándo podremos debutar, porque viene muy lento por mis problemas de salud. Yo no tengo la suficiente energía como para ensayar las horas que quiero. Pero sí trato de ir avanzando en la medida que puedo.
—¿Tiene con qué mantenerse mientras tanto?
—Tengo lo mínimo, pero lo tengo. Obviamente, vivo muy ajustado. Yo no tengo ningún plan ni fui indemnizado por haberme tenido que ir del país. Así que vivo de mi jubilación, pero no me alcanza. Y uso mis ahorros, que cada vez son menos.
—¿O sea que necesita seguir trabajando para vivir?
—Sí. Cuando yo voy a la verdulería, no compro un kilo de tomates, un kilo de cebollas y un kilo de papas. Pido dos tomates, una cebolla y tres papas, por ejemplo. Lo que hace la gente normal.
—Pero muchos tienen la fantasía de que los famosos, más teniendo una trayectoria como la suya, no pasan necesidades...
—Yo tengo la suerte de tener mi casa y un pequeño ahorro que me permite sobrellevar esto. Pero, si no, estaría en La Casa del Teatro, que por suerte ahora me enteré de que le conectaron el gas.
—¿Qué sensación le genera esta situación?
—Tristeza, porque estamos en un país saqueado y empobrecido por gobiernos corruptos, a los que lo único que les interesa es robar. No hace falta más que mirar las noticias del día, ¿no? Lo de Alberto Fernández es un caso, pero hay miles de funcionarios que han metido la mano. Y nosotros somos los responsables de eso porque los votamos. De eso se trata la obra.