“Es una metáfora”, le dijo Cacho Castaña del otro lado de la línea. Corría el año 2005. Y el célebre cantautor había decidido escribir un tango en honor a su amiga y colega Adriana Varela. La llamó un sábado a la noche, justo cuando ella volvía de hacer unas compras con su hija Julia. Y no solo le contó que quería dedicarle un tema, sino que también le adelantó que ya lo tenía terminado y se lo cantó a capella. La Gata quedó deslumbrada. Nadie podría haberla descripto mejor que el autor de Café la humedad y Garganta con arena, entre otros clásicos. Pero estaba apurada porque tenía un compromiso. Así que dejó que su hijo Rafael tomara nota de la letra.
Castaña, que no se llevaba bien con la tecnología y no estaba dispuesto a compartir su obra mediante un mail, decidió pasarle la letra al joven “a birome”. “La Gata sale a cantar envuelta en adrenalina / Y perfuma el escenario con inciensos y glicinas / Con un código de tango, sin libros y sin escuela / Y te lo dice pintando con colores de acuarela / El mejor de los cantores tiene la vieja enseñanza / De callar cuando se debe y de hablar cuando hace falta / Gata mojada de lluvia que, aligerando los vicios / Sale a andar por las cornisas, sin caer al precipicio”, comenzó dictándole teléfono en mano.
Sin embargo, llegado este punto Cacho hizo una pausa. Y tomando conciencia de que quien estaba copiando sus palabras no era otro que el hijo de la artista, decidió improvisar una mentira piadosa. Fue entonces cuando le dijo que se trataba de una “metáfora”. Porque la letra seguía: “Parece una atorranta cuando canta / Parece que se deja y no se deja / Te da la sensación, cuando camina / Que en vez de una mujer, llegan dos minas / Parece medio loca y que provoca / Porque el tango en su boca es un gemido / Parece que ya nada la sorprende / Parece saber todo de la vida / Parece, pero no es lo que parece / Es una gata herida”.
El muchacho se rio. “Sí, una metáfora”, dijo. Y siguió tomando nota de la letra que la propia Varela definió como “una tomografía computada de mi misma”. “Los que cantan a los gritos seguirán siendo aprendices / Porque el tango no se canta, porque al tango se lo dice / Con la pausa y el silencio al que aluden los poetas / Despacito, poco a poco, para que entiendan la letra / Cuando el público no escucha, la Gata tiene el orgullo / De tener la mente fresca en el medio del barullo / Yo también escribo y canto sin libros y sin escuela / Despacito, poco a poco, como la Gata Varela”, concluye el tema.
“Cacho me llama por teléfono un sábado a la noche, y me dice: ¿Te puedo componer un tango? Es más, ya te lo compuse. Es más, te lo voy a cantar a capella. Cuando me lo canta por teléfono, casi me muero. Era redondo, una radiografía extraordinaria”, había recordado Adriana en una entrevista conjunta que dio con Castaña dos años más tarde. Y agregó: “El astrólogo que me marcó que yo tenía que cantar, un tipo súper capo que le hace cartas a gente importantísima, se asombró: ‘La vio como no la vi yo’, me dijo”.
Por su parte, Castaña explicó lo que sintió al momento de pasarle la letra al retoño de la cantante por teléfono. “Mientras iba dictando la letra, me daba cuenta de que le estaba hablando al hijo... ¡Cómo le voy a decir que la madre parece una atorranta cuando canta, que parece que se deja y no se deja! Ya estaba llegando a esa parte y le avisé: ‘Mirá nene, esto es una metáfora’. El pibe se cagó de risa. ¡Qué iba a ser una metáfora!”, recordó entonces.
La Gata Varela, tal el nombre del tango que cuenta con letra y música de Cacho y que terminó convirtiéndose en el apodo oficial de Adriana, fue un verdadero éxito. Y la propia artista que sirvió de musa inspiradora se encargó de inmortalizarlo. “Me preguntó si quería que le cambiara alguna palabra y yo le dije que de ninguna manera. Te cantas a vos mismo y es re loco”, explicó muchos años más tarde.
La realidad es que Castaña conocía muy bien a Varela. En 1994, Cacho presentó Garganta con arena, el tema con el que homenajeó a Roberto Goyeneche. Lo había compuesto a fines del ‘93, casi un año antes de su fallecimiento, y se lo había canturreado al oído en un camarín del Teatro Alvear. Entonces el Polaco, sin dudarlo, miró a Adriana que estaba junto a ellos y sentenció: “Que lo cante ella”. Y ella, que había descubierto el amor por el tango gracias a él y lo consideraba su padrino artístico, no dejó de cantarlo.
¿Si en algún momento Cacho y La Gata fueron pareja? Muchos podrían pensar que al seductor cantautor no se podría haber escapado una mujer tan pasional como ella. Sin embargo, la propia Varela se encargó de desmentir esta versión. Ambos se conocieron en un restaurante en el que actuaban por separado, junto al Polaco. “Nos hicimos amigos de una. Enseguida tuve la sensación de que nos conocíamos de toda la vida. Había una espontaneidad particular. Encima, los dos veníamos de familia calabresa y La Calabria es una cultura”, contó Adriana. Y, aunque reconoció que tuvo el instinto de “levantársela” no bien la vio, Castaña reconoció que se portó “como un señorito”. Y la amistad entre ambos fue tan fuerte, que sigue viva aún tras la partida del autor de Para vivir un gran amor.