Con su sonrisa angelada, Valeria Mazza le dio el “sí” a Alejandro Gravier frente a altar del Santísimo Sacramento. La iglesia estaba abarrotada de gente. Y había más de cuatrocientos trabajadores de prensa que habían llegado de todas partes del mundo para registrar ese momento. Era el 9 de mayo de 1998. Y la top model número uno de la Argentina había decidido casarse con el empresario que la había apuntalado para despegar en su carrera internacional. El país entero siguió la ceremonia por televisión, en vivo y en directo. Y esperó con ansias el momento en el que las revistas de la época les permitieran husmear en la intimidad de la súper fiesta para más de mil doscientos invitados, entre los que figuraban Diego Maradona, Susana Giménez y Guillermo Vilas, que tuvo lugar hasta la madrugada del día siguiente en el Hipódromo de San Isidro.
Todo parecía demasiado perfecto. Y así siguió. Hoy, 26 años más tarde y con cuatro hijos nacidos como fruto de ese amor, Tiziano, Balthazar, Benicio y Taina, la ahora empresaria recuerda cómo fue el pedido de boda que sirvió de puntapié inicial para la concreción de esta familia. “Ya llevábamos siete años de noviazgo. Me acuerdo que Alejandro me invitó a comer a un restaurante que nos gustaba mucho, debajo del Brooklyn Bridge. Estábamos cenando los dos solos en un momento muy romántico. En eso yo voy al baño y, cuando vuelvo, levanto la servilleta que había dejado sobre la mesa para ponérmela sobre la falda y estaba el anillo. Ahí me propuso casamiento. Y esto fue casi un año antes de la boda, que nos llevó ese tiempo de organización”, recuerda Valeria.
Una torta de ocho pisos con una anillo de oro verdadero que quedó en manos de Dolores Moreno, la Filarmónica de Buenos Aires tocando el vals para que bailen los novios, un carruaje Landeau tirado por cuatro caballos para que los recién casados llegaran a la fiesta...¿Cómo fueron los preparativos de semejante evento? “Nuestro wedding planner fue Alejandro. Él se puso toda la organización al hombro. Armó equipos de trabajo y se encargó de supervisar, haciendo que las cosas pasen como siempre. Yo iba y venía, pero él iba haciendo realidad todos nuestros sueños”, explica quien por entonces se codeaba en las pasarelas internacionales con Claudia Schiffer, Naomi Campbell y Cindy Crawford, entre otras.
Tanto Valeria como Gravier estuvieron vestidos con prendas del diseñador italiano Giorgio Armani. ¿Para una modelo que ya había lucido tantos trajes de novias fue fácil optar por el propio? “La verdad es que tuvimos varias reuniones, en las que le contamos cómo eran las fiestas en Argentina y cómo queríamos que fuera nuestro casamiento. Y él enseguida me mostró las telas y se imaginó esto de hacer un sobrevestido, como para que yo me lo pudiera sacar y estuviera más cómoda al momento del baile. Pero que, a la vez, en la entrada a la iglesia tuviera una cola larguísima. Yo digo que fue un atuendo simple, pero súper elegante e importante”, señala Mazza.
Sin embargo, el detalle que quedó marcado y se convirtió casi en el ícono de esa boda, fue la galera que lució el novio. “Obviamente, la eligió Alejandro. Poco tiempo antes de nuestro casamiento, se casó la sobrina de Armani. Y, como contrajo enlace con un inglés, en todas las fotos estaban los hombres con galera. Así que él le pidió a Giorgio una. Él en principio le dijo que no, porque era una tradición muy inglesa y no le gustaba. Pero mi marido insistió. Entonces el diseñador le dijo que se la hacía, si le prometía que no se la ponía. Le enseñó como se usaba, le dijo que los guantes se llevaban en la mano...Y bueno, Gravier dijo todo que sí. Pero puso a una persona en la puerta de la iglesia esperándolo con la galera y, cuando salió, se la puso y enfrentó a toda la prensa así. ¡Cómo él quería!”, rememora divertida Valeria.
Dicen que, muchas veces, las novias no llegan a disfrutar de su boda debido al estrés. “Yo estaba nerviosa, ansiosa, emocionada como todas las mujeres el día de su casamiento. Pero disfruté un montón. ¡Me acuerdo de todo! Porque lo compartimos con nuestra familia y con todos nuestros amigos. Fue nuestra noche. Y le pusimos tanta cabeza antes, que finalmente pudimos aprovechar todo lo que habíamos preparado. Hasta le dimos la sorpresa a los invitados de bailar un tango entre nosotros que, obviamente, habíamos practicado antes. Hubo todo un show al momento del vals con 70 músicos en vivo. Y sumamos muchos detalles que hicieron que fuera inolvidable”, asegura Mazza.
Valeria explica que fue decisión de la pareja que la ceremonia fuera pública. “Lo acordamos poco tiempo antes debido a la cantidad de pedidos de prensa que teníamos, tanto nacional como internacional. Todos querían cubrir la boda y era imposible. Así que yo le dije a Alejandro: ‘Lo único que quiero es entrar y salir de la iglesia sin tener a todos los periodistas encima. Quiero poder disfrutar, lucirme y estar rodeada de la gente que quiero’. Y a él se le ocurrió esto de cerrar la calle, vallar y poner a todos los reporteros acreditados en un lugar para que pudieran trabajar. Pero, a la vez, televisar el momento para que toda la gente que quisiera compartirlo pudiera hacerlo desde su casa. Fue una manera de organizarlo para que todos estuviéramos cómodos”, cuenta.
¿Si imaginaba todo lo que llegaría después? “Sí. Cuando nosotros tomamos la decisión de casarnos fue porque teníamos el sueño de formar una familia. La soñábamos, era lo que queríamos. Así que el primer paso era el casamiento, pero lo que deseábamos era que llegaran nuestros hijos que hoy son lo que más amamos”, confiesa Valeria. ¿Qué dicen sus chicos cuando ven las imágenes de su boda? “¡Se matan de risa, les encantan! Es más, siempre dicen que les hubiera gustado muchísimo estar en esa fiesta”, revela.
Lo cierto es que, dado que constituyen una de las parejas más sólidas del ambiente artístico, Mazza y Gravier podrían llegar a repetir una celebración por el estilo. “Nosotros somos de festejar todo. No solo los aniversarios, sino también los cumpleaños y los momentos importantes para la familia. Nos gusta celebrar la vida. El año pasado, cuando cumplimos los 25 años de casados, hicimos una comida en casa y nos volvimos a vestir de novios. Alejandro se puso su chaquet y yo mi vestido. Y vinieron los padrinos de la boda y los de nuestros hijos, así que fue muy lindo. Pero los 26 los vamos a rememorar de una manera más romántica, los dos solos”, concluye Valeria.