Es periodista de raza y siempre se ha caracterizado por lograr el equilibrio exacto entre agudeza y cordialidad en cada una de sus entrevistas. Sin embargo, después de seis años trabajando en Intrusos, unos ocho en América y casi una década sumando los distintos canales por los que pasó, Gonzalo Vázquez (31) decidió darle un vuelco a su vida. Y junto a su novia, la productora Agustina Lucero (26), se animó a dejar de lado la televisión tradicional para abocarse a su otra pasión: los viajes. “Sentí que era ahora o nunca”, dice el joven que hoy comparte sus contenidos en el canal de YouTube al que bautizaron como Gonza y Agus de viaje.
—¿Cuánto hace que está de novio?
—Casi cinco años. ¡Un montón! Agus también es periodista, como yo, y la conocí en el canal trabajando de productora.
—¿Su vocación por el periodismo es de toda la vida?
—Sí, desde que tengo memoria. Yo nací en una clínica de Castelar, pero viví en Ramos Mejía hasta que me mudé a Palermo de grande. Y mientras mis amigos soñaban con jugar al fútbol en primera, yo decía que quería ser periodista. Así que, cuando terminé el colegio secundario, estudié en la Universidad pública de la Matanza donde me recibí de Licenciado en Comunicación Social. Y, después, en la UAI hice un posgrado de periodismo digital. Porque lo que quería, fundamentalmente, era contar historias.
—¿Cuál fue su primer trabajo como cronista?
—En realidad, lo primero que hice fue una participación en un reality que conducía Marcelo Polino y se llamaba Viviendo con las estrellas, en el 2014. La idea del programa era elegir a un notero que después iba a trabajar en Ponele la firma. El ganador terminó siendo Matías Vázquez. Y yo estuve como suplente, tres meses sentado en la tribuna...pero fue divertido. Y resultó muy loco porque, en ese ciclo, estaba como panelista Marcela Tauro que con los años terminó siendo mi compañera en Intrusos.
—¿Cómo siguió su carrera?
—De ahí me fui a trabajar a la Televisión Pública, para un programa que se llamaba Una tarde cualquiera y lo conducía el Bahiano. Ahí hablaba de tecnología, eso duró unos siete meses. Después, le pedí trabajo a Germán Paoloski en la puerta de la radio y terminé entrando en La mesa está lista, en ElTrece, que duró unos seis meses más. Y, cuando me quedé sin laburo, fui al Canal de la música a conducir un segmento durante cuatro meses, hasta que se me terminó el contrato. Entonces me armé un speech, lo practiqué durante quince días y me paré en la puerta de América para esperar a Liliana Parodi, que era la gerenta de programación.
—¿Quería pedirle trabajo?
—Claro. Le hice la famosa guardia periodística porque necesitaba trabajar. El tema es así: yo tengo diabetes y tenía que seguir pagando mi obra social. Así que no podía demorarme mucho en conseguir un ingreso. No se trataba solo de una cuestión de cholulismo. Obviamente, quería conseguir algo relacionado a lo mío. Pero además tenía una urgencia. Y había leído una nota que le habían hecho a Liliana, en la que ella decía que más importante que el talento era la predisposición. Así que me clavé en la puerta del canal para decirle eso. Me acuerdo que la vi venir con unos lentes tipo John Lennon y un tapado muy Parodi. ¡Me orinaba encima! Pero tomé coraje y me animé...
—¿Recuerda qué decía aquel speech?
—Sí, decía algo así como: “Yo sé que yo no soy nadie, pero a veces la gente desconocida trabaja mejor que la que ya conocés. Leí una nota tuya en la que decías que más importante que el talento es la predisposición y yo estoy completamente disponible, porque quiero hacer carrera con esto. Puedo hacer lo que sea en el horario que sea. Así que me gustaría que me dieras una oportunidad, como también te la dieron a vos cuando empezaste. Soy una buena inversión a futuro”.
—Evidentemente, surtió efecto...
—Me hizo pasar a su oficina, ahí me entrevisté con Fernanda Merdeni y, al mes y medio, entré a prueba como cronista de Infama en la época de Denis Dumas y Pía Shaw. Cuando terminó ese ciclo estuve en Involucrados, el programa de Mariano Iúdica. Y de ahí pasé a Intrusos en el 2018, cuando todavía estaba Jorge Rial.
—¿Se sentía cómodo en el mundo del espectáculo?
—A mí jamás me incomodó mi trabajo. Porque sé que los famosos que son medianamente inteligentes no se toman nada personal. Y porque yo siempre los traté con respeto. Cuando uno hace este tipo de periodismo sabe que se está metiendo en la vida de los demás, incluso, en la cama ajena. Así que yo preguntaba como me hubiera gustado que me preguntaran a mí si hubiera estado en ese lugar. Después, obviamente, había temas difíciles de tocar. Pero yo estaba súper feliz con la oportunidad que me habían dado y sentía que tenía muy buen feedback con los entrevistados, justamente, por mi manera de abordarlos. De manera que fueron muy pocos los que me dijeron que no. Y mis notas empezaron a pegar en el programa. Primero hice la noche, trabajando hasta las dos de la madrugada. Y después me fueron cambiando el horario hasta quedar a la mañana.
—Y habiendo logrado el lugar que tanto deseaba, ¿qué lo llevó a renunciar para comenzar este proyecto?
—La decisión nació durante la pandemia. Por mi problema de salud, yo estuve licenciado más de un año. Y desde mi casa, desesperado y sin poder salir, veía como quince mil personas velaban a Diego Maradona en la Casa Rosada. Ahí dije: “Algo no está bien”. El problema no era con el canal que, en definitiva, cumplía la orden del gobierno que decía que los pacientes de riesgo no podían salir a laburar. Pero, incluso, estuve como tres meses, ya vacunado, sin poder salir a trabajar. Y, cuando finalmente volví, me di cuenta de que seguía estando vigente a pesar de haber desaparecido de la pantalla tanto tiempo.
—¿Entonces?
—Como a mi novia y a mí nos gusta mucho viajar y en esa época no se podía, empezamos a ver videos de viajes en YouTube. Y dijimos: “¿Por qué no podemos ser como esta gente que vive de esto?”. Así fue como empezamos a gestar esta idea de tener nuestro propio canal destinado a este nicho. Y, aunque arrancamos con cero suscriptor, siempre lo tomamos de manera profesional y no como un hobbie, porque la idea era generar ingresos con eso.
—Pero un momento decidió que ya no fuera un extra sino su único medio de vida...
—Es que siempre pensamos en llegar a este punto, aunque no creímos que fuera a ser tan rápido. Nosotros empezamos con esto hace dos años y, hoy, ya tenemos más de cuarenta mil suscriptores. Pero siempre trabajamos como si tuviéramos más de ciento cincuenta mil, con ese vértigo. Ojo: yo no me tiro a la pileta si no hay agua. Y, obviamente, lo pensé antes de soltar mi trabajo principal, que hasta hace unos meses era América, para dedicarme de lleno a este proyecto que armé en conjunto con Agus. Fue una decisión muy difícil de tomar, pero creo que era el momento.
—¿No tuvo miedo?
—Sí, claro. Me asusté mucho. Pero mirá: el año pasado, durante un viaje por Perú, yo me agarré una neumonía. Y la pasé muy mal. Pero soy de las personas que creen que la vida es una sola y que todo lo que tengas ganas de hacer, lo tenés que llevar adelante. Porque si hacés las cosas con compromiso, responsabilidad y constancia, tarde o temprano vas a llegar a tu objetivo. Entonces dije: “¿Qué es lo peor que me puede pasar? ¿Que me vaya mal y que tenga que volver a trabajar a la televisión?”. Si yo sé que voy a poder volver, igual que volví después de la pandemia. Pero ahora es tiempo de arriesgarme.
—Usted remarcó varias veces el tema de su salud, ¿cómo controla su diabetes en medio de los viajes?
—Yo me llevo todo mi kit diabético: insulinas, medidores...Todo lo que tengo en mi casa destinado a mi enfermedad, lo cargo conmigo. Porque yo no puedo vivir sin estar controlado. Si no, me descompenso y la paso mal. Y ya sabemos cómo pueden terminar las personas que no se cuidan teniendo patologías crónicas. Igual, esta dificultad también tuvo mucho que ver en que yo sea mandado a la hora de emprender....
—¿A qué se refiere?
—A que yo vivo 24 x 7 con una obligación, que es la de cuidarme. Y esto hace que disfrute del camino que pueda llevarme a crear algo nuevo o a jugármela. Obvio que da miedo soltar un laburo estable, porque yo tenía un trabajo en blanco con todos los beneficios que eso implica. Pero si no lo hacía ahora, no lo iba a hacer más. Y no quería, de acá a quince años, ser de esas personas que le dicen a los jóvenes que lo intenten porque ellas se arrepintieron de no haberse animado.
—Lo bueno en su caso es que pudo hacerlo en pareja...
—¡Sí! Además, con Agus somos un re equipo de trabajo y eso está buenísmo. Porque hay parejas que se llevan muy bien en la relación personal, pero no sirven para compartir lo laboral. Pero nosotros nos llevamos súper bien en los dos aspectos: tenemos los mismos intereses, las mismas metas y somos muy complementarios. Así que no solo viajamos y hacemos los videos, sino que también tenemos mucho público extranjero que viene a la Argentina y nos contacta para asesorías. De manera que laburamos mucho, no es que salimos a pasear, pero siempre es mejor que estar en una oficina.
—¿Tiene tiempo para disfrutar también de los lugares que visita?
—Yo puedo disfrutar recién cuando termino de grabar. Una vez que tengo el material como para hacer, por ejemplo, la recorrida completa de Tilcara, me puedo relajar. Pero la verdad es que lo tomamos con mucha responsabilidad porque nuestra economía y nuestro futuro depende de lo que hagamos. Y esto no deja de ser un trabajo: hay que armar los guiones, hacer los videos, preparar las miniaturas, dar las asesorías... Pero está buenísimo porque, cuando hacés turismo, interactuás con gente que está feliz porque se va de viaje. Y no hay nada mejor que laburar para gente que está contenta y en algo que no es para nada rutinario.
—¿Cuál fue el lugar que más le gustó y cuál el que le gustaría conocer?
—El que más me gustó fue Cusco, por Machu Picchu, a pesar de haber sido ahí donde me agarré la neumonía...Y que nos gustaría visitar, pero todavía no nos conviene porque no es rentable, es Egipto. Porque nosotros no es que nos vamos a donde queremos, a gastar lo que nos sobra de nuestro trabajo. Lo que hacemos es invertir para obtener más ganancias. Si no, me iría a Las Vegas. ¡Pero ese contenido no nos sirve! Así que tenemos que planificar muy bien los viajes y los meses de mayor monetización para subirlos a YouTube. Es como una Pyme. Hasta fin de mayo, por ejemplo, ya tenemos todos los videos subidos y programados como para poder seguir trabajando. Porque, si no, no nos dan las horas del día.
—¿Su idea es seguir haciendo base en la Argentina o existe la posibilidad de que se radiquen en otra parte del mundo?
—Estamos muy cómodos viviendo en este país, así que pensamos seguir viajando desde acá. Además, tenemos mucho público de afuera que mira nuestro contenido local. De hecho, hubo mucha gente que en diciembre se interesó por la situación política y económica argentina y, con esos videos, hemos crecido un montón. Por eso, en el canal también hay bastante de lo que pasa en Buenos Aires y en las ciudades del interior que suelen visitar los turistas extranjeros. Y eso lo vamos mechando con los viajes al exterior.
—Son una pareja muy joven pero, ¿existe la posibilidad de que en alguno de sus destinos haya una propuesta de matrimonio?
—¿Sabés que sí? Estoy pensándolo y me gustaría mucho. Porque Agus, además, es de esas chicas a las que les encantan los pedidos de casamiento, los anillos, las fiestas de boda...Es re tradicional en eso. Y, como este año cumplimos cinco años juntos, que no te extrañe que en cualquier momento aparezca el video de la propuesta.