“Fue en 1936. Aún estaba fresco el recuerdo de la muerte de Carlos Gardel. Yo casi no lo conocía. Una vez mi padre escuchó un disco en un negocio y me dijo quien era. Las historias sobre él me emocionaban y me propuse conocer lo que había hecho, sobre todo los temas que firmó junto a Alfredo Le Pera”, recordaba Mariano Mores en una entrevista en la que contaba cómo había comenzado su romance con el tango. Y ese amor, que entre sus frutos dio piezas célebres como Cuartito Azul, Gricel, Uno, Cafetín de Buenos Aires, Taquito Militar y En esta tarde gris, entre tantos otros, se mantuvo firme hasta ese triste 13 de abril de 2016, cuando partió para siempre de este mundo dejando un legado invaluable.
Había nacido el 18 de febrero de 1918 en el barrio porteño de San Telmo, bajo el nombre de Mariano Alberto Martínez. Fue el mayor de siete hermanos. Y se crió en una casa en la que la música estaba siempre presente. De hecho, fue su propio abuelo el que lo incentivó para que tomara clases de piano, algo que empezó a hacer con apenas 7 años, ya instalado con sus padres en la localidad de Tres Arroyos. Sin embargo, sus primeros profesores no confiaron en él. Y fue recién en 1927, ya de regreso en la Capital Federal, cuando pudo encontrarle la vuelta al instrumento junto a una vecina del barrio de Flores. “Me asomé a la puerta y vi a una niña tocando aquello que yo no había podido aprender. Sonaba bellísimo”, relató ya de grande. Al año siguiente, ya se había recibido de maestro.
Lo que siguió fue un breve paso por el conservatorio, hasta que en 1929 su familia se mudó a España donde fue becado para estudiar música clásica en la Universidad de la Salamanca. Allí demostró tener un talento innato para la composición. De hecho, fue considerado como un niño prodigio. Pero, con motivo de la Guerra Civil, los Martínez decidieron regresar a la Argentina en 1936. Hacia apenas un año que el Zorzal Criollo había perdido la vida en un accidente aéreo ocurrido en Medellín. Y su voz no dejaba de sonar en todas las radios, por lo que Mariano no pudo evitar sentirse atraído por el tango.
Con tan solo 18 años y tras la muerte prematura de su padre, Mariano tuvo que hacerse cargo de su familia y comenzó a trabajar como pianista en un bar del barrio de Chacarita. También comenzó a dar clases en la Primera Academia Argentina de Interpretación, donde había perfeccionado sus estudios. Y fue allí donde conoció a Myrna Mores, la mujer que lo acompañaría el resto de su vida. “Ella estudiaba con el profesor Samuel Averbuj. Enseguida hizo dúo con su hermana, Margot, y cuando me sumé con el piano nos convertimos en el Trío Mores. Así tomé el apellido de ellas. El grupo se disolvió cuando entré en la orquesta de Francisco Canaro”, recordó el músico.
El amor por esta mujer lo llevó a crear una de sus mejores obras. “Para estar cerca de ella alquilé un cuartito en Villa del Parque, en la calle Terrada al 2400. Lo pintaba con cal coloreada con el azul para lavar la ropa, un blanqueador. Así nació el título: Cuartito azul. Fue un éxito por la música y por la letra de Mario Battistella”, explicó luego. El tema fue grabado en 1939 por Ignacio Corsini y fue el primer gran éxito de Mores.
Tras una década junto a la orquesta de Canaro, en 1948 Mariano decidió emprender su carrera solista. Y a la música se le sumó la actuación. “Me ofrecieron convertirme en el galán de una película y hacer cine en aquella época, en los años cuarenta, era muy importante”, dijo recordando su participación en El otro yo de Marcela. Desde entonces, el éxito siempre lo acompañó. Hasta fue uno de los artistas convocados por el presidente Juan Domingo Perón para participar de fiestas populares junto a Hugo del Carril y Alberto Castillo. Y logró que el tango volviera de su mano al Teatro Colón.
Años más tarde, dirigió la Orquesta Típica contratado por Radio Belgrano. Y, en 1959, protagonizó la serie televisiva M ama a M junto a Mirtha Legrand, para luego seguir grabando discos y potenciando su carrera internacional. Sin embargo, en 1984 sufrió la pérdida de su hijo mayor, Nito, quien se había convertido en el cantante de su propia orquesta y murió a los 39 años. Y el golpe lo marcó para siempre. No obstante, con el tiempo el maestro sumó a su nuera, Claudia, a su hija Silvia y a su nieto Gabriel, quién lo acompañó hasta el último show de su gira de despedida, que tuvo lugar el 10 de febrero de 2013, para luego tomar su legado.
A los 96 años, en tanto, a Mariano le tocó despedir a la mujer de su vida, quien falleció el 15 de marzo de 2014. Y dos años más tarde, fue a reencontrarse con ella en otro plano. En ese momento, su nieta Mariana Fabbiani le dedicó unas sentidas palabras. “Arrancó una fiesta con tus hermanos. Con tus amigos del alma. Con tu hijo y el amor de tu vida que hace un tiempo ya te vienen esperando. Y seguro estarás al piano... Llenándolos a todos de tu talento, de tu música, que sí eternamente vivirá. Grande entre los grandes. Héroe de mi vida. Hombre de roble. Tu sencillez y tu don serán mi inspiración siempre. Gracias por los juegos. Por los consejos. Por la alegría. Por tu poderosa fuerza. Cómo te voy a extrañar. Abuelito...Maestro....Buen viaje. Nos hablaremos a través de tu música. Siempre. Gracias”, escribió la conductora. Para entonces, Mores ya había sido consagrado como el Mejor compositor de tango del siglo.