“Este 26 de marzo estoy cumpliendo, exactamente, 89 años”, dice orgulloso Silvio Soldán en diálogo con Infobae. En otra época, el conductor había decidido plantarse en los 44, un poco por coquetería y otro poco por la presión de un medio que no parecía dispuesto a aceptar el paso del tiempo de las figuras. Sin embargo, a esta altura de su vida, prefiere agradecer la dicha de tener salud y de estar tan activo como hace más de cuatro décadas.
“Estoy trabajando muchísimo. Estoy haciendo eventos que tienen un éxito maravilloso. Y hago muchos festivales de tango. Ahora estoy preparando una gira para todo el país con un espectáculo musical. Y tengo propuestas para hacer un par de cosas en televisión, pero está tan raro el medio que no sé qué hacer. Primero, porque lo que dicen todos es que no hay plata. Y, segundo, porque cuando miro los ratings veo que los programas miden tan poco...¡Los números son demoledores!”, dice quien llegara a ostentar arriba de 40 puntos de audiencia.
Después de debutar como locutor radial e incursionar en el canto, Silvio comenzó su carrera de conductor en la década del ´60 con El Special, por Canal 9. Era tanta la gente que lo veía, que se hizo “famoso en menos de una semana”. Y, aunque a él le dé pudor reconocerlo, luego se convirtió en el número uno de la televisión argentina con Domingos para la juventud y Grandes valores del tango, ciclos que se emitieron desde los ‘70 hasta principios de los ‘90 por la misma emisora perteneciente a Alejandro Romay.
“Éramos imbatibles”, dice Soldán al recordar aquellos tiempos. Y confirma que el Zar, como se lo conocía al dueño del canal, en un hecho totalmente inédito había decidido hacerle firmar un contrato por diez años, cuando sus colegas tenían que renovar los suyos cada tres meses. “Fue una gran locura de don Alejandro. Pero, después, tuve que rescindirlo yo cuando empezaron los problemas que todo el mundo conoce”, explica Silvio.
Los problemas del conductor siempre tuvieron nombres de mujeres. La primera fue Silvia Süller, de quien se separó en medio de un escándalo en 1992 después de seis años de relación y un hijo en común, Christian. “Yo le fui a decir a Romay que no correspondía que estuviera al frente de un programa familiar, cuando estaba en medio de un conflicto muy feo”, cuenta Soldán. A la distancia, lo que para él era vergonzoso, parecería una nimiedad. Sin embargo, el hecho de verse en la portada de las revistas del corazón por cuestiones personales, era algo que iba en contra de sus principios y por eso decidió dar un paso al costado.
Siguió, sin embargo, trabajando en radio y haciendo publicidades. Hasta que un nuevo escándalo sacudió su carrera. La falsa médica Giselle Rímolo, con quien estuvo en pareja desde 1993 hasta 1999, fue condenada por ejercicio ilegal de la medicina y tráfico de medicamentos seguido de muerte. Y en 2004, él pasó más de dos meses en la cárcel de Villa Devoto acusado de formar parte de una asociación ilícita por promocionarla, delito por el que luego fue sobreseído.
¿Cómo hizo para soportar semejante caída? “A mí nunca me importó. Yo siempre miré para adelante. Lo que se pierde ya no se recupera, a otra cosa mariposa. Así que seguí buscando nuevos horizontes. Y haciendo más de lo mismo. Fijate que, a esta altura del partido, sigo haciendo formatos parecidos a Feliz domingo y Grandes valores. Algunos me preguntan cuándo voy a dejar de hacer eso. Y yo les digo: ‘El día que Mirtha Legrand deje de hacer sus almuerzos’”, explica Silvio.
Y, en relación a su “paso por el country”, como se refiere a sus 61 días en prisión, agrega: “No se puede torcer el destino. Lo que me pasó a mí, le puede suceder a cualquiera. Lo que pasa es que lo mío trascendió porque soy una persona muy conocida. Así que todos los canales, las radios y los diarios se ocupaban muchísimo del tema. Si yo hubiera sido un ignoto, quizá no se enteraba nadie. Pero es el precio de la popularidad”.
¿Si las mujeres le han hecho mal? “A lo mejor, yo les he hecho mal a ellas... Pero la realidad es que también me han dado muchísimas satisfacciones. Amo de manera entrañable al sexo femenino. Eso es así hasta la actualidad. Lo que pasó no se puede cambiar y no logro nada analizándolo. Pero yo hago balances de mi vida permanentemente. Y el resultado es positivo. Porque las cosas buenas que me han pasado superan holgadamente a las cosas malas. ¡Yo he disfrutado tanto de la vida!”, reconoce.
Hoy, con “tantísimos años”, Soldán agradece estar bien de salud. “Me siento muy pleno. Afortunadamente, me sigue funcionando la cabeza, te diría que hasta mejor que antes. Y, físicamente, estoy bastante bien, aunque con algunos achaques típicos de los que pasamos los setenta. Pero puedo caminar, puedo hacer shows, puedo salir a cenar con mis amigos, puedo ir a ver espectáculos...Así que estoy muy contento”, dice Silvio.
Y confiesa que, a pesar de los desencantos, sigue apostando al amor. “Estoy acompañado hace mucho tiempo de una chiquilina que se llama Susana y tiene 56 años. Estamos en casas separadas, pero muy bien. Ella es un amor de mujer, que me quiere y a la que yo quiero también. Por suerte no es del medio ni le interesa ser famosa, así que trato de no exponerla. ¿Conocés eso del que se quema con leche ve una vaca y llora? Buenos, hay muchas chicas que buscan popularidad. Y, afortunadamente, este no es el caso. Ella no pide nada de eso, solo quiere mi amor. Así que, a nuestro modo, somos muy felices”, cuenta.
Finalmente, Soldán reconoce que tiene una relación muy asidua tanto con su hijo Christian, con el que se lo ha podido ver en varias oportunidades, como con el mayor, Silvio Augusto, fruto de su relación con la locutora Marta Moreno, quien sobrelleva algunos problemas de salud. “Con ambos tengo un vínculo maravilloso”, dice el conductor satisfecho. Y no da ningún indicio de querer cambiar nada de su presente.
“Cuando yo empecé en esta profesión, a los veintipico, me dije: ‘A los cincuenta largo’. Pero cumplo 89 y sigo laburando. Si largo, creo que me muero. Así que mientras le gente me reclame y el cuerpo aguante, voy a seguir trabajando feliz. Yo tengo mucha fuerza de voluntad. Y eso me ha ayudado a superar todos los problemas, que no han sido pocos ni baratos. Cada uno encara la vida a su manera. Y yo no me detengo a pensar en lo feo que me han pasado. Es más, tengo una gran habilidad para olvidarlo. Te podría decir que tengo muy poca memoria para las cosas malas y una maravillosa memoria para las cosas buenas”, concluye Soldán.