Puede que la anécdota se haya ido agrandando con el correr de los años. Y que, tal vez, al ir pasando de boca en boca se le hayan sumado algunos condimentos. Pero son muchos los testigos que dan cuenta del terrible ataque de celos que experimentó Guillermo Coppola cuando estaba ingresando a la disco Buenos Aires News y alguien osó decirle un piropo subido de tono a Alejandra Pradón, su novia de entonces. Y aseguran que hasta estuvo a punto de irse a las manos.
Corría el año ‘98 o ‘99, aunque nadie recuerda, exactamente, la fecha. Junto a Diego Maradona y un grupo de amigos, el mánager estaba por entrar a uno de los boliches más populares del momento, cuando uno de los jóvenes que se encontraba en la puerta le dijo algo desubicado a la vedette. En ese momento, Pradón era una de las sex symbols más importantes de la Argentina y era imposible que pasara inadvertida, con su larga cabellera rubia y los minivestidos que solía lucir para marcar bien sus curvas. Pero Coppola no lo toleró. Y, mientras el resto de sus acompañantes ingresaba al local, regresó a su auto para cambiarse los zapatos lustrados por unas zapatillas. ¿El motivo? Quería enfrentarse más cómodo al que había ofendido a su chica.
Lo cierto es que, en los minutos que tardó el mánager en ir a su vehículo y volver, el autor del improperio ya se había disculpado con Alejandra. Es más: hasta se había sumado al grupo, que ya se había instalado en el VIP del lugar, para sacarse fotos con el Diez y tomar unas copas con él. Así que, cuando Guillermo irrumpió en boliche y se dirigió al muchacho improvisando una patada voladora que lo hizo terminar en el suelo, todos se rieron. La afrenta ya era cosa del pasado. Y su novia no solo no estaba enojada, sino que se estaba divirtiendo con el resto sin entender su inesperada reacción.
En la serie de Star+, El Representante, en la que supuestamente cuenta los detalles de su vida como mánager de Maradona, Coppola da a entender que en realidad había sido Diego quien había tenido un affaire con Pradón. Y que, cuando los rumores de este supuesto romance llegaron a la prensa, a él no le quedó más remedio que simular que la vedette era, en realidad, su pareja. Sin embargo, no hay un solo integrante del entorno de entonces del astro que confirme esta versión. Infobae habló con Leo Sucar, Carlos Ferro Viera, Sergio el Turco Chemen, Mariano Israelit y Gabriel Buono. Y todos coinciden en que Guillermo vivió una breve pero apasionada historia de amor con Alejandra, mientras aseguran que el Diez nunca tuvo nada con ella.
Es posible que Coppola no tuviera la intención de blanquear su relación con la ex rumbera. En primer lugar, porque por aquellos años el hombre solía mantener más de un romance en paralelo. Y, en segundo término, porque el desparpajo y el perfil mediático de Pradón no encajaba con el estilo de mujer que él buscaba tener a su lado. De hecho, quienes lo conocían solían hacerle bromas por eso. Pero la realidad es que Alejandra lo flasheó con sus encantos. Y que, al ver a su amigo involucrado en un escándalo por culpa suya, no le quedó otra que salir a contar la verdad.
Por aquellos años, Maradona seguía legítimamente casado con Claudia Villafañe, aunque ya había dejado el domicilio familiar y se había instalado en el hotel Cristóforo Colombo de Palermo. Había conocido también a Laura Cibilla, la mesera de La Diosa de quien se enamoró profundamente y con la que mantuvo una relación de casi seis años. Pero seguía frecuentando a la madre de Dalma y Gianinna, las dos únicas hijas que había reconocido hasta ese momento, con quien se mostraba públicamente. Y aunque nunca la había respetado en lo que a fidelidad se refiere, quienes lo conocieron aseguran que jamás la hubiera hecho coincidir con alguna de sus amantes.
Y sí, aunque llamara la atención, Diego tenía sus límites. De manera que, si él hubiera tenido alguna aventura con Alejandra, jamás la hubiera dejado entrar a la quinta de General Rodríguez donde se encontraba con Claudia. Tampoco hubiera organizado salidas de pareja con ella, como lo hizo tanto en Buenos Aires como en Punta del Este. Ni hubiera planificado un viaje grupal a Japón para ver jugar al club de sus amores, Boca Juniors, como lo hizo, aunque éste luego se viera frustrado porque no pudo obtener su visa.
Por otra parte, Maradona nunca se mostraba con las mujeres que solía frecuentar por entonces. El modus operandi del Diez incluía distintas estrategias para que ellas llegaran a su hotel o a la casa de algún amigo, de manera que pudieran encontrarse con él sin ser vistas ni por los curiosos ni por los periodistas. Y para ello necesitaba, sí o sí, de la colaboración de su entorno de entonces. De manera que hubiera sido imposible que él hubiera tenido una cita con Alejandra sin que ninguno de ellos lo supiera.
Los rumores de romance entre Pradón y Diego comenzaron luego de que éste fuera a verla al teatro de revistas en el que ella trabajaba. Los paparazzis de la época lograron captar a la vedette en el asiento del acompañante de la camioneta de Maradona y las revistas del corazón no dudaron en dar por cierta la relación. Pero el brillo del astro no dejaba ver la realidad. Y esta era que, quien estaba de novio con Alejandra, no era otro más que Coppola. Lo reconozca o no.