“Para mí esto es un sueño hecho realidad”, dice Iván Papetti sobre el escenario del Teatro El Nacional. El muchacho oriundo de San Antonio de Padua, de apenas 20 años, debutó con It happen to be junto a la CR Big Band. Y se dio el gusto de desplegar su pasión por el Jazz en plena calle Corrientes, haciendo que el público disfrute de un viaje en el tiempo y el espacio y se sienta en pleno New York de los años ‘50. Puede ser que, su obsesión por un género que no es tan comercial como los que consumen los jóvenes de su edad, haya sido el motivo por el que no pudo alzarse con el triunfo en La Voz Argentina 2022, el ciclo de Telefe en el que se convirtió en uno de los favoritos pero quedó en un tercer puesto. De todas formas, el reality le permitió marcar un cambio de rumbo a su vida para darle rienda suelta a su verdadera vocación.
—¿Cómo surgió este proyecto?
—Comencé a trabajar con Colegas Producciones (Joel Villagra y Florencia Battista), que son los responsables de este show, allá por el 2022, primero en Navidad en las películas, que se hizo en el Teatro Avenida y en el Luna Park. Y, a mediados del año pasado, se fue empezando a plantear la idea de armar este espectáculo. La cosa es que, con mucho trabajo y esfuerzo, finalmente logramos hacerlo realidad.
—Termina de afianzarse en lo que le gusta: el jazz.
—Totalmente. El jazz es mi pasión y no puedo luchar contra eso, porque está en mí. Así que lo estoy disfrutando. La verdad es que el público nos recibió con mucho cariño. Ahora nos queda una función para este martes 27 de febrero y, después, estamos analizando cómo vamos a seguir en el futuro. Pero hay planes.
—Ya le han dicho muchas veces que es llamativa su pasión por un género no muy habitual en jóvenes de su edad, que suelen escuchar música urbana o cumbia...
—Sí, pero la realidad es que el jazz me encontró a mí. Yo siento que lo llevo adentro. Y lo disfruto tanto, que no puedo hacer nada al respecto.
—¿Qué pasa en los ámbitos sociales donde coincide con amigos o ex compañeros de secundario?
—Obviamente, hay cierto choque cultural. Pero nos reímos mucho de esas diferencias, hacemos chistes. Quizá, está sonando algún tema de trap y ellos me dicen: “Este es de Franck Sinatra, ¿no?”. De todas formas, mis amigos me bancan desde siempre y eso es importante para mí también. El asunto es tomarlo con humor, pero con respeto.
—Más allá del personaje extemporáneo que vende, ¿lleva una vida como cualquier otro joven?
—Relativamente. No soy de ir a bailar, pero tengo una rutina normal. Juego a la pelota y hago lo mismo que todos, aunque no soy tanto de salir.
—¿Tiene pareja?
—Por el momento no.
—¿Ha tenido?
—Nada muy duradero...Pero alguna vez he tenido alguna.
—Durante su paso por La Voz, los coaches de los tres equipos que integró, Lali Espósito, Soledad Pastorutti y Mau y Ricky, trataron de impulsarlo a ampliar su espectro musical...
—Fue un desafío eso. Y creo que estuvo bueno. Quizá, en el momento no lo vi tan claro y me costó un poquito adaptarme a la idea de probar otra cosa, que era lo que querían proponerme desde los distintos teams. Pero de a poco me fui adaptando. Y lo tomé como lo que era, un aprendizaje. Así que lo disfruté. Pero mi pasión es el jazz y lo dejé en claro durante todo el programa.
—Usted llegó a un casting en el que tenía cinco mil personas delante y se convirtió en uno de los candidatos del público que lo empezó a reconocer por la calle. ¿Cómo vivió ese momento?
—Fue una locura todo. Cuando llegué con mi viejo al casting y vi la fila que había le dije: “¡Vámonos! No tiene sentido que estemos acá”. Entonces él me convenció de que nos quedáramos. Y fui seleccionado. Pero la verdad es que el cariño de la gente fue una sorpresa. Porque yo siempre fui bastante tímido y callado. Y fue un choque. De hecho, hoy en día salgo por la calle y me tocan bocina y me gritan: “¡Papetti!”.
—¿Sigue viviendo en su casa familiar?
—Sí, con mi familia: Cristian que es mi papá, Valeria que es mi mamá e Ignacio que es mi hermano menor.
—Durante su participación en el programa llamaba la atención que tuviera que faltar al colegio para poder ir a las audiciones...
—Falté bastante, sí. Y después tuve que encargarme de eso en diciembre...
—¿Pudo terminar el secundario?
—Sí, terminé en la Técnica 3. Lo que quedó truncado es el ingreso a la universidad, pero tampoco es algo que me apasione. Lo pensaba hacer porque podía ser una facilidad dado que tengo un cierto gusto por la informática. Pero mi vocación es la música. Y bueno, todo esto que me fue pasando me llevó a ir por este camino. Si me va bien, fantástico. Y si no, por lo menos lo intenté.
—¿En su familia hay alguien que se dedique a la música?
—No, en absoluto. Es más, en mi casa nunca se escuchó mucha música. Así que no sé, exactamente, cómo llegó a mí. Recuerdo que empecé cuando era chico escuchando a Queen, porque me gustaba como sonaba. Y así fui investigando lo que sonaba en distintas épocas. Hasta que llegué al jazz que fue todo un descubrimiento para mí. Y ahí me quedé.
—¿Es verdad que se enamoró de Frank Sinatra con un karaoke?
—Exactamente. Yo cantaba en casa, porque le había pedido a mis viejos que me compraran un micrófono. Y la verdad es que al principio lo hacía muy mal. Hoy me doy cuenta de que era porque estaba cambiando la voz y, por ende, no estaba bueno lo que hacía. La cosa es que Freddy Mercury cantaba muy agudo. Y un día, mientras estaba haciendo un karaoke de Queen, salió un tema de Sinatra en un tono más grave que yo podía hacer.
—¿Y?
—Ahí descubrí otra voz en mí. Sin conocer mucho el tema, lo empecé a tararear y dije: “Wow”. En ese momento me pasó algo. Y ahí decidí buscar una profesora de canto para empezar a estudiar.
—¿También se puso a investigar sobre el origen del jazz?
—Totalmente. Para mí fue un descubrimiento en todo sentido, así que busqué informarme sobre la historia del género y los grandes referentes. Pero a mí me gustan mucho Charles Aznavour también o Elvis Presley. Y trato de ir tomando cosas de estos grandes artistas para ir aprendiendo y adentrándome en este mundo tan rico.
—Sabe que hay muchos ganadores de realities que luego no logran seguir sus carreras. Sin embargo, usted no se quedó con el triunfo pero pudo cumplir su sueño...
—Yo traté de tomármelo con tranquilidad. No sabía muy bien para dónde iba a ir mi destino, teniendo en cuenta que hasta ese momento yo pensaba estudiar la carrera de Informática. Así que, de un año para el otro, cambió toda mi perspectiva de vida y vi la posibilidad de dedicarme a la música. Y estoy feliz.
—¿Cómo hizo para mantener los pies en la tierra frente a tanta repercusión?
—A mí no me gusta la gente que se la cree. Por eso trato de estar siempre en eje y mi familia me ayuda mucho en ese sentido. Creo que lo fundamental fue no apurarme. Yo sé que las oportunidades van a llegar así que no voy a agarrar cualquier cosa. Quiero llegar pero de la manera correcta, que es manteniéndome concentrado en lo que quiero.
—Después de estos primeros pasos, ¿cuál sería su objetivo?
—Sé que quiero seguir cantando, porque es lo que amo. También sé que quiero seguir con el jazz. Y me gustaría, algún día, llegar a los Estados Unidos para aprender en la cuna misma de esta pasión y, quien sabe, tal vez en un futuro llegar a presentarme en algunos teatros de allá. Eso sería fantástico.