Es difícil imaginar que, lejos de los shows en los que deslumbra a miles de fanáticos, Robbie Williams cae en la más profunda depresión. “Si no estoy en el escenario estoy en la cama”, reconoció él mismo hace unos meses en la serie documental de Netflix mediante la cual se animó a mostrar su costado más vulnerable. Nacido el 13 de febrero de 1974 en Stoke-On-Trent, Inglaterra, Reino Unido, el cantante celebra este martes 50 años de una vida en la que pasó de la gloria total a la oscuridad más absoluta. Y en la que solo el amor de su esposa, Ayda Field, logró rescatarlo.
“Cuando llega la hora de dormir. Mi cuerpo dice: ‘Pues no’. Cuatro horas dando vueltas en la cama y pensando en un buen puñado de cosas. Miedo. Vergüenza. Dolor. Todo un abanico de emociones humanas. Rozo los 50. Soy padre. Tengo cuatro hijos y una mujer encantadora. Es impresionante todo lo que he experimentado en mi vida. Pero siento que el pasado me tiene cogido por el cuello”, decía la voz en off del cantante en lo que se convirtió en una suerte de autobiografía. Y que mezclaba imágenes inéditas de todo aquello que hoy lo atormenta y no es, ni más ni menos, que su propia y triste historia.
Su madre, Janet, regentaba pubs y su padre, Pete, era artista de variedades. Así que ambos lo alentaron a incursionar en el mundo del espectáculo. Y, con apenas 16 años de edad, Williams empezó a actuar con la banda juvenil Take That en las calles de Mánchester. “El comienzo fue divertido. Era algo grande y luego se convirtió en algo inmenso”, recordaba él. Es que el éxito no tardó en llegar. Y, junto con los conciertos, las giras, la fama y el fanatismo excesivo de sus seguidores, comenzaron los excesos. “Éxtasis, cocaína, alcohol. Me bebía una botella de vodka la noche antes de los ensayos”, reconoció el cantante. Era demasiado para un adolescente y un día, simplemente, perdió el control.
Su comportamiento, sumado a los roces que tenía con Gary Barlow, uno de los cinco miembros del grupo que también integraban Mark Owen, Jason Orange y Howard Donald, hicieron que en 1995 lo dejaran afuera de un tour y lo invitaran a abandonar la boy band. Pero Robbie ya tenía su público. Así que, con la ayuda de George Michael y Elton John, siguió su carrera como solista. Y las adicciones lo acompañaron. De hecho, por esa fecha tuvo que ser internado por primera vez en un centro de rehabilitación.
El gran suceso en solitario de Williams llegó en 1997 de la mano de Angels, tema que lo consagró a nivel mundial. “El éxito, subconscientemente, implicaba felicidad”, reconoció sobre esa época. Sin embargo, para entonces su terapeuta ya le había diagnosticado depresión. Y tenía que convivir con una situación que por aquellos años pocos podían entender. ¿O acaso era posible que un intérprete diera un recital frente un estadio repleto y, al mismo tiempo, sintiera ganas de morir?. Esto hacía que, cada vez, le resultara más difícil despertarse para enfrentar el día. Y que tratara de llenar su vacío con estimulantes y relaciones que no llegaban a completarlo por su propia incapacidad de confiar en los demás.
Entre muchos otros amoríos, estuvo de novio con la cantante de All Saints, Nicole Appleton, a quien llegó a proponerle matrimonio por teléfono, y con la Spice Girl Geri Halliwell, con quien mantuvo una relación allá por el año 2000 después de su paso por Alcohólicos Anónimos. “Me dijeron que no saliera con nadie el primer año, y con razón. Si no podía cuidar ni de un cactus, imagínate de una persona. Pero su compañía me resultaba muy agradable”, contó Robbie sobre Ginger Spice. Y reconoció que terminó con ella porque pensó que se promocionaba con la relación, ya que a cada lugar al que asistían llegaban los paparazis.
Decidido a curarse, en el año 2002 dejó su país para mudarse a los Estados Unidos. No era muy conocido por aquellas tierras, pero estaba dispuesto a dejar de lado su estrellato con tal de encontrar un poco de tranquilidad interior. En 2005, en tanto, llegó Close Encounters Tour, una gira para la cual contaba con una enorme infraestructura que incluía un jet privado. Sin embargo, un médico debía inyectarle esteroides para que pudiera salir a actuar. Y eso estaba a punto de lanzarlo definitivamente al abismo. Entonces llegó el amor que, pese a las recaídas, lo ayudaría a salir del pozo.
Robbie conoció a su actual esposa por amigos en común en el año 2006, el mismo día que según sus propias palabras se había acostado “con una narcotraficante”. Y, al principio, vivió con ella una relación muy pasional. Sin embargo, con el correr del tiempo, el sexo fue quedando en un segundo plano. Por un lado, porque el cantante tuvo que dejar de tomar las pastillas de testosterona que ingería para combatir la depresión y que le despertaban un deseo desenfrenado, pero le causaban adicción. Y, por el otro, porque ambos fueron consolidando un vínculo que fue mucho más allá de lo físico.
En 2007, Williams se vio en la necesidad de descansar de su carrera por un par de años para ingresar, una vez más, a un centro de rehabilitación. “Era adicto a la anfetamina recetada, oxicidona, adderal, hidrocodona, morfina. El mejor repertorio. No era consciente de lo que me hacía a mí mismo, ni me importaba. Y lo que pasaba era una sensación de que sería mejor si muriera. Eso es donde te llevan las adicciones”, explicó. Entonces dejó de actuar por un tiempo y se abocó a su recuperación.
Cabe señalar que los fantasmas persiguieron a Robbie hasta el día de hoy, literalmente hablando. En 2020, puso en venta su casa de Londres porque, según dijo, “estaba embrujada”. Y reconoció que, debido a su consumo, en varias oportunidades experimentó hechos paranormales que lo llevaron a pensar en el suicidio, ya que veía seres de otras dimensiones hasta en su propio auto y no lo podía soportar. También confesó tener miedo a un ataque alienígena, dado que siempre se mostró muy interesado en buscar vida extraterrestre y hasta lleva tatuajes de OVNIs grabados en su cuerpo.
Pero lo cierto es que, después de haber podido sacar a la luz todos sus tormentos, el cantante se mostró más aliviado. Y, parafraseando el hit que lo catapultó como el artista número uno de su tierra, dijo estar seguro de que fue Ayda el “ángel” que lo salvó del infierno. “Cuando miro hacia atrás, pienso que ella fue quien lo hizo, que ella me dio una vida”, señaló.
Williams y la actriz norteamericana pasaron por el altar hace 14 años, el 7 de agosto de 2010, en una ceremonia íntima que tuvo lugar en la Isla Santa Catalina, cita a pocos kilómetros de la costa de Los Ángeles. Tuvieron cuatro hijos: Theodora (11), Charlton (9) y Coco y Beau (5). Y, ya siendo una familia, pasaron de arrancarse la ropa a abrazarse en el sofá para mirar una película o compartir una charla profunda sobre los temas que los afectan a ambos. “Todo el mundo sabe que no hay sexo después del matrimonio”, comentó Robbie con cierto sarcasmo. La realidad, sin embargo, es que como él mismo reconoció en la actualidad sufre de andropausia precoz debido a los descalabros de su juventud. De todas formas, dejó en claro que en esta etapa se siente mucho más feliz junto a su esposa que cuando era un “insaciable” en la cama pero no podía encontrar la paz.