Había nacido hace 83 años en Rosario bajo el nombre de Carlos Pascual. Pero el país entero lo conoció como Tula. El del bombo de Juan Domingo Perón. El hincha fanático de Rosario Central. Ese que, desde 1974 hasta su muerte, ocurrida este miércoles 7 de febrero de 2024 en la Trinidad Mitre, no se perdió ningún mundial. El que estuvo presente las tres oportunidades en que la selección nacional recibió la tan ansiada copa. El que trató de llevar su alegría a todos los estadios de fútbol a los que concurrió. Pero también el que siempre dejó en claro sus convicciones y no dudó en involucrarse con los políticos.
Su corazón era peronista. De hecho, dicen que su amor por el partido justicialista nació cuando, siendo todavía un niño, Evita le regaló su primera bicicleta. Y tal vez la única que tuvo en su vida. Desde entonces, Tula se propuso conocer a Perón. Y el 17 de octubre del año ‘71, viajó especialmente a España, donde el expresidente se encontraba exiliado en pleno gobierno de facto argentino, para regalarle un bombo por el Dia de la Lealtad. En contrapartida, el general le obsequió otro a él. Y ese instrumento terminó haciéndose famoso en todo el planeta.
Tula lo llevó a una cancha por primera vez en el Mundial de Alemania de 1974 y siempre se jactó de haber sido “el primer bombo de todo el mundo”. Tras ese campeonato mundial, en tanto, regresó a la Argentina y fue Eduardo Duhalde, quien por entonces había pasado de concejal a intendente de Lomas de Zamora por acefalía, el que de alguna manera lo “rescató” llevándolo a trabajar al club Bandfield en los años de la dictadura, donde se encargaba de entregar las “chapitas” a los socios que querían ingresar a la piscina.
Pero Tula también fue bombista de Carlos Menem. Lo alentaba de tal manera, que ha llegado a ir con su instrumento y rodeado de una decena de músicos hasta a las conferencias de prensa, desconcertando a más de uno y poniendo contra las cuerdas a los jefes de protocolo y ceremonial de la presidencia. De hecho, algunos memoriosos recuerdan un cumpleaños del riojano, en Anillaco, en el que se puso a cantar la marcha peronista sobre un escenario junto a Ricky Maravilla, frente a la atónita mirada de Cecilia Bolocco, por entonces la legítima esposa del exmandatario.
También tuvo lazos con Carlos Ruckauf y Néstor Kirchner, entre otros exfuncionarios. Y estos vínculos hicieron que muchos cuestionaran el origen de los fondos que le permitieron recorrer el mundo entero alentando a la selección. Él, sin embargo, en determinado momento señaló al empresario Norberto Feidman como su benefactor. Y reconoció que recibía colaboraciones de otros fanáticos futboleros. Lo cierto es que, sea como fuere, Tula siempre se las ingenió para conseguir el dinero para sus viajes y se convirtió en la representación viviente del hincha argentino.
Vio alzar la copa en el mundial de Argentina ‘78. También estuvo presente la consagración de México ‘86, de la mano de Diego Maradona y con la dirección técnica de Carlos Bilardo. Y llegó a presenciar cómo llegaba la tercera estrella en Qatar 2022. Entonces, le tocó subir al escenario de los premios The Best que se entregaron en Paris, Francia, donde recibió el galardón a la mejor hinchada del mundo, siempre con su camiseta albiceleste y su bombo colgando.
“Como argentino estoy muy contento porque nos llevamos todos los premios: (Emiliano Martínez) el Dibu (mejor arquero), (Lionel) Scaloni (mejor entrenador) y (Lionel) Messi (mejor jugador). Como hincha estoy muy contento porque soy el primer bombo de todo el mundo. En Alemania 1974 comencé y desde entonces estuve en todos los Mundiales, Copas América... He recorrido el mundo. La satisfacción no tiene precio. Es emocionante”, dijo el Tula en su discurso.
Luego recordó que había sido el encargado de presentar el primer proyecto para terminar con la violencia en el fútbol, también en el ‘74. Y concluyó: “Estoy contento y emocionado. Estuve en todos lados, soy pobre pero he viajado por todo el mundo. Quisiera mandarles un saludo a todos los hinchas del mundo, la pasión del fútbol es impresionante. Soy un hincha más argentino que representa a los miles que alentamos a nuestra querida selección. Y a los millones que festejamos el triunfo. Argentina estaba un poco triste y ustedes muchachos (por los jugadores y el técnico) le devolvieron la alegría inmensa al pueblo”.
Con la salud un poco deteriorada, muchas veces en silla de ruedas y otras ayudado por un bastón, Tula dio algunas entrevistas en los meses posteriores al mundial. “Voy a cumplir 80 y pico de años y el bombo ya es muy pesado para mí. No sé que voy terminar haciendo con el bombo. No tengo mucha simpatía por nadie, no sé que voy a hacer”, había comentado risueño en una nota con Télam. Después, una grave afección en sus pulmones lo obligaron a internarse a fines de enero de este año y sus amigos pidieron una cadena de oración. Pero todos sabían que el desenlace sería inminente. Y que ese instrumento, ya repleto de calcomanías e historias, se quedaría sin su ejecutor.