“Perdona mi inmodestia, pero nadie fuera de la Argentina canta el tango mejor que yo”, dice Dyango en diálogo telefónico con Infobae. El catalán tiene un vínculo muy estrecho con nuestro país, al que estará visitando en el mes de abril para presentarse el 3 de en Teatro Broadway de Rosario, el 7 en el Quality de Córdoba y, el 12, en el Gran Rex de Buenos Aires en el marco de su gira Forever. Y aunque a lo largo de su carrera ha incursionado en todos los géneros musicales, desde la balada romántica y el bolero hasta el jazz, siempre sintió un profundo amor tanto por la música ciudadana como por toda la mística que la envuelve y que él pudo experimentar en primera persona de la mano de su amigo, Roberto el Polaco Goyeneche.
Relajado, desde su casa de Catalunya, el cantante reflexiona: “Estoy celebrando más de cincuenta años de carrera, pero en realidad son muchos más. Imagínate que el 5 de marzo voy a cumplir 84 años y podría decir que empecé esta profesión cuando entré al conservatorio a estudiar violín y trompeta siendo un niño. Doy gracias a Dios por eso, porque es la cosa más bonita que me ha pasado. Pero la realidad es que toda mi vida estuvo destinada a hacer música”. Y se muestra muy ansioso por su visita a suelo argentino, donde asegura que comenzó su éxito allá por el año 1969.
“Primero fue Argentina y después el resto. Me acuerdo que fue con la canción Lejos de los ojos que obtuve mi primer disco de oro. Y me lo entregaron allí. Después han venido muchísimos. Tantos, que he perdido la cuenta...Pero lo más importante para mí fue ese primer sencillo cuyo tema la gente aún sique queriendo escuchar”, cuenta. Y señala que, un año más tarde, volvió al país convocado para filmar la película El mundo es de los jóvenes que protagonizaba Ginamaría Hidalgo. “Ahí conocí a Susana Giménez, que hacía de mi novia, y a Cacho Castaña que se convirtió en un gran amigo”, rememora.
Lo cierto es que Dyango fue uno de los pocos artistas no rioplatenses en animarse a grabar un disco entero en honor al 2x4: Tango, editado en 1988. “Yo soy tanguero de corazón. Conozco mucho de este género. Un periodista dijo que yo era el único cantante de tango que quedaba, lo cual me parece una barbaridad... Pero, como lo he cantado yo, no lo ha cantado ninguno que no fuera argentino. Yo he sido muy cercano a mucha gente del tango. Y lo último que hice en 2019, en guitarra y voz, fue Una tarde en Buenos Aires, con Juanjo Domínguez que luego falleció”, dice.
¿Cómo lo conoció a Goyeneche? “Yo tenía referencias de él. Así que en 1968, lo primero que hice al llegar a la Argentina fue ir a verlo a Caño 14, que era un local tanguero. Cuando me presenté le dije: ‘Hola, yo soy cantante, me llamo Dyango’. Pero él no me conocía de nada...Sin embargo, ahí empezó una amistad muy, pero muy grande. Tal es así, que íbamos a su casa a desayunar. ¡A desayunar! Imagínate las noches que pasábamos juntos”.
El catalán recuerda al Polaco con un gran respeto. “Era un caballero, un señor del tango y de la música en general. Porque su manera de decir, no ha habido nadie que pudiera igualarla. Sin lugar a dudas, ha sido el más grande de su género. Porque ha habido muchos cantantes que han tenido un estilo parecido al de Roberto. Pero nadie ha sido como él”, señala.
Y relata cómo eran esas noches bohemias. “Era seguirlo a él a todos lados. Porque hacía un cabaret, otro cabaret y otro cabaret. Eran tres por jornada y yo iba con él a cada uno de ellos. En cada sitio cantaba unos cuatro temas y se iba para otro local. Un día, no me acuerdo dónde era, me hizo subir al escenario. ‘Tenemos con nosotros a un hombre que ama el tango’, dijo cuando me presentó. Yo era jovencito. Y él me dejó cantando frente al público y se fue a su casa”, recuerda sin poder evitar la carcajada.
“¡Era genial! Tenía una manera de ser que yo no le he encontrado a nadie. Jamás he visto a alguien que ame, que sienta y que viva al tango como el Polaco”, asegura Dyango. ¿De qué manera mantuvo su lazo con él viviendo del otro lado del Atlántico en tiempos en los que las comunicaciones eran mucho más dificultosas? “Pues yo era amigo suyo y él era amigo mío, así que nos encontrábamos cada vez que podíamos. Tomábamos ese vermut que le encantaba a él, con Hesperidina, porque era fanático y quería que a mí también me gustara”, dice sobre sus recurrentes salidas.
Goyeneche murió el 27 de agosto de 1994. “Yo me había enterado de su fallecimiento estando en España. Y, cuando llegué a la Argentina, lo primero que hice fue pedirle al chofer que me fue a buscar al aeropuerto que me llevara al cementerio de la Chacarita. Ya era casi de noche, así que no se veía nada. Pero fui al Panteón de Sadaic, dónde descansaba él, a rezar. Porque el Polaco era mi amigo, una persona muy amada desde el día en que lo conocí. Y el dolor que yo sentí en ese momento fue terrible”, recuerda el cantante.
Y asegura que uno de sus tangos favoritos es Nada, tema de Horacio Sanguinetti y José Dames que cantara como nadie el Polaco y que él se anima a entonar del otro lado de la línea en medio de la entrevista: “Nada, nada queda en tu casa natal...”. “Es precioso ese tema. Éste es un género que ha tenido grandes músicos de conservatorio y grandes poetas. Y quizá, en la Argentina no le dais la importancia que se merece. Así que, por más que mi público espere canciones clásicas como Corazón mágico o Por volverte a ver, yo siempre trato de cantar algún que otro tango en mis shows. Y nunca puede faltar Garganta con arena, el clásico que Cacho le dedicó a mi querido Polaco”.