Un sótano oculto, una lápida enterrada debajo de una casa de la costa argentina y la historia de un jerarca del partido nazi

Richard Schmidt nació en Alemania en 1886 y murió en Argentina en 1973. Fue el número dos del área de finanzas del partido Nazi en la Argentina y dueño de una antigua casa en la playa de El Remanso, en Mar del Sud. El singular y azaroso hallazgo contado por el periodista Facundo Di Genova en su libro “En el lejano Sudeste”

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La casa de la pareja
La casa de la pareja de alemanes en El Remanso. En el hueco donde no llega el sol, encontraron enterrada la lápida

Verano de 1960. Un Volkswagen Escarabajo ingresa por los caminos de tierra al Remanso. El vehículo se detiene en el frente de una casita solitaria de una planta y dos ambientes, la única construcción a la vista entre tanta desolación, situada a unos cien metros del mar y bien lejos del pueblo de Mar del Sud.

Del Beetle desciende una familia que, como desde hace varios veranos, llega a descansar, a encontrarse con otros alte kameraden y a seguir realizando mejoras en esa enigmática vivienda con paredes tan gruesas y un sótano de hormigón tan robusto que parece un refugio antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial.

Después de unas horas, una de las mujeres sale caminando rumbo al mar, cruza un médano y, cuando llega a la orilla, se desnuda por completo y se zambulle en las heladas aguas de la costa atlántica bonaerense. Los paisanos que frecuentan la zona le dicen “la alemana”. Como cada año, la esperan para espiarla y observar desde lejos su blanca piel y su esbelta figura.

Seis décadas después, el hallazgo de una lápida con dos nombres tallados en alemán, descubierta bajo los cimientos de esa misma casa impulsó a un grupo de investigadores a reconstruir la historia de la enigmática vivienda y a preguntarse quiénes fueron Clara Probst (1877-1952) y Richard Schmidt (1886-1973), los dos nombres alemanes inmortalizados en el granito. La lápida (60 centímetros de alto, 89 de ancho y 12 de espesor) fue descubierta recostada, con los nombres mirando hacia el cielo, unos 30 centímetros bajo el suelo, junto al borde de la vieja casa que había comenzado a ser refaccionada por un nuevo propietario.

Durante la obra, un albañil de origen judío había comenzado a realizar un pozo para instalar una rejilla y se encontró con algo muy duro que le era imposible de penetrar con su taladro convencional. El dueño, que había comprado la pequeña propiedad a tres viejos hermanos alemanes una década atrás, quienes a su vez habían comprado el terreno a otro alemán en los años 50, no conoce, hasta el día de hoy, qué relación tuvo Richard Schmidt, uno de los nombres tallados en la lápida, con la casita construida hace más de 70 años entre las dunas, a 15 kilómetros al sur de Miramar.

La playa de El Remanso,
La playa de El Remanso, en las costas de Mar del Sud, partido de General Alvarado. En esa localidad se esconden misterios vinculados al nazismo en la Argentina (Malena Maluccio)

Lo que sí pudo comprobar, de acuerdo con el trabajo de los investigadores, es que el nombre que figura en la lápida corresponde al mismo Richard Schmidt que fue número dos del área de finanzas del Partido Nazi en la Argentina (NSDAP), un cuadro de la élite dirigente que representaba en Buenos Aires al movimiento nacional fascista liderado por Adolf Hitler en Alemania. Schmidt, se supo después, escalaría posiciones dentro de la estructura jerárquica del partido bajo el ala de un poderoso y multifacético nazi: Heinrich Volberg, tenaz recaudador del Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei en su versión rioplatense.

El propietario me pide, durante un diálogo personal que se sucede en Mar del Sud, a pocas cuadras del viejo hotel Boulevard Atlántico, no revelar su nombre ni la ubicación exacta de la casita a cambio de contar la historia completa. Cosa que cumplo y brindo prueba de lo cual en este mismo relato. Cuenta que este hallazgo primaveral de 2020 comienza, sin embargo, con uno anterior, ocurrido en el mismo sitio, en el invierno de 2019, y que el primero en conocer la noticia fue el investigador Laureano Clavero.

El propietario lo había contactado para compartirle que en la vieja y abandonada construcción de El Remanso que había comprado hace muchos años, había descubierto un sótano oculto en el piso del living, al que se accedía por una escotilla, y que entre botellas de vidrio verde claro y cajones abandonados se escondían libros escritos en alemán.

Pesquisa de los más profundos secretos marsurenses, Clavero viene siguiéndole la pista al espía Gustav Eickenberg, dueño de la estancia El Porvenir, y protagonista del plan de desembarco de oficiales SS (Schutzstaffel) en estas solitarias playas, luego de que los refugiados alemanes hubieran escapado a bordo de sumergibles U-Boots tras la capitulación del Tercer Reich.

Pero la noticia, con el hallazgo de la lápida en una casa abandonada en el campo le pondría un nuevo capítulo a la saga nazi en Mar del Sud. Por eso contactó con el escritor Julio Mutti y juntos comenzaron una investigación que duró meses y que confiaron a este cronista, mientras aparecían las primeras conexiones de los nombres tallados en la lápida en las listas secretas del Partido Nazi Argentino, microfilmadas por Estados Unidos durante la ocupación de Berlín, después de la rendición del régimen en mayo de 1945.

Los libros publicados en Alemania
Los libros publicados en Alemania en 1936 que fueron hallados en el sótano oculto en la casa de El Remanso

¿Qué hacía una lápida enterrada, oculta en una casa perdida en el campo, muy cerca del mar y lejos del pueblo de Mar del Sud? ¿Quiénes eran los dos nombres que aparecían en esa lápida? Richard Schmidt aparece en tres listados nazis. Primero, en el archivo del Partido Nazi (NSDAP) argentino, donde figura como afiliado desde el 1° de julio de 1932; la fecha denota que fue uno de los primeros 200 afiliados de una organización que llegaría a reunir poco más de 2000 selectos miembros, cuatro años después, dijo Mutti, que tiene varios libros publicados sobre nazis y es el autor del blog U-Boat Argentina, un sitio de referencia.

Schmidt también aparece como vocal de la Sociedad Alemana de Gimnasia de Vicente López, una asociación intermedia fuertemente penetrada por el partido nazi ubicada en la localidad de Florida, al lado de Olivos, otro barrio caracterizado por la nutrida población alemana de posguerra.

Del cotejo de ambos listados con su nombre, fecha y lugar de nacimiento, se desprende que Schmidt nació en 1886 en Breslavia, región alemana en disputa con Polonia, y donde el antisemitismo de entreguerras caló hondo. De hecho, Breslavia fue el último bastión de Hitler en la región oriental de Silesia, sede de campos para el exterminio de residentes judíos y también de cruentos combates durante el asedio soviético al final de la Segunda Guerra.

Schmidt, el mismo hombre cuyos restos estarían sepultados bajo la losa de una casa en El Remanso, y quien se afilió al Partido Nazi con el número 1228541 como “trabajador de la construcción” cuando tenía 46 años, figura además en un tercer listado. Se trata de un documento manuscrito, elaborado por la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas de 1941, donde figura como importante miembro del Partido Nazi en el área de finanzas, detrás del poderoso Heinrich Volberg, completa Mutti.

Heinrich Volberg había nacido en Köln-Mülheim (Alemania) en 1905 y, durante el período de entre-guerras, se había radicado en Belgrano, en la Ciudad de Buenos Aires. Vivía en la calle Palpa 2870, a pocas cuadras del domicilio de residencia que había fijado Richard Schmidt. Volberg figura como afiliado al partido nazi con el número 1757918, registrado como “comerciante”, a partir de enero de 1933. “Fue un nazi multifacético. Se dedicaba a recaudar fondos para el partido entre las empresas germanas, a las que presionaba para despedir empleados judíos. Estuvo involucrado en muchas otras actividades y fue uno de los pocos nazis expulsados del país en 1941. Era un nazi pesado”, cuenta, en exclusiva, el investigador.

Laureano Clavero, uno de los
Laureano Clavero, uno de los investigadores, emergue del búnker oculto debajo del living de la casa de los alemanes

Schmidt creció a la sombra de Volberg, miembro de la mesa chica de la agrupación fascista y, luego de la expulsión de éste, alcanzó más poder entre los cuadros dirigentes del Partido Obrero Nacional Socialista Alemán de la Argentina, una selecta élite de germanos residentes en Buenos Aires quienes tenían prohibido involucrarse en la política interna local.

“Antes del golpe del ‘43 y el ascenso del peronismo, a los nazis en la Argentina se los persiguió mucho y el listado de sus miembros nunca se encontró, hasta que fue hallado en Berlín, en la sede de la Sección Exterior del partido, y quedó en poder de los estadounidenses, fue microfilmado y se hizo un informe para el Congreso de los Estados Unidos donde quedaron identificados todos los miembros del Partido Nazi en el continente americano”, reseña con milimétrica precisión Mutti.

En resumidas cuentas, según pudieron determinar Clavero y Mutti tras varios meses de estudio, el miembro de la elite del Partido Nazi Argentino, Richard Schmidt, es el mismo Richard Schmidt que figura en la pesada lápida sepulcral que fue hallada oculta bajo el contrapiso de una pequeña casa en el El Remanso, Mar del Sud. Y que ahora, en este mismo momento, tengo frente a mí. Cuando Laureano Clavero confirmó con Julio Mutti que Richard Schmidt era un nazi de relevancia en la Argentina, le pidió al propietario si podía compartirle, bajo estricta reserva, los documentos de la compraventa de la vivienda con los tres hermanos alemanes. Había que profundizar la investigación.

Tras un largo tiempo de espera, el resultado también nos sorprendió. Uno de los dueños del terreno donde se construyó la propiedad hacia finales de 1950 era, también, un nazi con papeles: Juan Jorge Leopoldo Augusto Erico Erdmann. Erdmann fue miembro de la Unión Alemana de Gremios (UAG) o DAF en alemán, desde el 1° de febrero de 1938, el momento de mayor auge del nazismo en la Argentina.

“El DAF en la Argentina era el sindicato único nazi, pero se le cambió el nombre en 1938 por UAG, después del decreto del presidente Roberto Ortiz que mandaba a disolver a las organizaciones extranjeras. Era una organización cien por ciento nazi, cuya cabeza reportaba al embajador alemán en la Argentina, Edmund Von Thermann. Tenía casi 12 mil miembros de entre 250 mil residentes alemanes en el país (la tercera comunidad inmigrante, después de Italia y España) y era mucho más amplia que el partido nazi local”, explica Mutti. Pero entre los documentos que el propietario le acercó a Laureano Clavero había mucho más.

Facundo Di Génova, el autor
Facundo Di Génova, el autor del libro "En el lejano sudeste", junto a la lápida de Clara Probst (1877-1952) y Richard Schmidt (1886-1973)

Como los últimos dueños del terreno -quienes presuntamente construyeron la casa donde estaba la lápida-, no tenían escritura sino un boleto de compraventa realizado en la inmobiliaria de Roberto J. W. Vinelli, debieron demostrar, antes de vender, que eran los verdaderos poseedores del lote, aportando una serie de pruebas que quedaron documentadas en una carpeta. En esa carpeta, como en una fotonovela demasiado perfecta para ser ficticia, figura una serie de cuarenta fotografías tomadas entre los años 1960 y 1970 que dan cuenta de la presencia de al menos tres familias distintas, todas de origen alemán, visitando la casita de El Remanso en distintas ocasiones.

Las fotos retratan diferentes secuencias a lo largo de los años, desde que se construyen los gruesos cimientos de la vivienda entre el campo y las dunas (lo que habría ocurrido antes de los años cincuenta) hasta que bajan a la playa, mucho tiempo después, con amigos jóvenes y matrimonios.

Curioso detalle: en muchas de esas fotos se ve a un Volkswagen Escarabajo, el vehículo del pueblo alemán, un detalle bastante infrecuente en el paisaje de las pampas bonaerenses. Entre las familias que figuran en los epígrafes manuscritos de las fotos aparecen los apellidos Klein, Schulz, Becker y Ratzlaff. Este último apellido llamó la atención de Mutti, por lo poco frecuente del nombre.

“Karl Ratzlaff, nacido en 1886, fue miembro del partido nazi desde 1937. Cuando vino era soltero, por lo que sus hijas nacieron acá y es muy probable que una de ellas esté en las fotos. Max Ratzlaff (1883), el hermano de Karl, fue uno de los fundadores del partido nazi de Paraguay, en 1929. Conclusión: los Ratzlaff son unos de los primeros nazis del continente americano, de hecho fueron los que trajeron el nazismo a América del Sur”, remarcó Mutti en una conversación con este cronista.

Poco antes de publicar la primicia, viajé a Mar del Sud a entrevistar al propietario que halló la lápida, y a examinar los documentos y los libros que misteriosamente habían aparecido, junto a algunas botellas de vidrio verde muy claro, llenas de agua, que también reposaban dentro del sótano de hormigón que parecía un búnker de la Segunda Guerra Mundial. Estas botellas parecían cumplir la función de suministro vital, frente a un escenario apocalíptico o, solamente, facilitar la sobrevida de quien se esconde de una persecución sostenida en el tiempo.

Julio Mutti, el investigador que
Julio Mutti, el investigador que detectó que el nombre tallado en la lápida coincidía con el del secretario de finanzas del partido nazi argentino

Durante mi encuentro con el propietario conocí la casa de los alemanes en El Remanso, de la cual ya no quedan rastros ni de la vieja edificación ni del agujero donde extrajeron la lápida. No obstante su diseño estructural es el mismo, y el sótano de hormigón ha quedado intacto.

Tiempo después pude comprobar, durante los largos días y las largas noches que pasé allí, en el verano de 2021, que la humilde y robusta vivienda fue claramente construida en función del enterratorio de la lápida, y que la escotilla de acceso al pequeño sótano era a todas luces idéntica a la que había en la estación radiotelegráfica nazi de General Madariaga, como habían notado Mutti y Clavero.

Antes del descubrimiento de la lápida, la casa estaba abandonada: tenía 60 años desde que se construyó (esto dicho en los papeles, cuando la construcción se “blanqueó”). A pesar del paso del tiempo, no tenía una sola filtración de humedad, más allá de estar tan cerca del mar y con tan poco reparo, me cuenta el propietario. En el momento del hallazgo vuelve a resonar en la cabeza de este cronista la ficha de enrolamiento de Richard Schmidt al Partido Nazi, afiliado como “construction worker”.

El propietario muestra, además, los viejos muebles que sacó de allí, una cama de metal plegable, un vajillero rústico y una caja de madera pintada de celeste con tela de mosquitero donde se ponían los quesos y los fiambres en los tiempos en que los refrigeradores eléctricos no abundaban.

También acerca una caja con una veintena de viejos libros escritos en alemán. Según pude notar, ninguna publicación toca temas del nazismo. Se trata de novelas de la época que estaban dentro de la casa cuando el propietario la compró, entre el polvo y las arañas. La página legal de tres ejemplares distintos señala la procedencia y la fecha de impresión: Berlín, 1935, pleno auge del nazismo en Alemania. Cuando le pregunto al propietario por la lápida, me dice que “está bien guardada”. Y me lleva donde la tiene oculta. Cuando la veo, me persigno. Y en silencio, mientras leo el nombre de las dos personas que figuran en el cenotafio, les pido disculpas, sabiendo que, quizá, no las merezcan, pero es lo primero que me sale hacer y sentir frente a lo que quedó de la enigmática tumba; profanada, por decirlo así, de pura casualidad.

La tapa del libro escrito
La tapa del libro escrito por Facundo Di Génova, donde se retrata la historia de la lápida hallada en el fondo de una casa en El Remanso

Le pregunto al propietario:

—¿Y no siguieron excavando para ver qué había más abajo? Si había una lápida lo más probable es que hubiera también una tumba.

—No quise seguir buscando; y si así fuera, que en paz descansen.

Me dice el propietario. Asiento con el gesto. Después de todo, y hasta donde se sabe, Schmidt era una cuadro dirigente nazi, no un criminal de guerra. De su hermana Clara, que murió antes que él, nacida Schmidt y casada con un Probst, se sabe mucho menos.

Cuando le pregunto al propietario si no le da miedo vivir en una casa donde posiblemente hay una persona, o tal vez dos, enterradas, muy cerca de los cimientos, como Clara Probst y Richard Schmidt, dice que no: “Para nada”.

Entonces, le pregunto qué va a hacer con la lápida: la va a donar.

—¿Al Museo de Miramar?

—No, al Museo de Mar del Sud.

—Pero el Museo de Mar del Sud no existe.

—Todavía.

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