Cada 6 de enero, el mundo católico celebra la Epifanía del Señor, una de las festividades más entrañables del calendario litúrgico. Ese día se conmemora la visita de los Reyes Magos al niño Jesús en Belén, según el relato del Evangelio de Mateo 2, 1-12. Allí se lee: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel…. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”.
El relato es muy interesante porque presenta muchas cuestiones que serían muy largas de analizar en una nota periodística, pero vamos a destacar dos. La primera es que la religión que practicaban los magos, se presume que era el zoroastrismo y que venían de Persia. Y la segunda es que en ninguna parte del texto dicen que se convirtieron a la fe de María y de José, sino que “luego de adorarlo, regresaron a su tierra por otro camino…”.
Más allá de su significado religioso, la Epifanía es un día cargado de simbolismo, tradiciones y un profundo arraigo cultural, especialmente en España y América Latina, donde la celebración adquiere matices particulares. En esta nota daremos cuenta de la historia de los Reyes Magos, el significado de la Epifanía y las costumbres que hacen de esta festividad un momento especial en países como España y Argentina.
La figura de los Reyes Magos tiene su origen en la Biblia, donde se menciona a unos sabios o magos del Oriente que, guiados por una estrella, llegaron a Belén para adorar al recién nacido Jesús. Aunque no se especifican sus nombres ni número exacto, la tradición cristiana los identifica como Melchor, Gaspar y Baltasar, tres reyes que representan a Europa, Asia y África, simbolizando la universalidad del mensaje de Cristo. Claro está que cuando se escribieron los evangelios no se sabía que existía el continente americano.
Cada uno de ellos llevó regalos cargados de significado: oro, como símbolo de realeza, incienso, representando la divinidad y mirra, un presagio del sufrimiento y la muerte de Jesús. Esta narrativa refuerza el mensaje de que Cristo es reconocido como el Salvador por todos los pueblos, independientemente de su origen. Luego de este episodio, nada más hablan los evangelios sobre los magos de oriente. Así que esa falta en la escritura es suplida por la tradición que desarrollaron historias en torno a ellos. Según una leyenda medieval, los Reyes Magos fueron bautizados por el apóstol Tomás en Oriente y, tras una vida dedicada a difundir el mensaje cristiano, murieron en paz.
La creencia popular sobre los restos de los Reyes Magos se centra en su traslado a Europa. Según la tradición, sus reliquias fueron descubiertas por Santa Elena, madre del emperador Constantino, durante su peregrinación a Tierra Santa en el siglo IV. Santa Elena habría llevado los restos a Constantinopla. Más tarde, durante el siglo VI, estas reliquias fueron trasladadas a Milán, Italia, por orden del obispo san Eustorgio, quien construyó una iglesia para albergarlas. El destino de los restos cambió drásticamente en el siglo XII, cuando el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico Barbarroja, conquistó Milán y ordenó que las reliquias fueran llevadas a Colonia, Alemania. Allí, fueron depositadas en la imponente catedral gótica de Colonia, donde permanecen hasta hoy en un relicario impresionante conocido como el Relicario de los Tres Reyes Magos. En la actualidad, la Iglesia de Milán recibió de la de Colonia unos fragmentos de los restos de los Magos, que Barbarroja se llevó, a modo de compensación histórica
Ese relicario, considerado una obra maestra del arte medieval, es un cofre de oro decorado con piedras preciosas, que atrae a miles de peregrinos y turistas cada año. Aunque la autenticidad de estas reliquias ha sido cuestionada por historiadores y estudiosos, la importancia simbólica de los Reyes Magos trasciende su posible existencia histórica. Representan la universalidad del mensaje cristiano, ya que procedían de diferentes culturas y regiones del mundo antiguo.
La catedral de Colonia ha preservado las reliquias con gran devoción. Durante la Segunda Guerra Mundial, la catedral sufrió daños severos, pero el relicario sobrevivió milagrosamente. Hoy, sigue siendo uno de los mayores atractivos religiosos y turísticos de Alemania. La muerte de los Reyes Magos está envuelta en el misterio, como muchos aspectos de su historia. Sin embargo, la tradición ha mantenido viva su memoria, y sus supuestos restos, custodiados en la catedral de Colonia, son un símbolo tangible de su legado en la fe cristiana. Si bien la veracidad de estas reliquias puede ser objeto de debate, su impacto cultural y religioso es innegable.
Pero su muerte no indicó el fin de la historia, por diversos motivos, el “día de Reyes” se convirtió en día de festejos sobre todo en España y es uno de los momentos más esperados del año, especialmente por los niños. La víspera, el 5 de enero, se celebran las tradicionales Cabalgatas de Reyes, desfiles llenos de color, música y alegría, donde los Reyes Magos recorren las calles de pueblos y ciudades lanzando caramelos y regalos al público. Esta tradición tiene raíces medievales y se ha convertido en un espectáculo único que combina la fantasía con la religiosidad.
El 6 de enero, las familias españolas disfrutan del tradicional Roscón de Reyes, un pan dulce en forma de corona decorado con frutas confitadas que simbolizan las joyas de los reyes. En su interior se esconden una figura del niño Jesús y un haba seca. Quien encuentra la figura es coronado como “rey” del día, mientras que quien halla el haba debe pagar el roscón del próximo año. Además de los regalos que los Reyes dejan en los zapatos de los niños, la jornada está marcada por la unión familiar y la asistencia a misa, donde se recuerda el significado espiritual de la Epifanía.
En Argentina, la festividad de los Reyes Magos tiene un carácter especial, mezclando tradiciones europeas con elementos propios de la cultura criolla. Los niños escriben cartas a los Reyes Magos pidiéndoles regalos y las dejan, junto con sus zapatos, en un lugar visible de la casa la noche del 5 de enero. Como muestra de hospitalidad, es común colocar agua y pastito para los camellos de los Reyes, un gesto que refleja el valor de la generosidad.
El amanecer del 6 de enero está lleno de emoción. Los niños despiertan para descubrir los regalos dejados por Melchor, Gaspar y Baltasar, y que el recipiente con agua está vacío y los camellos comieron todo el pastito, es un momento que refuerza la magia de la infancia y la importancia de la fe. Aunque el Día de Reyes yo no es feriado nacional (lo fue antes de la última dictadura militar), muchas familias aprovechan la ocasión para reunirse, compartir comidas y celebrar en comunidad. En algunas regiones de Argentina, como en el norte del país, las festividades incluyen celebraciones populares y representaciones de la llegada de los Reyes Magos, mezclando elementos religiosos y culturales que resaltan la diversidad del país. El “roscón de Reyes” se llama “rosca de Reyes” al igual que en Perú y se come solo ese día.
Estas tradiciones son compartidas en toda Hispanoamérica, como México, Puerto Rico y Perú, donde las tradiciones locales enriquecen la festividad. El hilo común es la importancia de los Reyes Magos como símbolo de fe, esperanza y unidad.
En México, por ejemplo, el Día de Reyes está marcado por la llegada de los “Tres Reyes” en desfiles similares a las cabalgatas españolas, además del emblemático roscón, conocido allí como “rosca de Reyes”. En Puerto Rico, los niños dejan hierba y agua para los camellos, mientras que, en Perú, la festividad está asociada con la adoración de los Reyes en las comunidades andinas, donde las celebraciones incluyen música y danzas tradicionales.
Más allá de las tradiciones populares, la Epifanía tiene un profundo significado espiritual. La palabra “epifanía” proviene del griego “epipháneia”, que significa “manifestación” o “aparición”. En el contexto cristiano, la fiesta celebra la revelación de Cristo como el Salvador no solo de los judíos, sino de toda la humanidad. La estrella que guía a los Reyes Magos simboliza la luz de Cristo que ilumina el camino hacia la verdad y la redención. Este mensaje de universalidad y esperanza sigue vigente, invitando a las personas a reflexionar sobre el amor y la solidaridad como valores esenciales.
La figura de los Reyes Magos ha trascendido el ámbito religioso para convertirse en un símbolo de la cultura popular. Su presencia se refleja en canciones, obras de teatro, películas y narrativas infantiles que alimentan la imaginación de los niños. Además, la tradición de los regalos fortalece el espíritu de compartir y agradecer, valores que trascienden las barreras culturales y geográficas. En muchos hogares, la festividad de los Reyes Magos marca el final de la temporada navideña, un momento para desmontar el árbol y los adornos, pero también para renovar los propósitos de amor y unidad familiar que inspiran estas fechas.
La fiesta de la Epifanía del Señor y la celebración de los Reyes Magos son mucho más que una tradición religiosa: son un puente entre la espiritualidad y la cultura, un recordatorio de los valores de fe, esperanza y generosidad. Tanto en España como en América Latina, estas festividades unen a las comunidades en torno a una historia milenaria que sigue vigente, adaptándose y enriqueciendo las costumbres locales. Así, el 6 de enero no solo celebra la visita de los Reyes Magos, sino también la capacidad de cada uno de nosotros para ser portadores de luz y esperanza en nuestras comunidades.