En la constelación de estrellas de Hollywood, Val Kilmer siempre brilló con una luz particular. Dueño de un carisma magnético y una versatilidad que lo llevó a encarnar desde héroes hasta poetas torturados, parecía destinado a dejar una marca imborrable en la industria cinematográfica. Sin embargo, su carrera, como su vida, estuvo signada por giros inesperados, desafíos personales y una capacidad única para reinventarse. Hoy, tras una batalla contra el cáncer de garganta que alteró drásticamente su voz y su salud, Kilmer sigue siendo un símbolo, un ejemplo de resiliencia y reinvención.
Val Edward Kilmer nació el 31 de diciembre de 1959 en Los Ángeles, California, en el seno de una familia de clase media. “Nada bueno sale de un divorcio”, dijo el actor, y lo sabe desde muy joven, ya que él mismo viene de un hogar roto. Hijo de Eugene, un distribuidor de equipos aeroespaciales y de Gladys, una promotora inmobiliaria. A los nueve años, el matrimonio de sus padres se desmoronó y se fue a vivir con su papá, su hermano mayor Mark y su hermano menor Wesley. Kilmer dijo que la ruptura de su familia lo afectó emocionalmente y complicó su relación con su papá: “Yo era tranquilo. Más contemplativo que extrovertido. Pero las cosas no estuvieron bien con mi padre por mucho tiempo”.
Su amor por las artes floreció temprano: fue el estudiante más joven en ser aceptado en la prestigiosa escuela Juilliard de Nueva York a los 16 años. Pero justo antes de llegar allí, su vida cambió trágicamente. Su hermano menor Wesley era aspirante a director y él lo adoraba. “Era un artista increíble. Siempre encontraba como asombrarme”, expresó el actor, asegurando que Wesley estaba destinado a ser otro Steven Spielberg o George Lucas. Pero en la víspera de la partida de Val a Juilliard, Wesley sufrió un ataque epiléptico, cayó a la pileta de la familia y se ahogó. “No pisé tierra hasta dos o tres años después de la muerte de mi hermano. Es como esa canción de Nickelback, ‘Estoy harto de ver las cosas sin sentirlas’”, dijo Val. En el 2019, Kilmer conmemoró a Wesley en Instagram con una foto de su niñez y la de sus hermanos, escribiendo: “Mis perfectos hermanos Mark y Wesley y yo”.
Mientras Kilmer estaba en Juilliard, su éxito se vio empañado por la depresión. Odiaba ir a la facultad, a sus mentores y a sus compañeros. Detestaba las reglas, la formalidad y los ejercicios vocales. Pero logró salir adelante. Consiguió papeles protagónicos en el teatro, incluso escribió su propia obra con algunos compañeros de clase llamada “Cómo empezó todo”. El productor Joseph Papp la vio mientras visitaba la escuela, le gustó y eso bastó para que Kilmer consiguiera su primer papel en Broadway, en Slab Boys de John Byrne. Aunque fue desplazado dos veces, primero por un joven Kevin Bacon y luego por Sean Penn. Luego vino As You Like It de Shakespeare con la ganadora del Tony, Patti LuPone. Allí, su talento para la actuación comenzó a tomar forma, y no pasó mucho tiempo antes de que Hollywood tocara a su puerta.
Su primer gran éxito llegó con la película Top Secret! (1984), una comedia absurda que mostró su habilidad para el humor y el canto. Sin embargo, fue su papel como Iceman en Top Gun (1986) lo que lo catapultó al estrellato. Había encontrado su vocación, pero algo lo amargaba. “Me gusta ser actor de reparto, pero tengo el look de un protagonista”, declaraba en cada entrevista que podía. Hasta que por fin le llegó su momento, cuando interpretó al torturado músico Jim Morrison en la película biográfica de Oliver Stone The Doors de 1991. Kilmer demostró ser un actor camaleónico; es brillante en el papel, cantó él mismo mientras interpretaba a Jim Morrison, y los verdaderos miembros de la banda dijeron que tenían dificultades para distinguir la voz de Kilmer de la de Morrison. Pero también comenzó a cimentar su problemática reputación durante la producción. O como Stone diplomáticamente lo explicó: “Habla de una manera que es impulsada desde el interior y no siempre se da cuenta de cómo las cosas que dice sonarán para otra persona”. La obsesión de Kilmer a veces hizo que algunos de sus colegas se distanciaran de él. La actriz Caitlin O’Heaney incluso afirma que Kilmer la atacó durante una audición para The Doors, que se salió de control. “Cuando llegué a la habitación Val Kilmer me levantó y me sacudió, y luego me tiró al suelo”, declaró O’Heaney, y presentó una denuncia por agresión un mes después de la audición. Finalmente le pagó 24.500 dólares como parte de un acuerdo. Sin embargo, la directora de casting de la película, Risa Bramon García, cree que la versión de los hechos de O’Heaney es desproporcionada, ya que se suponía que la escena en sí era física.
A principios de los 90, Kilmer logró dos de las actuaciones más aclamadas de su carrera: en Tombstone (1993) y en Fuego contra fuego (1995). Luego recibió la propuesta para reemplazar a Michael Keaton en Batman Eternamente (1995). Fue un éxito, pero Kilmer fue una pesadilla. El director Joel Schumacher lo llamó “infantil y complicado”. Val desarrolló una reputación de hacer demandas imposibles y de ser grosero con sus co-estrellas. Mientras hacía El santo (1997), le pidió al elenco que evitara el contacto visual con él. Su director de La isla del doctor Moreau (1996), John Frankenheimer declaró: “Nunca escalaré el Monte Everest y nunca volveré a trabajar con Val Kilmer”.
El actor explicó más tarde su comportamiento cuando en sus memorias escribió: “En un intento inquebrantable de dar poder a los directores, actores y otros colaboradores para honrar la verdad y la esencia de cada proyecto se me consideró complicado, y los jefes de todos los grandes estudios se alejaron de mí”. Era un tipo complicado, algo que él mismo reconoció en entrevistas. “Era perfeccionista, pero a veces eso no se traducía bien”, confesó en su documental Val (2021), una obra íntima que él mismo produjo utilizando grabaciones personales acumuladas a lo largo de décadas.
El golpe del cáncer
En el 2014, Kilmer comenzó a tener dificultades para tragar. Poco después, empezó a tener vómitos con sangre. Los médicos le dijeron que era cáncer de garganta. Su salud se estaba desvaneciendo rápidamente. Kilmer, creyente en la medicina alternativa, se vio atrapado entre su fe y las súplicas de sus hijos de buscar un tratamiento tradicional. Le rogaron a su padre que luchara por su vida. Él finalmente cedió a la presión. “No quería experimentar su miedo, que era profundo. Tendría que haberme ido y no quería estar sin ellos”, dijo.
Kilmer fue operado en el 2014, sometido a quimioterapia y radiación. La cirugía lo dejó con un tubo de traqueostomía y un tubo de alimentación. Perdió su voz de registro barítono. En otro oscuro giro del destino, su hija Mercedes fue atropellada por un automóvil, hecho que le dejó una cicatriz a lo largo de su pierna. Ella se unió a su padre en el hospital, mientras que el hijo de Kilmer, Jack, estaba devastado atendiendo a los dos.
Kilmer quiso mantener su batalla contra el cáncer de manera privada. Pero en el 2016, cuando se le preguntó a su co-protagonista de The Ghost And The Darkness (1996), Michael Douglas, sobre su propia lucha contra la enfermedad, mencionó la enfermedad de Kilmer. A Kilmer no le gustó eso para nada y fue a Facebook para negar la historia. Y escribió: “Amo a Michael Douglas, pero él está mal informado. No tengo ningún tipo de cáncer”. Pero eso no era cierto. Kilmer estaba en remisión así que su argumento era engañoso. “No tenía cáncer. Es como si en la secundaria tuvieras roto un hueso. Y años después te preguntaran ‘¿Tienes un hueso roto?’ dirías que no”, explicó. Hasta que en abril del 2020, Kilmer apareció en Good Morning America y admitió: “Me diagnosticaron un cáncer de garganta que se curó muy rápidamente”. Pero al estilo clásico de Kilmer, se aseguró de preceder esa admisión estoicamente diciendo: “Me siento mucho mejor de lo que sueno, me siento maravillosamente”.
El impacto en su carrera fue inmediato. Para un actor cuya voz era una herramienta fundamental, la pérdida fue devastadora. Durante años, se retiró en gran medida de la actuación, enfocándose en otros proyectos artísticos como la pintura y la escritura. En su libro de memorias I’m Your Huckleberry (2020), reflexionó sobre esta etapa con honestidad: “La vida me despojó de muchas cosas, pero también me dio una nueva perspectiva. Aprendí a apreciar lo que tengo en lugar de lamentar lo que perdí”.
El regreso con Top Gun: Maverick
Cuando se anunció la secuela de Top Gun, muchos se preguntaron si Kilmer volvería a interpretar a Iceman, uno de los personajes más queridos de la película original. Para sorpresa de todos, el director Joseph Kosinski y el protagonista Tom Cruise insistieron en incluirlo, a pesar de sus limitaciones físicas. En Top Gun: Maverick (2022), Kilmer aparece en una emotiva escena que refleja tanto la historia de su personaje como su propia vida. Iceman, ahora un almirante retirado, también enfrenta problemas de salud que lo han dejado sin voz. La interacción entre Cruise y Kilmer es breve pero conmovedora, un tributo a la amistad que ambos actores forjaron en el set décadas atrás.
“Fue un desafío técnico y emocional”, explicó Kosinski en una entrevista. Para recrear la voz de Kilmer en una breve línea de diálogo, se utilizó inteligencia artificial, un avance tecnológico que permitió que el actor “hablara” en la pantalla. Kilmer, por su parte, describió la experiencia como “un regalo”.
Un legado
La medicina moderna pudo haber salvado la vida de Val Kilmer, pero él no quedó muy satisfecho. Él presume haber podido una vez hacer cien voces e imitaciones diferentes, y cree que fue su tratamiento lo que causó la pérdida de su voz: “Esto es por causa de la radiación y la quimioterapia. No por el cáncer”. Mirando hacia atrás en su vida, Kilmer acepta su destino, pero también se lamenta de cuánta gente lastimó en el camino: “Cada uno tiene que trabajar en su propia salvación, cómo vivir y con qué moralidad. Y descubrí que lo que me hace sentir mal es haber herido a personas en ese proceso”.
Kilmer cumple 65 años, y siente que su pronóstico es bueno. Dice que no tuvo miedo durante el tratamiento y que tampoco lo siente ahora. Además, para alguien con tanta fe, la muerte no es el final, es sólo una transición, como dijo: “El concepto del tiempo es un concepto humano. Así que si intentas describir el concepto divino del tiempo, éste no existe”.
Aunque su voz ya no sea la misma, Kilmer no dejó de expresarse. Su arte visual, una pasión que cultivó durante años, ganó reconocimiento en exposiciones internacionales. Además, el documental sobre su vida ofrece una mirada sin filtros: sus triunfos, sus errores y su lucha por encontrar un propósito en medio de la adversidad. Kilmer reflexiona sobre su carrera y su enfermedad con una mezcla de nostalgia y aceptación. “No quiero que me recuerden solo como un actor. Quiero que me recuerden como alguien que amó profundamente lo que hacía y que nunca dejó de buscar la verdad en el arte”, dice en una de las escenas más memorables.
Val Kilmer enfrentó uno de los mayores desafíos que un actor puede imaginar y salió del otro lado con una nueva perspectiva de la vida y el arte. Su capacidad para adaptarse y reinventarse, incluso cuando las circunstancias parecían insuperables, es un testimonio de su espíritu indomable. Hoy, Kilmer sigue siendo una figura inspiradora. Su lucha contra el cáncer y su regreso al cine en Top Gun: Maverick son muestras de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para la esperanza y la creatividad.