Una escasa precipitación ilusionó a los combatientes que desde el miércoles pasado luchan en el incendio que se desató en el Parque Nacional Nahuel Huapi aunque la cantidad de agua caída no fue suficiente para aplacar la voracidad de las llamas.
La zona cordillerana amaneció con el cielo cubierto. Cerca de las 7 se registró una leve llovizna que trajo alivio e ilusionó a los combatientes. Sin embargo la precipitación fue escasa y no alcanzó para aplacar el avance del fuego, que ya consumió cerca de 1700 hectáreas.
Tras la lluvia, salió el sol y la temperatura volvió a subir. El pronóstico anticipa el ingreso de un frente frío y nuevas precipitaciones para el resto de la jornada, aunque también anuncia viento, factor que podría afectar el desenvolvimiento de los combatientes.
“La lluvia es un paliativo, pero no alcanza” aseguran desde el Comité de Emergencia que coordina el Parque Nacional Nahuel Huapi y la Dirección de Lucha Contra Incendios Forestales y Emergencias.
Las condiciones meteorológicas permitieron este lunes el desplazamiento de los medios aéreos a la zona del lago Los Manzanos, en el extremo sur del Parque Nacional, una zona intangible en la que añosos cipreses, coihues y lengas, entre otras especies arbóreas, abandonaron los tonos verdes y marrones para convertirse en testigos oscuros del paso del fuego.
El incendio presenta actividad en varios puntos, en una zona entre Cerro Alcorta y Cerro Colorado, y sobre el cerro Bastión y el fondo del Lago Martin en un sector afectado por el fuego en el año 2022. En tanto que en la cola sobre el Lago Los Manzanos no ha mostrado un avance significativo.
Desde el Comité de Emergencia que coordina el Parque Nacional Nahuel Huapi y la Dirección de Lucha Contra Incendios Forestales y Emergencias enfatizan en la lejanía de las llamas de poblaciones. Sin embargo, teniendo en cuenta la intensidad del fuego, realizan reuniones preventivas con los parajes más cercanos, ante la posibilidad de que la cabeza del incendio tome esa dirección.
De acuerdo a la especulación de los especialistas, el siniestro comenzó producto de una tormenta eléctrica que se registró nueve días antes de que se desate el incendio. Se cree que la caída de un rayo habría impactado en esa zona y tuvo un efecto tardío sobre la vegetación.
“Está descartada la posibilidad de que haya comenzado por una negligencia o de forma intencional. Es un sitio inaccesible para el ser humano, una reserva estricta, por eso creemos que comenzó por causas naturales” indicaron desde el organismo que coordina el combate.
La aeronave más importante que interviene en el incendio – un Boeing 737 perteneciente al gobierno de Santiago del Estero- regresó a esa provincia, dato que generó preocupación teniendo en cuenta que es el único con capacidad para descargar 15 mil litros de agua en cada lanzamiento.
Sin embargo, por la topografía patagónica, su operación no es tan sencilla. Ariel Amthauer, director de Lucha Contra Incendios Forestales, dijo en declaraciones a Radio con Vos que “el país entero esperaba ver el desempeño del Boeing 737 en acción. Es una herramienta poderosa, pero la topografía de la Patagonia, con montañas que superan los 2.600 metros y vientos impredecibles, representa un desafío incluso para pilotos experimentados”.
El avión solo pudo operar plenamente el 28 de diciembre, debido a las condiciones de visibilidad. Al día siguiente, el humo obligó a cancelar los vuelos. Luego regresó a Santiago del Estero.
“Estamos evaluando permanentemente las condiciones para definir los próximos pasos. Cada hora cuenta, y la seguridad de nuestro personal es la prioridad absoluta”, concluyó.
Las demás aeronaves que están activas tienen una capacidad inferior y su operatividad es puesta en duda en cada incendio de envergadura, debido a que se trata de aviones de fabricación polaca marca Dromader, creados para fumigar zonas agrícolas.