En Río Ceballos, una localidad serrana situada a 30 kilómetros de Córdoba capital, el aire está impregnado de emoción. Tres parejas de amigos que viven en el mismo barrio privado decidieron hacer algo único e inolvidable: unir sus vidas en una triple boda, que además corone los 10 años de amistad que los une.
Ellos son Erika Spini (41) y su pareja Ignacio Ruibal (45), Cintia Luna (42) y su compañero Jorge Casazza (47), y la dupla compuesta por Natalia Ferreyra (42) y José Polo (42). Todos se conocieron entre 2015 y 2018, cuando todos se mudaron definitivamente al barrio Bela Vista, un lugar que convocaba a familias jóvenes a radicarse definitivamente lejos de la vorágine de la ciudad.
La cercanía física pronto se transformó en una conexión profunda, alimentada por los cumpleaños de los chicos, actividades en el country, y tardes interminables de mates y risas compartidas. Hoy, las tres parejas comparten un grupo de Whatsapp apodado “La Modern Family”, que refleja una complicidad que trasciende lo cotidiano y los convirtió en familia.
El próximo 4 de enero, este vínculo se materializará en un casamiento con 250 invitados y donde las novias darán el “sí quiero”, ante un juez de paz que, además, es vecino del mismo barrio. Ellos aseguran que será no solo un compromiso de amor, sino una declaración de que, juntos, lo extraordinario siempre es posible.
“Todo empezó en junio de 2024 con un comentario en broma durante un almuerzo”, contó Erika Spini a Infobae. “Estábamos los seis charlando y alguien dijo: ‘¿Por qué no nos casamos todos juntos?’. Al principio fue un chiste, pero en menos de una semana ya estábamos buscando salón”.
Si bien la planificación de la boda comenzó como algo sencillo, el entusiasmo de los seis protagonistas los sobrepasó por completo y terminaron delineando una gran celebración. “Primero pensamos en hacer una reunión entre amigos, algo relajado, un día de pileta con ojotas”, recordó Natalia Ferreyra. Sin embargo, a medida que avanzaban los planes, el evento fue creciendo en magnitud y en varias sorpresas para los invitados que no quieren develar.
Aunque sobre la marcha surgieron algunos inconvenientes inesperados y desafíos logísticos, ellas aseguran que darán lo mejor para que sea una boda soñada. “Teníamos contratada una combi antigua, una Volkswagen, que iba a llevarnos a los seis, pero nos cancelaron. Ahora estamos buscando una alternativa para llegar juntos. Queremos algo original, fuera de lo común”, explicaron. Para ello, remarcaron, cuentan con la ayuda de Cecilia Ibarra y Pablo “Goyo” Pappalardo, un matrimonio que también vive en el country y se convirtió en el apoyo emocional de los seis.
La idea de unirse en matrimonio no fue algo improvisado. Para cada pareja, la boda representaba algo más que una celebración. “Venía rondando en nuestras cabezas por razones legales y burocráticas, pero también porque queríamos sellar esta etapa de nuestras vidas de una forma simbólica”, explicó Cintia Luna.
Más allá de los detalles festivos, la boda tiene un fuerte significado emocional para las parejas y sus hijos. “Queremos que este momento quede en la memoria de nuestras familias y que los chicos puedan entender lo que significa este acto. No es solo una fiesta, es un mensaje sobre lo que valoramos: la amistad, el amor y la unión”, reflexionó Erika.
La despedida de solteros fue por separado
La despedida de solteros de las tres parejas siguió el mismo espíritu colectivo que caracteriza su amistad, pero con momentos separados para hombres y mujeres. “Cecilia, nuestra otra amiga, se encargó de todos los detalles”, contó Natalia. Las tres futuras novias pasaron el primer fin de semana de diciembre en La Granja, un pintoresco pueblo cordobés rodeado de naturaleza, conocido por su tranquilidad y paisajes rurales.
“El plan fue relajado: campo, charlas, risas y, sobre todo, disfrutar de estar juntas”, enfatizó Cintia, sobre la necesidad de un respiro necesario en medio de los preparativos de la fiesta.
Por su parte, los hombres optaron por algo más movido. “Se juntaron el fin de semana siguiente a nuestra despedida, porque alguien tenía que quedarse con los chicos”, bromeó Erica. Ellos eligieron Villa Carlos Paz como destino, un lugar conocido por su vida nocturna y entretenimiento.
“Fueron a boliches y tuvieron una despedida con amigos de las tres familias y algunos vecinos del barrio. Ellos buscaban más acción, trasnoche, salidas nocturnas... lo contrario de nuestra paz en el campo”, remarcaron las mujeres.
De vecinos a amigos inseparables
Todo comenzó cuando las tres familias se mudaron a Bela Vista en distintos momentos. Erika e Ignacio fueron los primeros en llegar, en 2014. Luego, en 2015, se instalaron Jorge y Cintia, seguidos por Natalia y José, en 2018.
“Cintia vive justo enfrente de mi casa, y Nati está a la vuelta, sobre la misma manzana. Al principio, era todo muy espontáneo. Saludarnos en la puerta, pedirnos cosas prestadas, invitar a los chicos a jugar a casa”, relató Erica, quien admitió que la amistad surgió gracias a sus hijos.
“Ellos nos unieron mucho. Tenemos hijos de edades similares, entre 6 y 13 años, y eso hizo que compartieran juegos y actividades. En este tipo de barrios los chicos andan libres, van de casa en casa. Incluso tenemos un grupo que se llama ‘¿Dónde está la bendi?’ para saber dónde están todos”, contó Erica.
Pronto, las reuniones de fines de semana se volvieron tradición. Entre picadas, asados, y pizza con cerveza las familias se consolidaron como un grupo inseparable. “Nos juntamos a comer, charlar, compartir. Siempre decíamos que éramos como una gran familia moderna, y de ahí salió el nombre de nuestro grupo de WhatsApp, que fue a raíz de un campamento organizado por nuestros hijos”, agregó Natalia.
El campamento tuvo lugar hace cuatro años, durante la pandemia. “Fue en un lugar que llamamos El Pueblito, cerca de un río con cascadas. Los chicos planearon todo y nos dijeron: ‘Queremos que vengan al campamento con nosotros’”, relató Cintia. Las tres parejas aceptaron la propuesta con entusiasmo y pasaron una noche en carpas, disfrutando del entorno y de la compañía mutua.
Durante esa noche, se consolidó una dinámica que ya era evidente en su día a día: la camaradería y la cercanía que los definían como grupo. “Fue un fin de semana muy especial. Las carpas, el río, los chicos jugando juntos... Se sintió como algo más grande que una simple reunión. Nos veíamos como una familia moderna, y de ahí salió el nombre del grupo”, detallaron.
Desde ese momento, “Modern Family” no solo quedó como el nombre de su chat grupal, sino como una identidad que las tres familias adoptaron con orgullo. “Nos reímos mucho recordando esa noche. Ahí quedó sellado el grupo y nuestra forma de compartir: espontánea, divertida y muy unida”, añadió Erika.
A pesar de que no habrá una luna de miel conjunta formal, no descartan celebrar de forma simbólica un poco más adelante “para recordar la fiesta y reírnos juntos”, comentó Natalia.
Por lo pronto, Erika y Nacho ya tenían programado un viaje a Punta Cana en febrero junto con Jorge y Cintia, algo que planearon antes de decidir casarse. “Ya teníamos las vacaciones organizadas desde abril, así que ese será nuestro momento para compartir entre las familias, aunque no sea una luna de miel tradicional”, dijo Erika.
No es la primera vez que realizan viajes con ellos. En estos 10 años de amistad ya acumulan muchas anécdotas y para todos, la verdadera celebración no termina con la boda, sino que continuará en los encuentros y las historias que compartirán a lo largo de sus vidas.
“Es como sellar nuestra amistad y nuestro amor, pero de una manera que incluya todo lo que somos como grupo”, concluyó Erika entusiasmada por lo que vendrá y lo que aún resta disfrutar.