El armado del arbolito de Navidad y el pesebre en esta fecha simboliza no solo el comienzo de los preparativos para la festividad, sino también un acto de devoción y fe. En este contexto, el pesebre ocupa un lugar central, ya que representa el nacimiento de Jesús en Belén, un momento clave para el cristianismo. Las figuras del pesebre suelen incluir a María, José, el niño Jesús, los pastores, los Reyes Magos y los animales, recreando el ambiente humilde y sagrado del evento.
El arbolito de Navidad, una costumbre de origen europeo, llegó a América Latina a través de la influencia colonial y de las migraciones. Representa la vida eterna por su forma perenne y su color verde. En Argentina, el arbolito suele ser artificial debido a la falta de pinos naturales en muchas regiones, y su decoración se adapta a los gustos y posibilidades de cada familia.
En la Argentina, el armado del arbolito de Navidad y el pesebre el 8 de diciembre es una tradición profundamente arraigada en la cultura popular y religiosa. Esta fecha coincide con la celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, un dogma del catolicismo que sostiene que María fue concebida sin pecado original. Este día, declarado feriado nacional, representa un momento de preparación espiritual y festiva para la Navidad, que simboliza el nacimiento de Jesús. La tradición combina elementos religiosos, culturales y familiares, que ofrece una oportunidad para fortalecer la unión en los hogares y perpetuar costumbres transmitidas de generación en generación.
La Inmaculada Concepción fue proclamada como dogma de fe por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854. Esta festividad honra la pureza de María, quien fue elegida por Dios para ser la madre de Jesús. En la Argentina, un país con una fuerte tradición católica, la fecha tiene un significado especial dentro del calendario litúrgico y está asociada con el comienzo del período de Adviento, que marca la preparación para la Navidad. Aunque el Adviento no comienza estrictamente el 8 de diciembre, el espíritu de anticipación y preparación es lo que motiva a muchas familias a elegir este día para adornar sus hogares.
El acto de armar el pesebre también tiene un fuerte componente educativo, ya que transmite a las generaciones más jóvenes el significado de la Navidad y la importancia de valores como la humildad, la solidaridad y el amor. Para muchas familias, la figura del Niño Jesús se coloca en el pesebre recién en la Nochebuena, como un gesto simbólico que conmemora su nacimiento.
¿De dónde proviene el pesebre? La tradición del primer pesebre navideño se remonta al año 1223 y está asociada a San Francisco de Asís. Según los relatos, San Francisco tuvo la idea de representar el nacimiento de Jesús mediante una escena viviente en la pequeña localidad de Greccio, en Italia. San Francisco era conocido por su profundo amor por la pobreza, la naturaleza y el deseo de acercar los misterios de la fe al pueblo de forma sencilla y comprensible. Durante su viaje a Tierra Santa, había visitado a Belén y quedó profundamente conmovido por la cueva que se consideraba el lugar del nacimiento de Jesús. Al regresar a Italia, quiso recrear ese momento para ayudar a los fieles a contemplar la humildad del Hijo de Dios. Con el permiso del Papa Honorio III, Francisco realizó una representación viviente del nacimiento de Cristo en una cueva cercana a Greccio. Usó elementos sencillos: un pesebre lleno de heno, un buey y un asno, y convocó a los habitantes de la región y se realizó una misa solemne frente a esta representación. Francisco mismo predicó, destacando la humildad de Jesús al nacer pobre y vulnerable. El pesebre viviente de San Francisco tuvo un profundo impacto en quienes asistieron. Según el relato de Tomás de Celano, uno de sus primeros biógrafos, muchas personas experimentaron una renovación de su fe. A partir de ese momento, la tradición del pesebre se difundió por toda Italia y más tarde por el mundo cristiano, adoptando diferentes formas, desde representaciones vivientes hasta figuras escultóricas. Desde entonces, el pesebre se convirtió en un símbolo de la Navidad.
El padre de la Navidad
Otro personaje de la Navidad, que fue introducido en nuestra región hace poco tiempo, es Papá Noel, que no es otra cosa que el “padre de la Navidad”. Nöel es navidad en francés. Pero ¿Quién es? ¿De dónde proviene?
San Nicolás de Bari es una de las figuras más emblemáticas del cristianismo y su legado ha trascendido el tiempo y la cultura. Aunque su vida está envuelta en historias y leyendas, su evolución hacia la figura de Santa Claus es un relato fascinante que combina elementos religiosos, históricos y culturales. Este proceso abarca siglos y múltiples regiones, mezclando tradiciones cristianas con influencias folclóricas y comerciales.
San Nicolás nació alrededor del año 270 dC en Patara, una ciudad de Licia en Asia Menor (actual Turquía). Desde joven, se destacó por su profunda fe cristiana y su generosidad hacia los más necesitados. Después de la muerte de sus padres, heredó una considerable fortuna, con la que se dedicó a ayudar a los pobres y desfavorecidos. Más tarde, se convirtió en obispo de Myra, donde ganó reputación como un líder religioso caritativo y defensor de los desamparados.
Una de las historias más conocidas sobre San Nicolás es su ayuda a tres jóvenes que no podían casarse porque su padre, sumido en la pobreza, no podía pagar un dote. Nicolás, en secreto, dejó bolsas de oro en su casa durante la noche, asegurando así el futuro de las jóvenes. Este acto generoso consolidó su fama como protector de los necesitados y dio origen a la tradición de los regalos anónimos. Además, se le atribuyen numerosos milagros, desde salvar a marineros en tormentas hasta resucitar a niños. Por ello, fue canonizado como santo y se convirtió en el patrón de los marineros, los niños y los viajeros. Nicolás murió el 6 de diciembre de 343 cuando era Obispo de Esmirna y fue sepultado en su catedral. Su reputación se expandió rápidamente por Europa. Las reliquias de San Nicolás fueron trasladadas en 1087 a Bari, en Italia, por temor a que los turcos destruyeran y saquearan su tumba y donde se construyó una basílica en su honor. Desde entonces, San Nicolás, en occidente, tomó como segundo nombre “de Bari” y se convirtió en una figura venerada, especialmente en países de tradición cristiana. En la Edad Media, su fiesta el 6 de diciembre fue ampliamente celebrada, especialmente en países como Alemania, Francia y los Países Bajos. Durante estas celebraciones, era común que los niños recibieran pequeños obsequios o dulces, que reforzaban su asociación con los regalos y la bondad hacia los más jóvenes.
Sinterklaas
El culto a San Nicolás llegó a América del Norte a través de los colonos holandeses en el siglo XVII. En los Países Bajos, San Nicolás era conocido como “Sinterklaas”, una figura que visitaba a los niños el 5 de diciembre (víspera de su fiesta) para dejar regalos en sus zapatos. Los colonos llevaron esta tradición a Nueva Ámsterdam, que más tarde se convertiría en Nueva York.
En el siglo XIX, su figura comenzó a transformarse gracias a escritores y artistas estadounidenses. Washington Irving, en su libro “Knickerbocker’s History of New York” (1809), menciona a un personaje llamado “San Nicolás”, representándolo como un ser alegre y bondadoso que vuela en un carro tirado por caballos.
Posteriormente, el poema anónimo titulado: “A Visit from St. Nicholas” (1823), más conocido como “Twas the Night Before Christmas”, atribuido a Clement Clarke Moore, consolidó muchos de los elementos modernos de Santa Claus: su trineo tirado por renos, su llegada la noche del 24 de diciembre y su carácter jovial y mágico. En este poema, San Nicolás es descrito como un hombre regordete, alegre y vestido de rojo, marcando un cambio significativo respecto a la figura del santo medieval.
La imagen moderna de Santa Claus fue ampliamente difundida a través de la ilustración y la publicidad. En la década de 1860, el dibujante Thomas Nast comenzó a representar a Santa Claus en las páginas de la revista “Harper’s Weekly”. Nast le dio a Santa muchos de sus atributos actuales, como su traje rojo con detalles blancos, su barba larga y su residencia en el Polo Norte.
Más tarde, en la década de 1930, la empresa Coca-Cola utilizó a Santa Claus en una de sus campañas publicitarias más exitosas. Las ilustraciones del artista Haddon Sundblom consolidaron al Santa Claus moderno como un hombre bonachón, vestido de rojo brillante, con una sonrisa cálida y un aire amistoso. Estas imágenes tuvieron un impacto global y ayudaron a popularizar la figura de Santa Claus tal como la conocemos hoy.
La evolución de San Nicolás a Santa Claus también se vio influenciada por otras figuras folclóricas. En Europa, muchas culturas tienen sus propios personajes que traen regalos durante la época navideña, como el Niño Jesús en Alemania, la Befana en Italia y los Reyes Magos en España. Estos personajes se entrelazaron con la figura de San Nicolás, creando un mosaico de tradiciones que enriquecieron su leyenda. En el norte de Europa, especialmente en países escandinavos, las tradiciones paganas de los “julbocken” (cabras de Yule) o espíritus del invierno también influyeron en la percepción de Santa Claus como un personaje mágico relacionado con la temporada de invierno.
Uno de los aspectos más notables de la transformación de San Nicolás en Santa Claus es su transición de una figura religiosa a un símbolo secular. Mientras que San Nicolás era venerado como un santo en el cristianismo, Santa Claus se convirtió en un ícono cultural que trasciende fronteras religiosas. Este cambio refleja la evolución de las tradiciones navideñas, que pasaron de ser estrictamente religiosas a incluir elementos festivos y comerciales. En muchos países, Santa Claus representa la generosidad, la bondad y el espíritu de la Navidad, valores que, aunque no necesariamente religiosos, son universales.