En esas playas lo conocían por ser un fotógrafo más que particular para la época, de hábitos nudistas, solía desayunar y almorzar así, despojado de ropas, en la casilla que había construido con sus propias manos frente al mar en Ostende, donde ofrecía y revelaba sus tomas.
Así, don Jorge Böhm, el primer fotógrafo de la Colonia Divisadero, luego renombrada como General Juan Madariaga y fundador del Club Sportivo, generaba asombro y “escándalo entre las damas porteñas que se sorprendían con su presencia mientras él fotografiaba aquella vida que hoy nos es difícil imaginar”, como lo recuerda, su nieto, Gustavo, uno de sus descendientes, en un bello texto que escribió en su honor.
Allí, el nieto, rescató esa bohemia con la que él también se identifica como actor de corazón y profesión, que supo estudiar tanto en Berlín como en Buenos Aires con maestros de la talla de Villanueva Cosse, Augusto Fernandes y Carlos Gandolfo, entre otros grandes. “Pasaba el tiempo semidesnudo, nadando en mar profundo, realizando sus ejercicios físicos. Además de ser un ferviente impulsor de diversas actividades deportivas y culturales, era el propietario de un almacén de ramos generales en Madariaga”, detalla este actor de teatro y cine que en 1994 recibió el premio Teatrerías como mejor actuación masculina Por Kaspar, y fue nominado al premio ACE en dos oportunidades, por Persiguiendo a Beethoven y por Mein Kampf, Farsa, entre otros reconocimientos.
Desde muy joven don Jorge era tan romántico como extravagante, para nada convencional y sin objetivos definidos. Le fascinaba disfrutar de la vida y se había convertido en un problema serio para la economía familiar, por eso buscaron que “sentara cabeza”, como se decía no hace tanto y lo define Gustavo a la perfección.
Había nacido en la ciudad alemana de Posen (actual ciudad polaca Poznan) el 26 de agosto de 1878 y fue uno de los cinco hijos de Georg Böhm y Klara Bartsch, bautizado en la fe luterana con el nombre de Georg Julius Ernst. Sus hermanos se llamaban Walter, Clara, Julius y Elfriede. Él resultó el único de aquella familia en cruzar el Atlántico en 1908, rumbo a Bahía Blanca, donde trabajó como fotógrafo y quiso establecerse. Pero el destino le marcó otro rumbo cuando un compañero de trabajo le mencionó la posibilidad de adquirir a un precio muy acomodado, un terreno en los loteos que se llevaban a cabo en la Colonia Divisadero.
Entonces compró esas tierras en la esquina de Sarmiento e Irigoyen y construyó lo que sería su hogar y el de sus hijos y nietos. En 1911 volvió a Alemania para casarse. Klara, su mamá, había elegido la mujer para eso y Georg debía respetar y aceptar esa decisión matriarcal. Clara Maria Margarethe Senft, nacida en un pueblo cercano a Görlitz el 26 de julio de 1880, la novia forzosa, se llamaba igual que su madre pero con C. Era hija de Robert Senfty Anna Greger, y tuvo dos hermanos, Alfred y Elisabeth.
Pero mientras Georg, el futuro marido, se la pasaba viajando, Clarita se interesó por Walter, uno de sus hermanos, y se enamoró tanto que quisieron contraer matrimonio, pero ambas madres se opusieron rotundamente porque los veían demasiado parecidos: trabajadores, respetuosos, aceptaban los mandatos familiares, pujantes, con futuro. Claro, al que había que ubicar era a Georg, indomable, errante, despreocupado y muy libre.
Los casaron un poco a la fuerza en julio de 1911 en Görlitz. Pero de inmediato la pareja partió de viaje de bodas a Buenos Aires porque ese era el anhelo de Georg. Clara lo padeció. El destino final no fue la gran ciudad, sino un pago gaucho, General Juan Madariaga, en el campo y en crecimiento, pero en la lejanía de la vasta provincia de Buenos Aires, donde ella solo podía dialogar con el cura de la parroquia, para su consuelo, de procedencia alemana.
Georg la pasaba fantástico con su cámara y sus desnudeces durante el verano de diciembre a marzo en la casilla que levantó en las playas de Ostende. Por su lado, a Clara no le quedó otra que atender el almacén en Madariaga. Apenas si compartían un tiempo en el balneario y en el invierno residían en la casa pero en distintas habitaciones. A pesar de eso fueron padres de tres hijos y tuvieron la desgracia de que una niña muriera en el nacimiento. Charlotte, la segunda, murió a poco de nacer. Hilda Mathilde, más conocida como Puppi, llegó al mundo el 22 de marzo de 1915 y el 10 de octubre de 1921 nació Gerardo Jorge, a quien llamaron “Pibe”, cariñosamente.
Don Jorge, como se lo conocía en Madariaga llevaba siempre su cámara al hombro y estaba presente en cada cumpleaños o fiesta donde lo requerían, pero su máxima atracción eran las arenas de Ostende, su lugar en el mundo. En la temporada de verano de 1940 se llevó el gran susto de su vida. Mientras nadaba fue arrastrado por el mar, pero como era un experto del océano sabía que si ofrecía resistencia se iba a quedar sin fuerzas y se dejó llevar. Logró salir a flote ya de noche en las costas de Mar de Ajó, a cincuenta kilómetros de Ostende. Pero en lugar de quedarse allí a recuperarse, decidió volver a pie. Semejante esfuerzo realizado en el mar y caminando para regresar le provocó una afección cardíaca por el ensanchamiento de su corazón, que le produjo la muerte el 7 de octubre de 1941.
Su fallecimiento causó un shock en la familia. Su hijo Gerardo –Pibe- se tomó un año sabático mientras su madre y su hermana siguieron adelante con el almacén de ramos generales. Clara pensó en volverse a Alemania, pero su propósito se fue diluyendo y falleció tempranamente el 21 de setiembre de 1945. Puppi siguió adelante con la fotografía que había aprendido de su papá. Y Gerardo, bohemio como su progenitor, se incorporó a un grupo musical para tocar el bandoneón y años más tarde se enamoró de una maestra que llegó a General Madariaga proveniente de La Plata, María del Carmen Lojo. Se casaron en 1950 y tuvieron tres hijos: Jorge Gerardo, Silvia Graciela y Gustavo Enrique.
Puppi por su lado aceptó una oferta de don Carlos Gesell y compró un terreno en la recién fundada Villa. Allí construyó su negocio y vivienda, luego la renombrada “Casa Böhm”. Gerardo y Carmen en cambio apostaron a Pinamar y la “Casa Böhm” allí surgió en el centro viejo conocido como “La Herradura”. Pibe también abrió “El Trece”, una agencia de lotería en Madariaga. Con el tiempo la familia se estableció definitivamente en Pinamar. A la “Casa Böhm”, regenteada por Gerardo, se sumó “Libros Böhm Pinamar” con María del Carmen al frente. Pibe murió en 1986 y su mujer en 2005.
Hoy el hijo mayor, que lleva el nombre del abuelo Jorge, es el propietario de “Libros Böhm”. Los quioscos correspondientes a la “Casa Böhm” quedaron en manos de Silvia. Y el tercer hijo, Gustavo, vive en Buenos Aires dedicado a su profesión de actor, pasión que naciera en su adolescencia en el Grupo Gente de Teatro de General Madariaga. Podría concluirse entonces que la bohemia del abuelo recayó en éste último, quien hoy sigue desplegando su arte sobre los escenarios.
La vida y las exquisitas fotos de don Böhm fueron expuestas en el Museo Histórico local, institución dedicada a la preservación, investigación, conservación y transmisión de la rica historia y el patrimonio madariaguense. Una de ellas fue donada a Penguin Random House e ilustra la portada del libro El Gran Serafín, de Adolfo Bioy Casares.
A Georg se lo sigue recordando también como El Fotógrafo del Tuyú, como se conoció la región en sus orígenes. Tuyú es una voz de origen guaraní que significa barros blandos, terrenos pantanosos e inundables, cangrejales. Y también se lo recuerda como un adelantado a los tiempos por su contacto al desnudo con la naturaleza, sintiéndose libre, sin discriminaciones de ningún tipo.